‘We have got Cesc Fábregas, we have got Cesc Fábregas…’.
Esta frase, cantada con la tonada de la aria de Giuseppe Verdi ‘La Donna è mobile’, es una de las flamantes canciones de la hinchada del Arsenal. Mas allá de un cántico más de las coloristas aficiones inglesas, las cinco palabras desprenden un par de mensajes brutales, como el de la elección de un nuevo ídolo por parte de los exinquilinos de Highbury unos meses después de quedarse sin Thierry Henry. Que los hinchas de los ‘gunners’ se decanten por un centrocampista de complexión mas bien débil, en un futbol tan aguerrido como el inglés, no es de extrañar, puesto que siempre se ha dicho que el Arsenal és el equipo inglés, menos inglés.
De Cesc Fábregas (Arenys de Mar, 4 de mayo de 1987) tengo que confesar dos cosas: que tengo una especial debilidad por él y que estoy convencido que algún día (espero que pronto) tiene que vestir la camiseta del FC Barcelona. Lo descubrí jugando en las categorías inferiores del Barça, me maravilló en el Mundial sub-17 de Finlandia, cuando quedó mejor jugador y máximo goleador de la competición, y luego lo fui siguiendo atentamente en el Arsenal. Luego, el azar quiso que coincidiéramos un par de veces en el Nou Camp, como después de un Catalunya-Brasil, en el que debutó con la elástica nacional con apenas 16 años (de ahí es la cutre-foto que ilustra este artículo), o recientemente tras un Barça-Alavés de Liga.
Lo bueno de todo este tiempo es que entonces me desgañitaba comentándole a todos lo bueno que era este chaval y ahora no hace falta. Amparado por un Arséne Wenger que es el mejor entrenador del mundo descubriendo jóvenes talentos, Cesc lleva dos años saliéndose en el Arsenal. Pero es que su arranque de Liga este año ha sido simplemente espectacular: ha marcado cuatro goles en seis partidos, incluyendo dos de importantes en la previa de la Champions League ante el Slavia de Praga y un tanto decisivo en el minuto 80 ante el entonces imbatido Kasper Schmeichel, portero del Manchester City.
Ya sé que a muchos les parecerá un sacrilegio, pero estoy convencido que Cesc es mejor que Iniesta y Xavi y ya ahora tendría un sitio fijo en el once inicial del Barça. Si miramos, por ejemplo, el carácter, a nadie se le puede escapar que al de Arenys le sobra para debutar en la Premier con 17 años y, esta temporada, cargarse el equipo a las espaldas tras la marcha de un Diós en Highbury como era Henry. Técnicamente, the architecht, es la mezcla perfecta entre Xavi e Iniesta. No tiene el juego en corto del de Terrassa ni el regate del de Fuentealbilla, pero los supera a ambos con creces en llegada a puerta y en pases interiores, y tiene una buena capacidad de desequilibrio en el uno contra uno, sin ser un especialista. Si a Fábregas le pones un buen guardaespaldas como en su momento fueron Vieira o Gilberto Silva y ahora en el Barça parece ser Touré Yaya, probablemente tengas un centro del campo imparable. Y encima el tío es del Barça.
Ya sé que Xavi, para muchos, es intocable por nombre, por ser de la cantera y porque es un buen jugador, aunque un poco sobrevalorado y pocas veces decisivo, pero si yo fuera Joan Laporta empezaría a trabajar como un loco en un fichaje que se ha complicado al ‘permitir’ que el jugador renovara hasta el 2014. Más que nada porque Xavi tiene ya 27 años y Cesc, con 20 años recién cumplidos, dispone de 10 años tremendos por delante y del carácter suficiente para marcar una época en el Barça.