La sentencia sobre Fran Mérida dictada el pasado 27 de septiembre por el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Vilanova i la Geltrú, según la cual el jugador debía indemnizar al FC Barcelona con 3,2 millones de euros por su marcha al Arsenal, puede sentar un precedente importantísimo en el mundo del fútbol. En los últimos días he estado muy liado con este asunto, lo cual explica en parte mi ausencia de posts, tratando de conseguir y posteriormente revisando una resolución que me ha metido de lleno en el complicado mundo de las categorías inferiores. La gran sensación con la que me he quedado tras varias entrevistas y estudiar el sumario es que parece mentira como los representantes pueden llegar a calentarles la cabeza a niños de 14 y 15 años y a sus familias con contratos y promesas futuras.
En el caso de Mérida, por ejemplo, la espoleta de su marcha fue precisamente un cambio de representante, ya que a principios del 2005 pasó a estar representado por Joseba Díaz. Sabéis de quién es asimismo representante? Correcto! De Cesc Fàbregas. Díaz trató de repetir la jugada con Fran Mérida y le instó a que en el verano del 2005 dejara el FC Barcelona sin destino aparente. El jugador estuvo sin jugar ocho meses de un etapa clave de su vida para que, justo en el día en que cumplía los 16 años, el 4 de marzo del 2006, firmara un contrato profesional con el Arsenal. El problema es que el jugador tenía subscritos anteriormente dos contratos con el FC Barcelona: uno de jugador no profesional, que podía rescindirse a cambio de 100.000 euros, y un precontrato profesional que entraba en vigor al cumplir 16 años. Díaz hizo efectivo el pago de los 100.000 euros del primer contraro, pero ‘pasó’ del otro, que es por el que ahora ha sido condenado Fran Mérida a indemnizar con esos 3,2 millones de euros al club que preside Joan Laporta.
El representante, el ideólogo de toda la operación
Vaya por delante que me sabe muy mal por el jugador, que tiene un gran futuro, y por su familia, una gente humilde y muy agradable, que evidentemente han estado mal asesorados. Como hizo con Cesc Fábregas, Joseba Díaz quiso saltarse la legalidad en un caso que han recurrido (y que van a perder), y marcharse por la puerta de atrás del club, sin negociaciones y sin dar la cara. Esta sentencia, como ya ha afirmado el presidente de la UEFA Michel Platini, es positiva porque protege a las canteras y ensalza el valor de los procesos de formación, aunque mucho me temo que a Fran Mérida la va a tocar pagar el pato. Está claro que tanto él como sus padres sabían lo que hacían, pero también tengo claro la mano de quién hay detrás de sus acciones, la mano de gente que en la mayoría de los casos sólo busca el beneficio personal y el dinero rápido y fácil. Porque, ahora, los sentenciados son el jugador y su familia, que evidentemente no pueden hacer frente a un pago de 3,2 millones de euros. El Arsenal, en teoría, no tiene porqué responder por ellos y ya veremos lo que pasa. Lo que está claro es que el máximo ideólogo, Joseba Díaz, no ha sido condenado a nada, pero por lo menos ha recibido un claro aviso que en el fútbol, y menos con niños de 13 y 14 años, no todo está permitido.