El 12 de noviembre del 2006, hoy hace justo un año, el FC Barcelona y el barcelonismo se preparaban para vivir la temporada más exitosa de su historia. Pese a la debacle en la Supercopa de Europa de Mónaco, el equipo había ganado con autoridad la Supercopa de España, arrancado bien en la Liga, regular en una Champions en la que partía como máximo favorito y tenía por delante el ilusionante Mundial de Clubes de Japón. Ese día el FC Barcelona se enfrentó a casa a un Zaragoza que se adelantó en un córner con un gol de un tal Gaby Milito y acabó remontando hasta un 3-1, como ya lo había hecho otras dos veces en las 10 jornadas anteriores, tras la roja a Motta y un golazo de falta de Ronaldinho. El 12 de noviembre del 2006, hoy hace un justo año, el Barcelona remontó por última vez un partido en el que empezó perdiendo.
Los azulgrana, desde la temporada pasada, se han visto por debajo en el marcador 19 veces en todas las competiciones (Mundial de Clubs, Copa del Rey, Liga y Champions) y siete veces han sido capaces de igualar el partido y sacar un punto, mientras que en las 12 restantes han perdido. El dato, por increíble que pueda parecer, no es una anécdota o un apunte estadístico más, sinó que a mi entender es el claro reflejo del pasotismo, la indolencia o la falta de carácter que el equipo demuestra en determinados partidos, especialmente fuera de casa. Es la consecuencia de la falta de mala leche, de saber apretar los dientes y sufrir o de poner a parir a la madre de un compañero que no baja o no persigue un balón cuando las cosas van mal. Es el producto tan lógico como perverso de la falta de carácter de jugadores excelentes técnicamente como Xavi, Messi, Iniesta o Ronaldinho.
Ahora bien, a estas alturas de la película es injusto señalar a nadie en concreto. En un año, 365 días, han habido suficientes partidos, situaciones y variaciones tácticas como para apuntar a un único futbolista, como hace perversamente Emilio Pérez de Rozas en la contra del Sport de hoy. Hemos visto el 4-3-3, el 3-4-3, los laterales ofensivos, los laterales defensivos, el medio centro defensivo, los tres pequeños, la R-E-M (Ronaldinho-Eto’o-Messi) en punta, a Henry, a Bojan, a Giovanni, a Puyol de lateral, a los nuevos, a los viejos, a Gudjohnsen en punta, a Saviola… y nada ha cambiado.
Tampoco Frank Rijkaard. Llevo tiempo diciéndolo en este blog: no sabe cambiarle el sentido a un partido que va mal, pero después de probar tantas cosas, tempoco tengo claro que la culpa sea suya. Lo único que se le puede achacar al técnico holandés es que este carácter dialogante que tiene ha acabado por traicionarle. Creo que los jugadores ven a Rijkaard como un padre de aquellos enrollados y dialogantes, incapaces de soltar una galleta, y que cuando levanta la mano es más una amenaza que el preludio del tortazo. Pocas veces Rijkaard ha tenido las narices de sentar a los pesos pesados del equipo pese a que han estado flagrantemente mal y creo que muy pocas veces ha sabido insuflarle al equipo el carácter necesario para poder salir de un mal paso.
La lesión de Eto’o una de la claves
Después de varios días dándole vueltas al asunto y despejando incógnitas, la única ‘X’ que me queda en la ecuación es Samuel Eto’o. El camerunés se lesionó el 27 de septiembre del 2006 en el partido de la Champions ante el Werder Bremen y se perdió buena parte de la temporada pasada, en la que volvió para hacer la ‘vilafrancada’ y con evidentes molestias en el tramo final de la Liga, y también se ha perdido lo que va de esta campaña tras lesionarse en el Joan Gamper ante el Inter. Vaya por delante que no me cae bien Eto’o, que me parece un niño malcriado y un bocazas, pero también es verdad que tiene ese carácter, esa rabia dentro del león indomable que, vista en perspectiva, es la que daba el contrapunto justo a la alegría de Ronnie y a la frialdad de Leo Messi. Soy de los que creo que una única persona, por si sola, no puede cambiar tanto un colectivo y que la mayoría de las cosas son producto de una gran cantidad de factores, pero ahora mismo es la única explicación que le veo a esta indolencia que demuestra el FC Barcelona. Lo cual, de ser cierto, no es muy halagüeño, puesto que el camerunés volverá justo para marcharse en enero a la Copa de África y no será un fijo en las alineaciones de los azulgrana hasta el tercio final de la Liga.
Sea como sea, el dato de las remontadas es demoledor e hiriente para los que acabamos tan decepcionados ante un equipo que la temporada pasada era de los que tenía más calidad de toda Europa y fue incapaz de ganar nada por falta de carácter y compromiso. Este año, con todavía más calidad, la cosa va por el mismo camino, lo cual resulta doblemente frustrante. Y encima tenemos que ver como el Real Madrid, el némesis de los azulgrana, sigue remontando una y otra vez partidos que se le complican sobremanera, como el Mallorca ayer. Un dato más y ya paro que la cosa duele: el Madrid ha ganado los 13 últimos partidos que ha jugado en casa… seis de ellos con remontada incluída.