Marzo en Dile que es Pelé

En Dile que es Pelé este mes de marzo ha pasado que:

Muchas gracias a todos por hacer que esto tenga sentido y por aportar en vuestros comentarios otro punto de vista sobre la actualidad futbolística.

El fútbol es un estado de ánimo

Podría señalar a Zambrotta por dejarse ‘menear’ en el área en el primer gol, en el que a Valdés le acaban rematando a bocajarro. Podría decir que Abidal comete un penalti infantil en la línea de fondo. Podría intentar explicar cómo un central rival puede controlar con el pecho un balón y empalmarlo a la red sin que nadie le moleste tan siquiera cuando hay siete jugadores del Barça en el área. O podría confesaros que siento vergüenza ajena por cómo defiende Thuram a Edú en el 3-2 del Betis, pero a estas alturas de la película, nada de todo esto es ya relevante. Ni tan siquiera lo es si Ronaldinho se está borrando, o si juega Deco o no, o si Rijkaard volvió a equivocarse con los cambios y ofreció una imagen de falta de gobierno en el banquillo, con su cara de impotencia en plena debacle del equipo.

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Decía Jorge Valdano una vez que «el fútbol es un estado de ánimo» y el del Barcelona ahora mismo es tan frágil, tan sumamente volátil, que basta un gol para tirar por tierra el excelente trabajo de los primeros 60 minutos. Los azulgrana vapulearon al Betis con una buena mezcla de posesión de pelota y profundidad, con un Iniesta magistral poniendo balones de gol a los puntas y con Bojan demostrando que es un jugador diferente y de los más prometedores del fútbol mundial. La efectividad del de Linyola y la facilidad con la que ve el fútbol son tan sorprendentes como los ocho goles que lleva ya marcados en Liga, una cifra que si la hubiera anotado cualquier otro chaval de 17 años del mundo provocaría ahora una lluvia de ofertas económicas.

Coincidencias o no, se fue él del campo, llegó el 1-2 y el partido giró por completo. No hay más explicaciones tácticas. El Betis no mejoró, no cambió tácticamente. Simplemente creyó que podía ante un equipo al que le temblaron las piernas y volvió a evidenciar su desesperante falta de carácter. Lo peor de ayer no fue perder los tres puntos y dejar rijkk6.jpgescapar la segunda posición y una Liga que el Barça no se merece y que es casi imposible que gane. Lo más doloroso fue ver como con 3-2 los jugadores azulgrana no daban ninguna muestra de rabia, de orgullo herido, cómo algún jugador del Betis no salía disparado por una entrada demoledora o había una tangana porque los locales estaban perdiendo tiempo. Porque tener carácter no consiste en pasarse el partido gritando y haciendo aspavientos como hace Puyol, sino en ‘levantar’ sibilinamente a un delantero que te está complicando la vida o en lanzarle una mirada asesina a un compañero que no ha marcado bién en una jugada a balón parado.

Y ahora, qué?

Seguro que el pensamiento que nos pasó a muchos por la cabeza ayer alrededor de las 10 de la noche fue «por favor, que esto acabe pronto». Sin embargo, no podemos perder de vista que el Barcelona está ante un gran oportunidad para llegar a las semifinales de la Champions League, algo que quizás no se valora en su justa medida, pero es complicadísimo de lograr. Hay que ser realistas y ver las limitaciones de un equipo fragmentado y sin cohesión interior alguna, pero todo el mundo, incluído entorno y afición, debe poner todas sus fuerzas en una competición que puede salvar la temporada.

Ahora bién, lo vengo diciendo desde hace tiempo y lo repito ahora, antes que pase lo que sea: aunque el Barcelona ganara la Champions, este ciclo se ha acabado y el primer equipo necesita una remodelación profunda. Al final de la temporada deberá decidirse hasta dónde llega esta cirugía: si sólo se cambian a dos o tres jugadores que ya están mayores, como se hizo el año pasado; si realmente se hace limpieza en el vestuario aunque esto afecte a los pesos pesados, como ya debió hacerse la temporada pasada; si se considera que Frank Rijkaard ha sido uno de los mejores entrenadores de la historia del club, pero hace falta un proyecto nuevo desde el banquillo o, incluso, si la cosa va a mayores y se empieza a exigir responsabilidades a los que deciden desde arriba. Después de ver el partido de ayer, creo que quedarán pocos aficionados del FC Barcelona que duden que el club necesita un cambio importante y decisiones firmes.

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La trayectoria de Ronaldinho en el Barça

Pese a que su hermano declaró ayer por la noche que no se acogerá al artículo 17 de la FIFA por la que puede rescindir su contrato unilateralmente, todo parece apuntar a que Ronaldinho abanadonará este verano el FC Barcelona, acabando así con cuatro años brillantes en la historia del club y un quinto prácticamente en blanco. Brillantes? Pues sí, aunque ahora no lo parezca, sí. Como creo que la memoria es muy frágil y previendo su adiós, me he dedicado a recopilar algunos de sus momentos claves desde que llegó en el 2003 al FC Barcelona. Sin embargo, en lugar de soltaros un rollo de texto con miles de datos, he preparado un juego algo más visual y atractivo. Si clickais en la foto que acompaña a este artículo veréis una ‘línea del tiempo’ de Ronaldinho como jugador del Barça. Algunas de las entradas sólo contienen datos extras, pero en otras podréis ver en vídeo algunos de los mejores goles y regates que nos ha dejado el gaucho. A disfrutar.

El baile de los entrenadores

Arséne Wenger, Michael Laudrup, José Mourinho, ayer Rafa Benítez… Son muchos los nombres que han ido sonando en los últimos meses de cara a ocupar el banquillo del primer equipo del Futbol Club Barcelona la temporada que viene, pese a que Joan Laporta reiteró hace poco su confianza en Frank Rijkaard. El técnico holandés está sufriendo en sus carnes el desgaste de cinco temporadas en el banquillo azulgrana y el desmadre de parte de una plantilla que no ha sabido atar en corto con su habitual mano izquierda, sus libros de filosofía y sus técnicas de control de grupo. Sin embargo, aún guarda en su manga los ases de una Liga que no está perdida y de una Champions que está complicada, pero ni mucho menos imposible.

El presidente del club azulgrana sabe, sin embargo, que una segunda temporada en blanco y sin medidas efectivas acabarían señalándole a él como el gran culpable de la situación del primer equipo. Así que Joan Laporta se encuentra ante una ecuación difícil de resolver: si quiere fichar a un técnico de garantías debe decidirse ya, pero si se precipita corre el ‘peligro’ de cargarse al técnico que hubiera ganado dos de las tres Champions de la historia del club, hablando hipotéticamente. La eliminación de la Copa no ha alterado mucho este panorama, puesto que se sigue considerando un torneo menor pese a la decepción que supuso el KO en Valencia. Todo queda, pues, a expensas del torneo de la regularidad y, sobre todo, de la Champions League.

Es innegable que en los despachos de Can Barça se ha hablado de entrenadores y que José Mourinho, pese a que hace un año pudiera parecer imposible, es el favorito de gran parte de los directivos de peso, encabezados por Marc Ingla. Sin embargo, tal como explicaba ayer acertadamente el maestro Paco Aguilar, a Joan Laporta no le convence Mourinho. El portugués es un entrenador complicado para cualquier presidente puesto que acepta las mínimas ingerencias desde arriba y, además, tradicionalmente no ha encajado con el perfil de técnico sosegado y ‘caballero’ que ha tenido el FC Barcelona. Siempre he pensado que un comportamiento socarrón y provocador, como el que tuvo en muchos momentos en el Chelsea, podría convertir su vuelta a Barcelona en una ‘Van Gaal History, tercera parte’. Por otro lado, también es evidente que Mourinho es un tipo inteligente, que presumiblemente sabría adaptarse a este entorno inflamable, que por otra parte ya conoce de su etapa como segundo de Bobby Robson.

Sea como sea, a Laporta, que no es muy partidario de meterse en asuntos del vestuario, pero que a veces lo ha hecho (como en la vilafrancada de Eto’o), no le convence Mourinho. Y se resiste a firmarlo, pese a las indirectas del portugués y a las contínuas noticias de ofertas millonarias por parte del Inter de Milan ue llegan desde Italia. Si el presidente pudiera elegir sin cortapisas, su número uno por filosofía de juego y personalidad sería Arséne Wénger, pero arrancar al francés del Arsenal parece poco más que utópico. A partir de ahí, los nombres de Michael Laudrup, aún un poquito verde para el Barça, y de Rafa Benítez, un entrenador cuyo estilo no encaja ni con calzador en el Camp Nou, parecen más rumores y especulaciones de la prensa que otra cosa.

En esta indefinición vive sumido Laporta que espera un ‘golpe de suerte’ en un sentido o en el otro: una eliminación de la Champions ante el Schalke le daría las armas para justificar ante la opinión pública el cese de un entrenador como Frank Rijkaard, que tiene muchas más cosas positivas que negativas en su haber; mientras que un triunfo en la Champions borraría de un plumazo todas las dudas, ya que sería descabellado pensar en cesar al técnico después de semejante fracaso. Falta ver, también, qué haría entonces el holandés, quién podría hacer las maletas molesto por la falta de confianza del club. Como casi siempre en el mundo del fútbol, los resultados dictarán sentencia.

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Joan Laporta, náufrago sin rumbo?

El viernes santo, unas horas después de la eliminación del Barça en Valencia, llegué al final de Las Benévolas uno de los libros más inquietantes que he leído en mi vida. A lo largo de más de 1200 páginas y a través de la vida de Maximilien Aue, un oficial que va haciendo carrera en las SS alemanas, Jonathan Littell narra el proceso que llevó a una nación como Alemania a dominar medio mundo para posteriormente ser arrasada por sus enemigos en el capítulo más sórdido de la historia de la humanidad. Crueldades y abominaciones a parte, la novela es hechizadora por los muchos retos morales que plantea y por su exhausta documentación, que demuestra que el vasto imperio nazi acabó cayendo tanto por la presión de los aliados como por su prepotencia, corrupción y errores infantiles. La última parte de la novela, pese a algún hilo suelto como la presencia de dos policías que buscan absurdamente al protagonista, resulta chocante por la destrucción, la decadencia de Berlín y de los principales personajes del tercer Reich, años antes tratados como semidioses por sus propios conciudadanos.

Probablemente influído por una novela que me ha marcado bastante, cuando vi a Joan Laporta el jueves, dando una rueda de prensa con la barba mal afeitada, diciendo que había visto rasgos de equipo campeón en el Barça tuve un flash. Era la misma imagen que había visto a través de los interminables párrafos de Littell, de decadencia, de humanidad mal llevada de quién hasta hace poco parecía tocado por una varita mágica y todo lo hacía bién y de repente veía impotente como el poderoso imperio que había forjado se despedazaba ante sus ojos.

Vaya por delante que ni por asomo quiero comparar a Joan Laporta con un dictador y a un asesino de esta calaña. Es más, yo no lo voté en el 2003 porque aún no era socio, pero no tengo ningún incoveniente en admitir que lo habría votado. Su llegada, además, me pareció una de las cosas más positivas de la historia del club, puesto que aterrizó en Can Barça en un momento en el que era preciso modernizar su estructura, su manera de hacer. Durante sus primeros años de gestión sacó al club del pozo en el que lo había sumido Joan Gaspart a nivel económico y también deportivo, ayudado en una gran medida por Sandro Rosell. El ‘ratio’ de acierto de ambos en los fichajes fue altísimo. El Barcelona de las ideas, de los partidos a medianoche, del powerpoint, de los directivos educados que hablaban bien y lucían mejor fue ganando partidos y títulos, hasta coronarse como el mejor de Europa una noche de mayo del 2006.

Se hablaba, aun os acordaréis, que nunca más se renovaría a jugadores por una chilena en el último partido de Liga, que no se pagarían comisiones a representantes chusqueros, que no se doblegarían ante los caprichos de unos cracks que cobrarían en función de variables, rendimiento y títulos… El discurso era humilde, había buen rollo con la plantilla y en la grada, las voces críticas, siempre presentes en este club, se reducían a la mínima expresión. El barcelonismo vivía, en definitiva, una especie de comunión en todos los sentidos que muy pocas veces se ha dado en la historia del club.

Pero entonces se fue Sandro Rosell y con él, Juanjo Castillo, amigo íntimo de jugadores de la plantilla como Deco o Ronaldinho. La prensa destapó el pasado de Alejandro Echevarría, que también gozaba de muy buena prensa por parte de una plantilla que le llamaba ‘el conseguidor’, y Joan Laporta no tuvo más remedio que prescindir de sus servicios. Medidas de puertas para adentro, que acabaron afectando al club de puertas para afuera, aunque muy a largo plazo. Y mientras este malestar no salía a la superficie, los títulos tapaban la horrible gestión a nivel de fútbol base (con descenso del B a Tercera), la desgracia del equipo de básket, la caída de la sección de balonmano… Mala gestión en algunos casos que no obtuvo la respuesta contundente y acertada por parte del presidente, al que muchos acusaron ya entonces de centrarse más en codearse con la alta sociedad catalana y de posicionarse políticamente de cara al final de su mandato en el club que en sus problemas mas acuciantes.

Porque, en apariencia, el Barcelona seguía en la cúspide del fútbol europeo y continuaba teniendo a un elenco de cracks imbatibles… en la Playstation. A nivel de títulos, el 2007 ya se cerró en blanco y Joan Laporta continuó con su línea de los últimos meses, la de cerrar los ojos y no querer actuar ante los problemas, los males reales del equipo, su falta de carácter, los desmadres nocturnos, la galactización de determinados cracks, la falta de jerarquía en el vestuario…

La lamentable idea de primar a la plantilla ante el Valencia

Y así, en esta dinámica decadente, se entró en la presente temporada, en la que se ha vivido lo que para mi es el punto más decepcionante de estos últimos años como aficionado del FC Barcelona: ver como Joan Laporta sólo atinaba a ofrecer una prima económica a los jugadores para eliminar al Valencia. A algunos le pareció una mera anécdota, pero para mi fue toda una revelación. Aquél presidente que parecía ir siempre un paso por delante nuestro, con una hoja de ruta marcada e inalterable por los resultados, no tenía otra salida al desmadre generalizado de la primera plantilla que tentarla con más dinero.

Recuerdo que cuando llegó Laporta se habló de cobrar una parte de la ficha en fijo y otra en variable según los títulos, una fórmula del todo lógica y coherente, pero que ya entonces me pareció inasumible si se quería tentar o retener a los mejores cracks del fútbol mundial. El tiempo dio la razón a mis peores presagios, pero nadie dijo nada porque la plantilla era de campanillas. Ahora bien, llegar a este punto de desmadre casi generalizado y tomar como única solución la de ofrecer más dinero me pareció de una simpleza impropia de una persona que considero inteligente como Joan Laporta. Es como el presidente de un país chusquero y subdesarrollado en el que el pueblo se queja que tiene hambre y, en lugar de iniciar una reforma valiente y decidida a largo plazo de la economía, sale a la calle y reparte unos cuantos billetes entre el pueblo. La medida, además, me pareció la de alguien desesperado, que se ha dejado llevar por la corriente en su balsa tomando el sol, bebiendo caipirinhas y comiendo plátanos, y de repente se da cuenta que está perdido en alta mar y no tiene ni la más remota idea de cómo volver a aguas seguras.

Eso es lo que realmente me preocupa. Hasta ahora siempre he pensado que Joan Laporta tenía una hoja de ruta muy clara y sabía exactamente cuáles eran los males del Barça y actuaba en consecuencia. Pero empiezo a dudarlo seriamente y a pensar que realmente, tuvo un golpe de suerte en la formación de un gran equipo y en el fichaje de un entrenador idóneo para el club y que luego se ha limitado a saborear sus mieles y sus réditos, sin aplicar medidas necesarias y a veces impopulares para que la maquinaria continuara funcionando. Siempre he dicho que lo peor no es cometer un error, sino no aprender de uno que ya has cometido previamente. Habrá aprendido la junta de lo que pasó la temporada pasada y actuará en consecuencia cuando acabe la presente? O se dejará llevar por los títulos que esperemos que consiga el club y hará otra operación de maquillaje?

Frikismo: Inglaterra, con España!

Ninguna de las selecciones de las Islas Britànicas, donde el fútbol es casi como uan religión, se ha clasificado para la fase final Eurocopa. Esto augura un verano un tanto descafeinado para los seguidores escoceses, irlandeses, galeses e ingleses, pero en SkySports han encontrado la solución. Como en las islas está de moda la ‘Spanish Army’ con técnicos como Rafa Benítez o Juande Ramos y jugadores como Reina, Almunia, Cesc, Torres o Xabi Alonso, pues que los británicos apoyen a España. Podéis ver la historia completa en este vídeo, bastante cargado de tópicos, pero ciertamente divertido.

Ver vídeo

(Vía Pixel y Díxel)

El ‘otro’ Barça

Hace apenas siete meses, en agosto del 2007, muchos tirábamos la mirada hacia adelante y soñábamos con ganar la final de la Champions de Moscú. En nuestros sueños nos imaginábamos a Frank Rijkaard seleccionando las piezas de su puzzle, con problemas para elegir en el puesto de central entre Puyol, Márquez y Milito; dejando fuera a Xavi o Iniesta del centro del campo junto a Touré y Deco y una delantera demoledora, en la que se cambiaba a Eto’o, Messi o Ronaldinho y entraba Henry.

54247.jpgSi nos hubieran dicho que Bojan sería el mejor jugador de la vuelta de la semifinal de la Copa ante el Valencia, con Gudjohnsen como titular en el centro del campo y jugadores como Pedrito, Víctor Vázquez o Víctor Sánchez completando la convocatoria hubiéramos mirado a nuestro interlocutor con cara de extrañeza, de no saber de qué nos estaban hablando. Sin embargo, ésta es la situación actual y debemos irnos acostumbrando, porque creo que, por mucho que se recuperen los lesionados Frank Rijkaard ya ha elegido. Y ha optado por el camino de los jugadores que, aún con menos calidad, están comprometidos con el proyecto, que creen en este Barça y, lo que es mas importante, quieren jugar a fútbol por encima de todo, de contratos, de salidas nocturnas, de futuros traspasos…

El Big bang del Decosistema que narraba en el post anterior es un hecho y el gran problema es que se ha producido a media temporada, afectando a jugadores como Deco, Márquez o Ronaldinho que estaban llamados a ser piezas clave en la columna vertebral del equipo. Frank Rijkaard trató de retrasar al máximo su extirpación, pero ha llegado un momento en el que ha visto que las dolencias de estos jugadores estaban extendiéndose al resto. Por eso ha tenido que cambiar de filosofía a media temporada y apostar sólo por aquellos que están al cien por cien y no sólo física, sinó mentalmente.

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El problema de este giro es que el equipo ha tenido que reinventarse a si mismo en el momento crucial de la temporada, en el que se permiten pocos errores, y lo ha pagado caro en la Copa y ciertos partidos de Liga. El Barça, por ejemplo, ha perdido la tremenda solidez defensiva del inicio de la campaña, como lo demuestra el hecho que sólo ha mantenido su puerta a cero en uno de los últimos 11 partidos, pero en contrapartida está recuperando su espíritu de lucha, la rabia. Ésta es la simplificación del partido de Valencia (errores defensivos, pero orgullo para luchar hasta el final) y la mejor lectura del duelo de ayer ante el Valladolid.

Más vale tarde…

El giro de Frank Rijkaard ha llegado tarde, es cierto, porque esto lo veíamos venir casi todos, pero puede que no sea demasiado tarde. La tremenda irregularidad del Madrid de la casta, de las remontadas y de Raúl, le está dando vida en la Liga, aunque el Villarreal, del que ya dije que es el mejor equipo que ha pasado esta temporada por el Nou Camp, viene como una moto y ya ha recortado el margen de error de los dos grandes. En la Champions, el sorteo ha deparado una eliminatoria que no va a ser fácil, pero sí más asequible que otras, y que dejaría al equipo a un paso de la final. Una final en la que, por cierto, seguramente no estará aquél once que soñábamos todos en agosto.