Ahora mismo hay pocos jugadores tan desequilibrantes en el mundo como Leo Messi. A estas alturas del campeonato los pesos pesados del continente aún están engrasando su maquinaria física y puliendo sus virtudes técnicas y, salvo algunas excepciones como Cesc en el Arsenal o Zlatan Ibrahimovic en el Inter, la mayoría han ofrecido muestras de su clase en cuentagotas.
Hace unos días prometí un post específico sobre Leo Messi y aquí está la respuesta, tratando de analizar cómo un chico de 1,69 metros, 65 kilos y 20 años puede hacer lo que está haciando actualmente el ’19’ azulgrana. Para mi, la clave de su buen juego son cuatro factores que desmenuzaré a continuación: carácter, inmunidad absoluta a la presión. técnica y velocidad.
El carácter de Leo Messi
No debe ser fácil para un niño de 11 años que te detecten una anomalía en el crecimiento y uno de los mejores clubes de tu país, River Plate, te rechace en una prueba por ser demasiado pequeño y porque tu tratamiento costaba 900 dólares mensuales durante tres años. Me puedo imaginar la infancia de Messi y la fuerza también de sus padres, que fueron capaces de cambiar su país natal por Catalunya para darle al pequeño Leo el tratamiento y para que pudiera desarrollar ese caudal de fútbol que llevaba dentro.
En un deporte en que cada vez prima más el músculo, la fuerza y la altura, es casi un milagro que aparezca alguien como Messi, que se mide de tú a tú con estos gigantes e incluso a veces los ridiculiza. Porque Messi no se arruga, es valiente, va una y otra vez, disputa balones de cabeza que tiene perdidos de antemano y cuando le pegan, se vuelve a levantar. Le pegan, le pegan y le vuelven a pegar y él se levanta una y otra vez sin inmutarse. Para el defensa ni siquiera queda la opción de sacarle de quicio, porque nunca lo he visto protestar, quejarse o encararse con nadie. Curiosamente, muchas veces acaba siendo su marcador quién pierde los nervios, como le pasó a Asier del Horno en el famoso partido del ‘teatro’ de Mourinho ante el Chelsea en la Champions 2005-06.
Inmunidad absoluta a la presión
Esta característica va ligada lógicamente al carácter, pero he querido destacarla porque en el caso de Messi es superlativa. Siempre he pensado que muchas veces lo que diferencia a un jugador profesional del resto es que soporta mejor la presión y que afronta como normales situaciones en la que a la mayoría de los mortales nos temblarían las piernas o nos quedaríamos bloqueados.
Leo Messi ha ido quemando etapas de su carrera profesional con una velocidad y naturalidad impactantes. Desde pequeño ya jugó siempre con jugadores mayores que él y ya se vio que era tan bueno que su paso por los equipos intermedios como el desparecido Barcelona C o el B fue efímera. Hay una anécdota poco conocida de Messi en los escasos partidos que jugó en el Barça C en Tercera División que recuerdo a la perfección. Los azulgrana perdían por 2-0 ante la Gramenet B y en los últimos minutos el técnico sacó a Leo Messi. El Barcelona ganó por 2-3 con un ‘hat trick’ de un niño de 17 años. Por aquél entonces, Leo ya había debutado en el primer equipo en un amistoso contra el Porto (16 años) y sus hitos se fueron acumulando velozmente: debutó en partido oficial con el primer equipo el 16 de octubre del 2004, con 17 años; marcó su primer gol en partido oficial ante el Albacete con 17 años 10 meses y 7 días, fue Balón y Bota de Oro en el Mundial Sub-20 que ganó Argentina en el verano del Gamper ante la Juventus. Su partidazo fue tal, que acabó sacando de quicio a todo un Patrick Vieira y arrancando los elogios de un técnico defensivo como Fabio Capello. Con Argentina, debutó en un Mundial con apenas 18 años recién cumplidos y en su primer partido(6-0 a Serbia) ya marcó, convirtiéndose en el sexto jugador más jóven en marcar en un Mundial.
En los dos años restantes Messi ha ido cobrando un protagonismo cada vez mayor en el primer equipo azulgrana y sólo las lesiones, de las que hablaremos más adelante, han frenado esta brutal progresión. La situación actual es que, con Eto’o lesionado, Ronaldinho fuera de forma y Henry empezando desde cero, el ’19’ ha cargado con el equipo a las espaldas y se ha convertido en su líder. Aunque puede que sea algo momentáneo, la situación es nuevamente sorprendente si tenemos en cuenta que tiene sólo 20 años y que está jugando junto a algunos de los mejores y más influyentes del mundo.
Hubo un detalle en el partido ante el Sevilla que define a la perfección el carácter de Leo Messi. El argentino ya había abierto el marcador y se produjo un penalti que se disponía a lanzar Deco. Lo fácil para Messi era dejar que lo tirara el luso, por la importancia del partido, por veteranía y porque él ya se había ganado al Camp Nou, pero pidió el balón y lo transformó con una facilidad pasmosa.
La técnica de Leo
Leo Messi es un jugador extremadamente técnico. No tiene la variedad de regates de extremos como Cristiano Ronaldo o Ronaldinho, pero por contra es el jugador del mundo que mejor conduce la pelota, con permiso de Kaká (más técnico, pero menos rápido). La peculiares características físicas del de Rosario hacen que tenga un centro de gravedad corporal más bajo y una musculatura más corta que, por lo tanto, le permite ejecutar los movimientos con mayor velocidad. Si os fijáis cuando juega, el extremo incluso muchas veces agacha la cabeza, se encorva, con lo que baja aún más ese centro de gravedad.
He dicho que Messi no tiene tanta variedad de regates, pero es extremadamente hábil en el uno contra uno y tiene tres virtudes especiales: puede salir por los dos lados, es tremendamente vertical y cuando regatea lo hace en velocidad, no en parado, con lo que es casi imposible que el defensa le recupere luego en carrera.
Intentar parar a Leo Messi cuando encara es como tratar atrapar un pez con las manos: lo ves venir, pero luego se te escurre. Ante defensas altos y fuertes, como los del Zaragoza, el argentino es simplemente letal. Yo he llegado a la conclusión que la mejor manera de frenarlo es con laterales bajos y muy rápidos tipo Ashley Cole (Chelsea), uno de los pocos a los que he visto ganarle claramente la partida… y en el Nou Camp.
A todo esto se le añade que Leo tiene gol. Su disparo no es espectacular, pero sabe perfilarse perfectamente y es muy listo para colocar el balón, como el primer gol que le marcó al Zaragoza desde la frontal. Haciendo gala de esa frialdad de la que hablábamos antes, Messi sabe definir perfectamente ante el portero y de hecho ha marcado goles de todo tipo: con vaselinas, regateando al portero, de pillo, con disparos desde la frontal…
La explosividad de Leo
Nuestros músculos tienen dos tipos de fibras: las denominadas lentas (o tipo I) y las rápidas (o tipo IIa, IIb y IIc). Cada músculo y cada persona es diferente, como lo demuestra que un velocista puede llegar a tener hasta un 80% de estas fibras rápidas, mientras que en un maratoniano están entre el 1% y el 7%. Leo posee de manera natural esta gran cantidad de fibras rápidas, algo que, unido a su baja estatura y a su peculiar formación corporal debido a la hormona de crecimiento que tomó, hace que sea terriblemente rápido y explosivo. Para explicarlo de manera simplificada, los músculos de Messi están casi siempre tensionados y están formados por una gran cantidad de fibras rápidas.
Estas fibras se caracterizan por aportar un alto grado de explosividad, pero a su vez provocan un gran gasto de energía y exigen una mayor recuperación. Hago este apunte porque hay un dato muy curioso del juego de Leo Messi en el que me he fijado y en el que poca gente ha reparado: el argentino tiene un inicio de partido espctacular y luego, hacia el minuto 60 pierde chispa y frescura fruto de este cansancio. En sus primeros meses en el primer equipo, cuando jugaba de titular Fran Rijkaard solía cambiarlo entre el minuto 60 y 70 por Giuly cuando parecía que ya estaba exhausto, pero hay otro dato curioso demostrado con datos: Messi vuelve a ‘activarse’ en los últimos 10 minutos. El año pasado, el extremo marcó 11 goles en la Liga, ocho de los cuales entre el minuto 1 y el 60 (y la mayoría al final del primer tiempo), ninguno entre el 60 y el 80 y tres más a partir del 80, incluído el 3-3 al Madrid en el Nou Camp. Resumiendo y simplificando: el juego de Messi es demoledor al inicio, cuando los rivales están fríos y él sale como un tiro (dos goles al Zaragoza en 15 minutos) y al final del primer tiempo, cuando sus oponentes ya están cansados. En la segunda mitad ‘recupera’ durante unos 30 minutos, en los que no encara ni conduce y suelta el balón rápido, y vuelve a despertar en los últimos 10 minutos. Mirad los datos de esta temporada y, salvo el 1-0 ante el Sevilla, veréis que los patrones se repiten.
Ojo con las lesiones
Cuando el año pasado Leo Messi se rompió un metarsiano del pie tras una entrada no especialmente dura de Alberto Zapater dijo con naturalidad que se trataba de una fractura por estrés y que ya sabía que podía pasar. Las fracturas por estrés se producen en un hueso de resistencia elástica normal como resultado de una excesiva actividad muscular realizada de manera repetitiva (fracturas por fatiga), frecuente en deportistas, con localizaciones en metatarsianos y son relativamente normales sobre un hueso debilitado (fracturas por insuficiencia).
Recordemos que Leo Messi ‘alteró’ por así decirlo de manera artificial su composición ósea al tomar la hormona del crecimiento y, por lo tanto, está más expuesto que el resto de jugadores a este tipo de contratiempos. Si a esto se le suma su estilo de juego incisivo y que muchas veces la única manera de pararlo es a golpes, el riesgo de multiplica. Yo el único pero que le pongo a su juego es que Leo, cuando está cansado, a veces tiende a bajar al centro del campo y a arrancar desde allí, siendo un blanco fácil para entradas desde atrás. Creo que debería protegerse más y no abusar de este tipo de acciones.
Por otro lado, la peculiar formación de su musculatura, con gran cantidad de fibras rápidas, exige que su recuperación sea perfecta y, en algunas fases, un descanso, puesto que su ‘cansancio’ es mucho mayor que el del resto de los jugadores. Si no se hace así, es muy probable que el jugador tenga problemas musculares (roturas fibrilares, contracturas…).
El futuro es suyo
He escuchado muchas veces que Leo Messi merece el Balón de Oro del 2007. Yo creo sinceramente que no y no tengo dudas que este año va a ser para Kaká, máximo goleador de una Champions que su Milan ganó junto a la Supercopa. La segunda posición está entre Leo y Cristiano Ronaldo, que también hizo una gran campaña el año pasado. Sin embargo, me apostaría mucho dinero a que Messi ganará dentro de poco un Balón de Oro. En su caso me pasa como con Cesc: que no sabes dónde está su techo. Lo importante, sin embargo, es que siga manteniendo todas estas características que hemos enumerado y, sobretodo, siga siendo él y trabajando con humildad. El juego de Messi es diferente porque parece como si estuviera siempre en el patio del colegio, cogiendo el balón y encarando una y otra vez, pasando de sistemas y órdenes tácticas y colándose una y otra vez entre las piernas de sus compañeros mayores.