Decía esta semana Xavi Lozano, secretario técnico del Blanes de Tercera División, que «ya se sabe que es un mal momento para los equipos que tienen como patrocinadores a empreses de la construcción», es decir, casi todos los de Segunda B para abajo. La afirmación explicaba el porqué los jugadores de su equipo, patrocinado por Grup Tarradellas, llevaban casi tres meses sin cobrar, tiempo en el que, casualmente, han sumado 10 puntos de 33 posibles. En los dos meses anteriores habían obtenido 17 de 29.
Los números hablan por si solos y, lo peor de todo, es que no es un caso aislado. El más grave, el que estos días está en boca de todo el mundo, es el del Roda de Barà, un equipo de Primera Catalana auspiciado en su momento por el periodista Luis del Olmo. Desde el principio de la temporada ha habido varios problemas de cobro por malentendidos entre el Ayuntamiento y la directiva hasta el punto que los jugadores en Navidades se plantaron. La situación se ha hecho tan insostenible que ahora, pese a que el consistorio ha puesto el dinero necesario para cubrir hasta el presupuesto hasta final de la temporada, ya hay muchos jugadores que están dispuestos a dejar el club este mismo enero, con lo que podría darse incluso la retirada de la competición y la lógica pérdida de categorías. La situación es tan surrealista que este domingo la plantilla del Roda está convocada para jugar contra el Tortosa, pese a que hace tres semanas, desde el 23 de diciembre, que no se ha entrenado.
Y los casos no se acaban ahí. Incluso el Girona de Raúl Agné, que está haciendo una temporada sensacional tras subir de Tercera al Grupo III de Segunda B, se ha puesto al día recientemente tras varios meses de atrasos. O el Lleida, en el que hoy su técnico, Zubillaga, reconoce que el vestuario está muy nervioso porque les adeudan varias mensualidades y eso se está traduciendo en una retahíla de malos resultados en el campo.
Lo peor de todo es que intuyo que esto no está haciendo más que empezar. El fútbol ‘modesto’ mueve cantidades de dinero desorbitadas, que mucha gente desconoce, pero que no hacen para nada honor a tal calificativo. Es surrealista ver como jugadores semiprofesionales de Tercera División pueden llegar a cobrar hasta 2.500 euros mensuales y que sean completamente en negro. Ojo que no estoy entrando a valorar si es justo o no que perciban tales cantidades, puesto que esto es algo que marca el mercado, pero no es lógico que haya clubes que manejen ese dineral cuando luego llevan cada domingo al campo 300 personas, a lo sumo. Sin el dinero de las televisiones y el merchandising que reciben los clubes punteros, cómo pueden estos clubes regionales instalarse en estos parámetros? Lógicamente, con el dinero negro que ha movido durante los últimos años un sector de la construcción que ahora empieza a replegar velas ante el descenso de las ventas. Así pues, o los clubes se ponen de acuerdo para rebajar las pretensiones salariales de los jugadores, cosa que dudo que pase porque todo el mundo va a la suya, o muchos van a pasar por serios problemas en los próximos años o incluso meses. Tiempo al tiempo.