El 21 de noviembre del 2006 la Paramount sacó al mercado en formato DVD el documental Una verdad incómoda, ganador de un Óscar en 2006. En él, el vicepresidente de Estados Unidos entre 1993 y 2001, Al Gore, nos abría los ojos sobre algo que todos sabíamos, pero nos negábamos a ver. Ayer, un año después, se hizo pública otra verdad incómoda. José Edmílson, desaparecido de los terrenos de juego desde que hace cinco meses fue operado de su rodilla, denunció en una entrevista en el Telenotícies Migdia de TV3 que en el «vestuario formamos una familia y muchas veces, en las familias, hay una oveja negra«. Automáticamente, las maquinarias de los medios de comunicación empezaron a funcionar y empezó la ‘caza bovina’ para descubrir a la más negra de las ovejas del vestuario del Camp Nou. Es lo malo que tiene acusar sin señalar, que todos son susceptibles de ser esquilados.
Aunque, no nos engañemos, hay tres o cuatro nombres que nos vinieron a la cabeza a todos ante una frase como ésta: «Nosotros vivimos en un mundo distinto. El dinero, la fama, las mujeres… dejamos la profesión como salor segundo; los verdaderos valores se apartan de nuestra vida«. Y si nos vienen a nosotros, que no estamos dentro del club, creéis que Joan Laporta y su ejército de técnicos, directivos, preparadores y demás no saben quién son estos jugadores? Créeis que la solución de todos los males del Barça este verano era enviar al Manzanares casi regalado a Thiago Motta, una de estas ovejas negras, pero quizás la que menos influencia tenía en el vestuario? Créeis que el bajón de Ronaldinho o Deco la temporada pasada se debió a motivos tácticos o físicos? Que un jugador como Eto’o, que es incapaz de decir cuantos coches tiene y que aparca algunos en el párquing del Camp Nou porque en otro sitio no le caben puede ser una persona con la cabeza bien amueblada?
Siempre he pensado que ser futbolista de élite, al nivel de los jugadores del Barça o el Real Madrid, y estar centrado es casi imposible cuando tienes a tu disposición cantidades ingentes de dinero, todas las mujeres que quieras y la fama y admiración de miles de personas. Hay gente como Oleguer, Edmílson o Kaká que incluso han afirmado que aborrecen toda la parafernalia que envuelve al juego, mientras que hay otros que, sin renunciar a sus privilegios, tratan de mantener un equilibrio. El problema está en el tercer grupo, en el que cae en la vida disipada y se olvida de que lo que les hace especiales es precisamente ese talento innato y maravilloso para jugar a fútbol. Mirad el ejemplo de Adriano: hace unos años llamado a ser uno de los tres mejores delanteros del mundo (és el único jugador al que he visto hacer un caño con una ruleta al estilo Zidane!) y hoy encerrado en una clínica de desintoxicación para alcohólicos. Quién es hoy en día Adriano? Cuántos pagaríamos por tener ya no su dinero, sino su talento para jugar al fútbol?
Romper este círculo vicioso en el que está instalado desde hace años el mundo del fútbol es una tarea que se me antoja ahora mismo casi imposible. La única solución que se me ocurre y que empezó a aplicar teóricamente la junta del FC Barcelona cuando llegó al poder es establecer una parte del sueldo fija y la otra, pongamos la mitad, variable en función de los títulos logrados (no en función del rendimiento personal, ojo!). La medida era justa y buena, pero ahora, años después de criticar lo que hizo Joan Gaspart, volvemos al mismo modelo de sueldos multimillonarios se haga lo que se haga, aunque esto sea un ridículo tan grande como el de la temporada pasada, en el que nos quedamos en blanco. Pondriáis la mano en el fuego por los jugadores, porque muchos lo sintieron como mínimo tanto como vosotros? O pensáis que algunos pensaron: «si bueno, hemos perdido la Liga, la Champions, la Copa… pero yo me voy a mi lujosa mansión con mis coches y al final de mes ya pasaré a cobrar». Y si esto pasa y la junta sabe quién piensa así, porque no se tomaron medidas drásticas en verano? No respondáis, es otra verdad incómoda.