Curiosamente, la misma semana en la que Roger Federer quedaba eliminado por primera vez en años en la primera ronda de un torneo, el Real Madrid vivió una situación análoga en los octavos de final de la Champions League. Una buena comparación, pues, la que hizo Bernd Schuster en su momento. La línea entre la autoconfianza y la prepotencia es tan delgada que a veces es muy fácil cruzarla y meterse en terrenos pantanosos, algo que conoce muy bien el técnico alemán. Si para él la eliminación ante la Roma «no es una derrota» haría bién en explicarnos al resto de los mortales lo que sí lo es, porque a muchos nos pareció una DERROTA en mayúsculas ante un equipo que, sin tantas estrellas rutilantes, dio una lección de como jugar a fútbol en bloque y con sentido.
El aficionado medio del Real Madrid estará cabreado por haber perdido ante la Roma, el inteligente, preocupado por la manera cómo se perdió. Los blancos dieron la sensación de ser un equipo sin patrón de juego, movido por los arranques de inspiración de Guti, por la casta de Raúl, las paradas de Casillas y la genialidad de Robinho, pero poca cosa más. Lo de casi cada partido, vaya. Esta sensación se hizo dolorosamente patente ante un rival bien armado, inteligente en sus salidas, con futbolistas sin un gran nombre europeo como Aquilani, Taddei o incluso Tonetto, que dieron un lección de juego práctico y sentido táctico. Si a ello le sumamos un Totti imperial, que acabó deleitándose en su propia clase, un De Rossi sensacional y una defensa dirigida por un recuperado Mexés, tendremos una Roma que nos ha dado una lección a los que no confiabámos en ella.
Falta ver en eliminatorias futuras si los romanos son tan buenos o fue un Real Madrid pésimamente dirigido desde el centro del campo por Gago y Diarra quién los hizo parecer mejores. Los blancos empezaron la temporada de manera inapelable a nivel de resultados, pero con un juego a todas luces irregular. En lugar de preguntarse ‘cómo puedo mejorar, aunque vaya ganando‘ se estancaron en el ‘para qué mejorar, si ya ganamos‘ y ha llegado un momento en el que no han bastado las paradas de Casillas y los goles de Van Nistelrooy, y la casta y la suerte les han dado la espalda. Es ésta, la de buscar siempre la manera de mejorar, una filosofía muy catalana, que a veces se aplica con demasiado celo a un FC Barcelona que sigue vivo en las tres competiciones. No lo olvidemos.
Dice el dicho que las comparaciones son odiosas, pero también son necesarias a veces para poner las cosas en perspectiva. Si yo subo el Everest y soy el primero, es una gesta, pero si lo subo y conmigo lo hacen 250 personas al día, es algo más cotidiano. En el caso del fútbol, al Madrid le queda a estas alturas luchar por la Liga y al Barça, las tres competiciones. Es evidente que los azulgrana aún no han ganado nada y no están hoy mejor que ayer, pero resulta incontestable pensar que alguna cosa han hecho bien y que alguna cosa han hecho mal los blancos para llegar aquí así y haber perdido cinco de los últimos siete partidos. A ver si tendrán razón los que decían que Bernd Schuster no sabe plantear a nivel de preparación física una temporada y que sus equipos se funden en las segundas vueltas…
El panorama a partir de ahora es un Real Madrid centrado en la Liga y el FC Barcelona, luchando en tres frentes diferentes. La lógica nos dice que, con los blancos concentrando todas sus fuerzas en una Liga que tienen encarada, no se les puede escapar, pero es la misma que se le podía aplicar al Barça la temporada pasada y acabó saliendo rana. La sensación del todo o nada, de la obligación de ganar el título para maquillar una temporada que parecía iba a ser gloriosa y se está envenenado, puede pesar y mucho en el futuro de los de Bernd Schuster.
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