Apenas 15 días después y casi a la misma hora que Uche ponía patas arriba el Bernabéu y parecía dejar la Liga a manos del Barça, el Villarreal le dio en el Nou Camp otro giro a una competición que parece más una montaña rusa que cualquier otra cosa. El Real Madrid vuelve a estar a ocho puntos de los de Frank Rijkaard, que me temo que a partir de ahora se centrarán más en la Champions y en la Copa que en el campeonato doméstico. Una opción lícita, la de centrarte en los títulos en los que tienes más opciones, pero tremendamente peligrosa. Es como si dejas tu trabajo y con el finiquito compras un montón de números de lotería: si la jugada te sale bién, la explosión de alegría y el botín es colosal, pero si la suerte te da un poco la espalda, te quedas sin nada. Y hay que recordar que en la Copa el Barça debe ir a Valencia a marcar como mínimo un gol y que en la Champions ahora vienen los verdaderos pesos pesados del torneo.
Hay una sensación que arrastro desde la temporada pasada y que me quedó confirmada ayer tras ver el partido del Villarreal: el Barça lleva dos años, desde la final de París, sin hacer un auténtico partidazo, sin lograr un buen resultado ante un equipo grande. Esta temporada, por ejemplo, ha perdido cuatro de los cinco partidos que ha disputado con equipos de la zona Champions (Real Madrid, Villarreal y Atlético de Madrid), mientras que la temporada pasada (Real Madrid, Sevilla y Valencia) este mismo baremo arroja una victoria en seis partidos y cinco puntos de 18 posibles. A esto hay que sumarle que el Barça perdió ante el Sevilla en la Supercopa de Mónaco, ante el Internacional en el Mundialito de Clubes y que en la Champions cayó ante el Chelsea fuera y empató en casa y con el Liverpool cayó en el Camp Nou y ganó fuera… pero quedó eliminado. Yo, sinceramente, achaqué ésta cuestión la temporada pasada a un falta de carácter general y a una mala condición física, pero creo que este año los fichajes de Abidal, Milito y Touré han aportado carácter y no noto al equipo mal físicamente, a excepción de algunos casos puntuales, así que ando un poco despistado.
El gran embudo del Villarreal
El Villarreal se mostró a mi entender como el mejor equipo que ha pasado por el Camp Nou esta temporada, con una mezcla casi perfecta de equilibrio, buena defensa, jugadores de toque en el centro del campo y pegada en los contraataques. Su técnico, Manuel Pellegrini, juega con un 4-2-3-1 en el que dos factores son claves: el doble pivote que barre todo lo que le llega y una defensa que se engancha a esta pareja de jugadores y no deja espacios entre ambas líneas. Esto, a la práctica, convierte el campo en un gran embudo en el que no se puede entrar por el centro casi de ninguna manera posible. Dicha sensación se acrecentó en la primera mitad con un sorprendente cambio táctico: Frank Rijkaard ubicó a Ronaldinho de media punta, con Henry y Eto’o por delante. La parte buena de esta maniobra es que el carril derecho quedaba vacío, la mala, que quién debía aprovecharlo era un Zambrotta que no tiene desborde en el uno contra uno ni precisión en sus centros. Si a esto se le suma que el Villarreal movía muy bién el balón y que al Barcelona le cuesta mucho más recuerarlo en zonas en las que pueda hacer daño a la contra, entenderemos porqué quedaban inutilizados la mayoría de los ataques azulgrana.
En la segunda mitad Rijkaard rectificó y ubicó a Ronaldinho en la izquierda y a Henry por la derecha, pero ambos tendieron a venirse al centro, en lugar de abrirse y tratar de encarar, y casi nunca desbordaron a los laterales del Villarreal. De hecho, una de las pocas veces que alguien (Iniesta) se marchó por la banda y puso un balón atrás acabó llegando el único gol de un Xavi que se ha aficionado a marcar. El gol dio paso a unos minutos de más empuje e ilusión del Barça, pero sin fútbol real. En esta tesitura el empate de poco servía y el Barcelona se desorganizó iendo a buscar la victoria y acabó propiciando el 1-2 del Villarreal, que tengo pocas dudas que acabará jugando la Champions. Rikjaard, por cierto, tardó en hacer el primer cambio y ordenó el segundo con el partido ya roto, pero tampoco creo que el problema del equipo ante los grandes sea exclusivamente de planteamiento, aunque algunos errores se han cometido. Qué creeis vosotros? Falta de carácter y competitividad? De espíritu ganador? De recursos tácticos? Un poco de todo?