La Ultratrail Barcelona era la primera gran prueba de mi calendario particular por distancia (114 km. en principio), porque era el Campionat de Catalunya de la FEEC y porque se corre en mi comarca y he participado en sus tres ediciones. El tema de la salida conjunta y a las 10 de la mañana no me convencía nada. Había entrenado la primera parte del recorrido con Sergi Montes (que al final hizo la Marathon Trail y quedó segundo) y tenía claro que con tanta gente saliendo a la vez y dos carreras cortas por el medio, en las que los corredores saldrían muy muy rápido, o te espabilabas al principio, o se podía formar una cola considerable.
En el último entreno me torcí un tobillo y me hice un esguince leve que me llevó de cabeza toda la semana. Además, el día de la carrera amaneció según las predicciones, lluvioso y algo frío. Nos levantamos muy pronto, recogimos los dorsales sin mayores problemas, me encontré con la responsable de prensa de Asics, que me dio las Asics Gel Fuji Trabuco con las que corrí la prueba (se portaron de manera espectacular en unas condiciones durísimas) y tomamos un café para no mojarnos durante la espera. Ya de camino a la salida, a apenas 30 minutos de empezar, te encontrabas corredores en coche que preguntaban dónde se recogían los dorsales y se podía intuir que algo iba mal. Una vez en la playa de San Sebastià, pasamos el control de material, me separo de Jesús Tenor, con el que iba a correr, y ya no lo encuentro. Me quedo con los amigos del Aquarunning y cuando se da la salida aprieto para pasar corredores, pero me preocupo al ver una cola larguísima. En una de las curvas encuentro a Jesús y tratamos de colocarnos lo más adelante posible.
Sigue lloviendo, hay mucho barro y charcos y en una de las subidas el ascenso es muy dificultoso, ya que nos venimos literalmente abajo. Por suerte, una vez pillamos la pista ya se puede correr bien y llegamos a La Morella sin más incidencias y a buen ritmo. Allí nos separamos de la Maratón y espero que se aclare el camino, pero al haber salido atrás aún vamos con bastantes corredores de la Long Trail. Como no puedes saber si son de tu carrera o no y tampoco te dan referencias de paso, me despreocupo por completo de la posición. Con toda la gente buena que corría, profesionales y ultraatletas que han venido por el Campeonato de Catalunya, sé positivamente que será imposible repetir el 14º puesto del año pasado, e incluso quedar entre los 25 primeros. Mi prioridad no es competir, como en otras carreras, sino que Jesús acabe y que vayamos juntos todo el rato. Por todo ello, me despreocupo de ritmos y me centro en controlar constantemente el track de la carrera en mi Garmin Fenix, ya que únicamente hay marcas en el suelo con una pintura soluble al agua, muy espaciadas y en algunos puntos completamente tapadas por la lluvia o el barro. Pese a ello, nos colamos un par de veces y en una de ellas conocemos a alguien como se suele conocer a las personas cuando corres una ultra: cuando te equivocas y el de atrás te avisa. Veo que se llama Henrik y le pregunto en inglés de dónde es y me explica que es danés, vive en la India, ha venido para correr la prueba y que se está entrenando… para la Western States! Wow! Uno de mis sueños! Así que ya me véis corriendo e intentando hablar con él en inglés macarrónico.
En éstas llegamos a Begues, dónde nos dicen que por condiciones meteorológicas han recortado un tramo de 8 kilómetros en Olesa y nos alegran el día. Sigue lloviendo y vamos completamente empapados. Nos separamos definitivamente de los corredores de la Long y nos enfrentamos al tramo que sé positivamente que es el más duro de los tres en los que se divide la prueba. Vamos con Henrik, que es alto, espigado, y corre muy ligero. Yo no voy mal, el tobillo no me duele, pero tengo molestias en la cadera y la sensación que vamos algo forzados, corriendo en algunas subidas en las que deberíamos caminar y conservar. Apenas llevamos 40 km., queda mucho y el año pasado lo pasé mal en este tramo. Aflojamos un poco y dejamos que Henrik se vaya. No estoy cómodo y llego bastante cansado al final de la subida a la Desfeta, antes de afrontar la bajada a Sant Climent, donde me hidrato bien y sigo con mi pauta de geles cada 20 kilómetros y magnesio para evitar rampas. De ahí viene otra subida dura que me deja exhausto, pero en la bajada a Torrelles recupero sensaciones, empiezo a correr muy fuerte y llego muy animado al avituallamiento, en el que conozco a uno de los voluntarios del año pasado y del concierto de Bruce y charlamos entre risas. Me dice que vamos bien, pero le pido que no me diga la posición.
Jesús, que ha ido tirando en muchos momentos y está mejor físicamente que yo, empieza a quedarse rezagado y me preocupo. Me comenta que tiene molestias en la rodilla de la bajada y amagos de rampas en los gemelos, su gran preocupación. Trato de animarlo y sacarle presión, diciendo que si hace falta parar, paramos, y que no se agobie que es normal tener momentos malos. De Torrelles a Begues vuelve a haber una subida muy fuerte que nos pone a prueba y nos agrupa con un par de corredores más. Una vez arriba se inicia la bajada al avituallamiento, al que llego muy justo de fuerzas y con hambre. Normalmente no suelo parar mucho ni comer, pero supongo que el frío ha consumido muchas de mis energías y decido comer un copioso y delicioso plato de pasta con tomate y atún, además de hidratarme muy bien y llenar el camelbak. Mientras hacemos todo esto, en apenas 10-15 minutos, nos entra un frío terrible y, temblando, decidimos cambiarnos de ropa. En mi caso me pongo una camiseta térmica finita debajo para afrontar las horas de noche que se acercan.
Sigo sin mirar tiempos ni parciales, pero son sobre las 6 de la tarde, por lo que llevamos unas 8 horas y vamos más o menos en la línea de mi carrera del año pasado. A la salida de Begues se afronta el Montau, el punto más alto de la UTBCN, pero es una subida sostenida e incluso nos sorprendemos de lo bien que la hacemos. Algo está cambiando. No sé si es el avituallamiento o la sensación psicológica de haber hecho dos tercios de la carrera y afrontar el último tramo, aunque sea el más largo. La siguiente bajada es prolongada y empezamos a correr rápido, muy rápido. Me siento genial de piernas y sólo me duelen las plantas de los pies después de tanto impacto con las piedras. Ya no llueve, pero hay humedad y hace frío.
Pasamos a dos corredores y llegamos con buenas sensaciones a Olesa (km 77), dónde han recortado el bucle de 8 quilómetros. Estamos a apenas 27 de la meta! Bebemos bien y salimos rápidamente, adelantando a otro corredor que se queda en el avituallamiento. En este tramo seguimos corriendo a un buen ritmo, intentando llegar a Can Grau antes de anochecer. Aquí cometemos el único error, a mi entender, de una carrera que gestionamos muy bien, ya que no tenemos claro la distancia (aunque era complicado con tantos cambios de recorrido y recortes). Yo pensaba que estaba a unos 10 km., pero pasa esta distancia y no llega. Se nos hace de noche y nos ponemos los frontales, nos vamos quedando sin agua, Can Grau no llega, yo me voy tomando geles y cafeína porque me noto que me voy vaciando… Finalmente llegamos… Más de 15 km. después del último control! Allí hacemos un último avituallamiento, sobretodo de líquido y un suculento bocadillo de pan de molde con nocilla, y afrontamos los 10 km. restantes.
El año pasado llegué a este tramo muy perjudicado, pero seguimos realmente bien de piernas y de ritmo, corriendo incluso en algunas subidas y sin ya reservar nada. Cada vez pasamos a más corredores de la Long, que se paran, se apartan y nos animan. Sensacional el compañerismo que hay en estas carreras! La llegada este año la han cambiado y es mucho más fácil, ya que el año pasado tenías que afrontar una complicada bajada desde la Creu de Sant Isidre hasta el Port d’Aiguadolç. Llegamos a la Fita, un lugar desde el que solemos iniciar muchos de nuestros entrenos, se lo comento a Jesús, lanza un grito de alegría y nos lanzamos abajo a casi 4′ el km. Pillamos a Henrik, le animamos y le decimos que ya estamos, y trato de disfrutar de la sensación de ‘volar’ después de 100 km. de barro y montaña por el Garraf. Entramos en la meta de la Piscina en 13h30′, 20 minutos menos que al año pasado, realmente con buenas sensaciones. La sorpresa llega luego, cuando vemos las clasificaciones y vemos que estamos el 14 y el 15 de la general! Yo repito el puesto del año pasado, pese al altísimo nivel que hay, y acabo séptimo en el Campeonato de Catalunya, en el que Jesús queda el segundo veterano. Lo mejor, sin embargo, son los momentos que hemos compartido juntos y las sensaciones, especialmente en el último tramo de una carrera que, pese a los problemas que ha vivido este año, sigue siendo bellísima y contando con una gente excepcional.