Los triángulos se comieron al rombo

Hace unos días decía en un post anterior que no veía un partido total del Barça, uno de aquellos en los que salías del campo diciendo ‘vaya recital’ y sin saber a quién destacar, desde el 26 de noviembre del 2006, cuando los azulgrana golearon al Villarreal por 4-0. Pues bien, ayer, exactamente 10 meses después, volví a vivir uno de esos partidos.

Tenía ganas de ver al Zaragoza porque es un equipo que juega bien al fútbol, con un entrenador atrevido y una delantera idónea para poner a prueba la renovada seguridad defensiva del FC Barcelona. Me gusta mucho Víctor Fernández y es bueno para el fútbol que haya entrenadores de su estilo, pero ayer se equivocó de todas todas. No se puede venir al Nou Camp con un 4-4-2 con rombo en el centro del campo a menos que tengas un equipo muy rodado, sólido en defensa y jugadores con mucho recorrido y capacidad de desborde por las bandas, y ayer el Zaragoza demostró carecer de toda ellas. El resultado fue un arranque de partido espectacular, en el que el Barcelona encontró muchos espacios en la media y lo aprovechó para colarse por el medio, por la derecha, por la izquierda… por donde quiso. En esta salida fulminante el solista volvió a ser Leo Messi, del que no me voy a extender mucho porque ya le va tocando un post para él solito, pero la lectura clara es que el argentino es un jugador excelente, en fase de constante crecimiento y en un estado actual de gracia.

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El argentino abrió el marcador muy pronto y encarriló un partido que parecía cómodo, pero el Barcelona volvió a caer en vicios del pasado y por unos momentos pensó que ya estaba todo hecho. Ese es el único pero que le pongo al equipo de Frank Rijkaard, que ayer hizo un partido de 9,5. Los azulgrana se durmieron durante cinco minutos, los suficientes para que Diego Milito mandara un balón al palo en su primera (y última) llegada al área y Zapater empatara con un soberbio y bello gol en el que su equipo aprovechó perfectamente una pérdida de balón de Xavi.

Pero el Barcelona captó el mensaje al instante y apenas dejó espacio para las dudas. Messi volvió a poner al equipo por delante en uno de los mejores cuartos de hora que se han visto en el Nou Camp en los últimos años y ahí empezó el recital. Los de Frank Rijkaard empezaron a mover el balón como en ellos es habitual, pero, al contrario de lo que criticaba en el tiki-nada, lo hicieron con un sentido casi siempre vertical y buscando constantemente el área. Lo de ayer fue un ejemplo de como sí se debe jugar, cambiando el balón rápido de lado y luego buscando rápidamente el uno contra uno, en el que Messi e Iniesta estuvieron excelsos y demoledores.

Dos triángulos: uno defensivo y uno ofensivo

El recital de juego azulgrana se cimentó en dos triángulos: uno defensivo y otro ofensivo. El defensivo tuvo como vértice a Yaya Touré, que se comió literalmente a Aimar en la media punta y aún tuvo fuerzas para dejar en evidencia a quienes querían fichar a Luccin para el Barça. Anulados los surtidores de balones, de poco te sirve tener arriba a dos delanteros de tanta calidad como Oliveira o Diego Milito. Los otros dos puntos de este triángulo defensivo volvieron a ser Milito y Abidal, que hicieron un partido impecable, sin fallos, sin complicaciones, sin cosas raras, sin embarcadas, haciendo parecer simple lo difícil.

En ataque el vértice fue Deco, que ayer realizó un PARTIDAZO (en mayúsculas) y se asoció a la perfección con Iniesta y Messi. El portugués demostró que es un jugador imprescindible en este Barça y dejó en evidencia a los muchos que lo han criticado y que han llegado a pronosticar que este año sería suplente. Para ellos va una reflexión: el año de la Champions brillaron Ronaldinho, Eto’o y un incipiente Messi, pero el que marcaba los tiempos del partido, el que hacía que el Barça estuviera bien o mal, era Deco. Si el luso carburaba, el Barça ganaba. Si no, se estancaba. Así de simple.

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Muchos han apuntado infinidad de causas para explicar el bajón de los azulgrana la temporada pasada, pero para mi el principal fue que el exjugador del Porto bajó de nivel. Cuando un equipo se te encierra, tienes pocas maneras de abrir la lata: una es a balón parado y la otra es robándole el balón cuando está saliendo de la cueva y está desorganizado. Ahí es clave Deco, en el robo y el lanzamiento del contraataque. Luego Ronnie, Messi y companía hacen el gol y se llevan el aplauso, pero el 60% del mérito es del que roba. Deco, que además de esto tiene una técnica exquisita y un sentido del juego espectacular, se encontró ayer con espacios y con la mejor versión de su juego. Y el Barça fue imparable.

En la segunda mitad el equipo se amparó en esa ley no escrita del fútbol que dice que cuando un rival está tocado, tampoco hace falta humillarlo. Más que nada porque no sabes nunca lo que te puedes encontrar más adelante. Víctor Fernández, además, cambió su dibujo, desterró el abollado rombo e introdujo un centro del campo más compensado, buscando no encajar un castigo mayor y probar cosas para futuros partidos. Su bronca en el descanso debió ser de las que marcan época, porque en la segunda mitad, con 4-1, su equipo mordió mucho más que con 0-0 en el marcador. El Barça, claro está, también levantó el pie del acelerador, pero aún así siguió tensionado y sin caer en los errores garrafales de otras temporadas cuando el partido ya estaba sentenciado.

Ahora toca dar la cara fuera

Todo esto dónde nos deja? Pues con un Barça que ha aprovechado los tres partidos consecutivos en casa para ganar confianza en su juego, encontrar la mejor versión de Messi, Iniesta y Deco, continuar creciendo en defensa y reconciliarse con la afición. El ambiente de ayer en el Nou Camp hacía tiempo que no se vivía, aunque claro, con 4-1 a la media parte y un recital en el campo, es muy fácil. Me quedo, sin embargo, con los gritos de los aficionados coreando el nombre de ‘Ronaldinho’, un aviso para quién los quiera captar que el buen culé tiene memoria y criterio y lo que quiere es fútbol, y no campañas interesadas y aderezadas con una ‘salsa rosa’ que no hace más que despresitigiar el buen periodismo deportivo que también hay en este país. Como dije en ganar sufriendo ahora falta por ver si el Barça es capaz de mantener este buen nivel fuera de casa, ya que toddo lo que no sea ganar en Levante es un paso atrás.

También nos queda por ver esta noche si el Real Madrid acusa su gris juego de Valladolid o bien logra una previsible victoria ante un Betis en horas bajas. De momento, lo que también me queda claro es que el Valencia está en fase de crecimiento, el Sevilla ha bajado de la nube y se empieza a dar cuenta de que no es invencible, que el Atlético tarde o temprano tenía que jugar bien con los peloteros que ha fichado y el entrenador que tiene y que el Villarreal puede ser uno de los equipos que se metan en la pugna por la Champions.

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