Test de material: Pantalones Salomon Exo S-Lab Twinskin

«Ah vale, unos pantalones y unas mallas que valen un dineral solo porque los lleva Kilian Jornet», pensaron algunos la temporada pasada cuando Salomon lanzó los Exo S-Lab Twinskin. Sin embargo, cuando los veías de cerca y, sobretodo, los probabas, te dabas cuenta que era algo más. De hecho, mucho más que eso.

En primer lugar, para los no iniciados, no son unos pantalones más unas mallas, sino que son unos pantalones con mallas integradas o unas mallas con pantalones por encima, como quieras. Esto, que puede parecer una tontería, no lo es ni mucho menos. A mi, por ejemplo, no me gusta la sensación de ir únicamente con mallas, pero reconozco que el efecto compresivo que producen es muy bueno para retener la musculatura de la pierna, y más si la malla es de la gama EXO, en forma de retícula y con una sujeción muy buena, sin llegar a apretar en exceso. El hecho que ayuden a recuperar más rápido o no, eso ya no lo puedo asegurar, pero está claro que mal no debe ir.

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A primera vista, el diseño produce una mezcla de curiosidad y asombro, con la parte interna de los pantalones cosida directamente a la malla. Una vez puestos, sin embargo, el efecto visual es perfecto y no se ve la costura interior, sinó unos pantalones con la pequeña malla que asoma debajo. Vale, estéticamente quedan muy bien y dan aspecto de pro, però qué tal la comodidad? Bueno, la verdad es que es excelente. Llevan incorporado un calzoncillo interior, que permite una mayor sujeción, y la cintura es bastante alta, algo que en principio no me convencía, pero que a la larga no se nota porque la sujeción és muy buena, pero sin llegar a oprimir. La principal función de esta cintura es la de incorporar un gran bolsillo frontal y varios en la parte posterior, los cuales permiten guardar geles, barritas o llaves y los convierten en ideales para entrenos algo largos o para carreras en las que no hay que llevar un exceso de material obligatorio. El único pero que le pondría es que, pese a que estos bolsillos cierran y aprietan bien, echo de menos uno con cremallera para guardar las cosas con plena seguridad. Y os lo digo por experiencia, ya que hace poco tuve un buen susto con unas llaves que acabé recuperando, por suerte.

Foto de Ian Corless (Talkultra.com)

Julien Chorier en la Ronda dels Cims 2013 – Foto de Ian Corless (iancorless.org)

Dicho todo esto, está claro que son unos pantalones cómodos, estéticos y con tres o cuatro detalles espectaculares, ahora bien… son duraderos? Bueno, yo hace un año ya que tengo el modelo anterior y les he pegado caña, tanto en entrenos como en carreras. Al principio no me atrevía a usarlos en un ultra, porque tienen pinta de ser frágiles y temía mucho por las rozaduras que suelo tener en la parte interior de los muslos. Pues bien, este año he hecho ya con ellos dos carreras tan diferentes como la Transvulcania (10h17′), con mucho calor, y la Volta a la Cerdanya (6h31′), con agua a mansalva y algo de frío, y me han ido de coña. Tengo alguna rascada en el pantalón exterior y un pequeño agujero en las mallas interiores, pero me parece poco después del tute que les he pegado.

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Superadas las reticencias iniciales, me decidí por repetir con el modelo de este año, aunque lo busqué en negro y en mi talla (M) fue imposible. Según me han comentado en algunas tiendas, Salomon hizo pocas unidades de este color y volaron en pocos días, así que al final repetí con el gris, que este año es un poco más oscuro. También hay algún pequeño cambio en los bolsillos y el tallaje, que es algo más pequeño y se agradece, ya que en el modelo del año anterior la M me iba algo holgada de las mallas y eso que tengo unas buenas piernas.

Llegados a este punto, la pregunta que mucha gente me ha planteado: vale la pena gastarte entre 135-150 euros en unos pantalones de trail? Bueno, eso es muy muy personal y depende del uso que les des. Ahora bien, en mi caso lo tengo muy claro y es casi indispensable tener unos de estos para combinar con otros modelos más ligeros y frescos en verano. La inversión es alta, pero a la larga queda compensada.

Julien Chorier gana la Ronda dels Cims de la Andorra Ultra Trail Vallnord 2013

El francés Julien Chorier ha sido el claro ganador de la Ronda dels Cims, la prueba reina de la Andorra Ultra Trail Vallnord, equiparable por distancia y dureza al Ultratrail del Montblanc (171 quilómetros y más de 12.000 metros de desnivel positivo). El corredor del Team Salomon ha dominado por completo la prueba y, con un tiempo de 28h40′, ha pulverizado el récord de un recorrido que este año ha perdido desnivel por la nieve acumulada en algunos puntos, pero que sigue siendo uno de los más duros y exigentes de Europa.

Fotos de Ian Corless (iancorless.org)

Fotos de Ian Corless (iancorless.org)

Chorier, gran candidato a ganar también el Montblanc, ha liderado desde el principio la prueba que arrancó el viernes por la mañana de Ordino, seguido muy de cerca por el andorrano Xavier Teixidó, que ha apostado muy fuerte de entrada y lo ha acabado pagando. El francés del Salomon ha ido ampliando claramente las diferencias respecto al resto de perseguidores, mientras que por detrás Teixidó abandonaba en les Bordes d’Envalira, a 30 quilómetros de la meta, y Kenichi Yamamoto hacía una carrera muy inteligente, de menos a más. El japonés ha superado en el tramo final a un Matt Cooper que casi toda la carrera ha andado entre los tres primeros y ha acabado cruzando la meta de Ordino en tercer lugar, a 13 minutos de Yamamoto.
Foto de Ian Corless (Talkultra.com)
Cabe destacar que la gran cantidad de nieve acumulada este año en las cimas del Principado obligó a modificar parte del recorrido, especialmente la subida al Comapedrosa, y ha complicado mucho la prueba, aumentando notablemente el número ya de por si alto de abandonos. Algunos de los nombres destacados que no han podido acabar son el andorrano Marc Llucià, Terry Conway o Nerea Martínez, la corredora del Salomon Spain que pretendía revalidar su título de la Ronda dels Cims. En la categoría femenina, la italiana Francesca Canepa ha sido la gran dominadora de la prueba y se ha impuesto en 36h18′. La gran sorpresa ha saltado en la segunda posición, en la que la catalana Olga Mankó ha hecho un sensacional tercio final de carrera y ha superado a otro de los ‘pesos pesados’, la francesa Emilie Lecomte, que ha llegado a liderar la carrera en su tramo inicial y que lo ha pasado mal al final.
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En el Ultra Mític, el segundo en importancia y distancia (110 km. y +8.200) metros, el triunfo ha sido también para un francés, Sébastien Bruffard, que se ha impuesto en 18h11′ entrando junto a Óscar Pérez, el ganador de la Ronda del 2012. En el Celestrail, también clara victoria de Emanuel Ripoche en 10h04′, y en el Trail de 35 km. Marc y Óscar Casals entraron al unísono en 3h57′.

Volta a la Cerdanya 2013 – 19º en 6h31′

La Volta a la Cerdanya Trail (87 km) suponía mi tercera prueba de la temporada y la última de la primera parte integrada por Ultratrail Barcelona y Transvulcania. A esta carrera acudía ‘obligado’ como participante en el Projecte Summit de Emma Roca, un estudio pionero y que pretende analizar los efectos de las ultramaratones sobre el cuerpo y las características peculiares que podemos tener algunos de los participantes en estas pruebas.

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Por todo ello, estaba citado el viernes en el Hospital Transfronterer de Puigcerdà para realizar algunos estudios como la bioimpedancia, mediciones de materia grasa, peso y altura, un ecocardiograma o un electrocardiograma, que se sumaban a los análisis de sangre, saliva y orina que ya me habían realizado anteriormente en Cardia de Girona. Las pruebas duraron una hora y media y como curiosidad me fui con un montón de marcas en los puntos en los que debían volver a medirme la materia grasa tras la carrera.

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El sábado amaneció tapado, desayunamos y junto a Jesús Tenor fuimos a Martinet, de donde la VCT partía a las 8 de la mañana. Justo antes de llegar empezó a llover levemente, lluvia que se mantuvo hasta instantes antes de la salida, en la que decidí quitarme el impermeable. Al contrario que en otras carreras, en los primeros quilómetros la gente salió tranquila y yo, casi sin apretar, me vi entre los 10 primeros, cosa que no me hacía mucha gracia. En la primera subida hasta el Estana no fui con el gas a fondo, pero iba corriendo en la mayoría de tramos y, aún así, me pasó bastante gente que subía fuerte.

Ya desde entonces empezó una lluvia constante que dejó el camino muy muy enfangado y en algunos tramos complicado. Aún así, me sorprendió gratamente ver que el terreno era muy asequible, con subidas que se podían correr en su mayoría de tramos y bajadas no excesivamente técnicas o por pista. Había que cruzar algunos ríos y muchos prados y en general disfruté mucho de un trazado y unas condiciones muy diferentes al suelo pedregoso y árido por el que suelo entrenar.

Llegando al primer avituallamiento, sobre el quilómetro ocho, empezó a llover copiosamente y empecé a tener frío, así que me puse el chubasquero. Aunque no tenía apenas sed, bebí un poco de agua y empecé una larga bajada hasta Bastanist tras la cual me paré unos instantes a quitarme el chubasquero y a esperar a Jesús, que se había rezagado un poco en la primera subida. Me sorprendió ver que en ese corto espacio de gente me pasó mucha gente y que parecía muy muy fuerte, aunque supongo que es normal teniendo en cuenta que corrían la prueba varios corredores semiprofesionales o de gran nivel, como Toti Bes.

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Tras contactar con Jesús iniciamos una larga subida que hicimos casi toda corriendo, pero en la nos seguía adelantando gente, y una intensa bajada hasta Nas, más o menos ya en el quilómetro 25. pese a la intensa lluvia que no cesaba, algunos ratos de frío y el barro, íbamos corriendo muy rápido y con una media de tiempo mucho mejor de la prevista (poco más de 2h45′), pero por contrapartida ese ritmo me castigaba bastante muscularmente. Finalmente llegamos al primer gran avituallamiento, el de Bellver en el km. 33, en el que apenas nos paramos. Cuando estábamos saliendo, nos llaman los de la organización y nos comunican que… la carrera se acaba en Alp!

Tras un primer momento de decepción, lo asumimos con resignación e imaginamos que, con este tiempo, la subida al Cap de Comella (2.000 metros) debe estar muy complicada. Curiosamente, tras salir de Bellver para la lluvia y el tiempo mejora un poco. Nos queda una subida en la que, ésta vez sí, tenemos que andar y puedo recuperarme un poco muscularmente, y hacemos un buen tramo con la primera chica, Olga Mankó, que va muy muy bien. Como suele pasarme en carrera, ya no nos pasa casi nadie y somos nosotros los que vamos adelantando esporádicamente a algunos corredores, aunque imagino que vamos lejos de la cabeza y de los 10 primeros.

Coronamos Font-freda, larga bajada hasta Riu, un bonito pueblo en el que tengo unos parientes lejanos que no veo desde la infancia, y antes un avituallamiento en el que no saben asegurarnos si la carrera acaba en Alp o recortan un trozo. Personalmente, no me quiero hacer a la idea de que se acaba antes para no vaciarme y llevarme un golpe moral importante. Tras una pequeña subida, llegamos a Prats, donde nos confirman que la carrera termina en Alp. Nos encontramos en aquel momento en el que yo empiezo a carburar y pillamos un buen ritmo y seguimos adelantando a gente. Muscularmente voy muy bien, excepto unas ligeras molestias en la espalda, y como sólo quedan cinco quilómetros no bebemos ni comemos. Error.

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El último tramo hasta Alp es plano y lo hacemos muy muy rápido, dándolo todo y bajando de 5′ el quilómetro en algunos puntos. La verdad es que sufro un poco en los quilómetros finales por la velocidad de Jesús y llegamos al 57 en 6h31′ y en la posición 19. Cuando entro en el pabellón, ya me están esperando, me pinchan para sacar sangre y medir el lactato y, sin tiempo para recuperar, estirar, comer ni beber, me suben en un conche de la organización y hacia el hospital, donde me repiten las pruebas del viernes más un análisis de sangre, lactato y recuperación con Compex. Pese a la evidente incomodidad, estar muerto de sed, hambre y lleno de barro, excepcional el trato de la gente del Summit y la amabilidad de los médicos y voluntarios. De momento no tenemos resultados, pero como curiosidad sí que sé que perdí dos quilos respecto al viernes y que el corazón me funciona muy bien.

Personalmente, contento por la experiencia global, por formar parte del proyecto Summit y por nuestra carrera, en la que íbamos muy por debajo de las previsiones de tiempo. Creo que en el tramo final hubiéramos recuperado alguna posición más, pero aún así creo que es una clasificación bastante digna, teniendo en cuenta que en algunos tramos nos esperamos mutuamente y que había un nivel bastante alto de competidores. Creo que la VCT es una prueba muy bonita, bien organizada y con un gran marcaje, aunque fue una decepción que cortaran antes de tiempo. Luego en frío creo que podríamos haber seguido, pero que la organización tiene que pensar en los corredores que van delante, pero sobretodo los de detrás, y que la seguridad va ante todo, por lo que nada que reprochar. Al final, un gran entreno de 57 quilómetros por un entorno precioso y que nos puso a prueba con la lluvia y el barro, pero que nos hizo disfrutar mucho.

Aquí tenéis una cronología via twitter oficial de la VCUF y comentarios de lo que fue pasando el fin de semana.

Motivación pura y dura

En poco menos de 24 horas me he tropezado con dos vídeos que son motivación pura y dura. No me identifico mucho con Nike, pero me gusta el espíritu de este anuncio:

Luego éste ya me parece genial, especialmente la primera frase. Un mensaje que define exactamente lo que quería explicar en el artículo sobre La fortaleza mental:

«El dolor es temporal. Puede durar un minuto, una hora, un día o incluso un año, pero al final se acabará y algo diferente tomará su lugar. Sin embargo, si me rindo ese dolor durará para siempre.»

Buf! Disfruta!!!!

La fortaleza mental

Muchas de las personas con las que hablo sobre mis carreras o sobre las ultras me hacen la misma pregunta: ¿en qué piensas cuándo corres?

¿En qué pienso cuándo corro durante más de 10 horas? Buena pregunta! En todo y nada, estoy tentado de responder. Pero claro, eso no es una respuesta válida.

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Para responderla necesito recapitular un poco. En primer lugar, está claro que una ultratrail de más de 80 quilómetros es un reto tan mental como físico. Yo creo que van al 50%. Puedes estar como un toro, pero si te falla la cabeza vas a acabar palmando, y al revés, ser muy fuerte mentalmente, pero si no te aguanta el cuerpo, acabarás sufriendo. Aunque en este segundo supósito tienes más opciones de supervivencia que en el primero.

Personalmente creo que la mente lo es todo. Y también creo que la mayoría de las personas no somos conscientes de hasta dónde podemos llegar. Y ya no hablo de atletas de élite o superentrenados, sinó me refiero simplemente a una persona que hace una clase de spinning, por ejemplo. Uno de los ejercicios que más me gusta practicar en mis clases consiste en cuando estamos llegando a la parte final de la clase llevar a los alumnos al límite. Cuando lo han alcanzado, o eso creen ellos, cuando ya no pueden más, en los últimos 3-4 minutos les hago subir un punto más la resistencia y trato de motivarlos lo máximo posible para que sufran, para que vayan más allá. Están sufriendo, lo sé, pero el grado de satisfacción de esa persona cuando acaba la clase, la sensación de haberlo dado todo o comprobado que podía dar un paso más, eso no tiene precio y se suele reflejar en sus caras.

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Volvamos a las ultras. En mi caso, cuando empecé con esto me hice un planteamiento que si queréis es muy estúpido y básico, pero que a mi me funciona. Está claro que gente como Kilian Jornet, a parte de ser superatletas, tienen una fortaleza mental brutal para seguir en momentos complicados. Yo me plantee que quizás nunca podré tener el mismo físico, genética, ni velocidad que Kilian, pero qué me impide tener su misma fortaleza mental?

Está claro que solo es un punto de partida y que no basta sólo con decir ‘quiero ser fuerte mentalmente’, pero todo pequeño o gran viaje empieza con un pequeño paso y un punto de partida. De hecho, esto es un proceso de autodescubrimiento y autoconfianza que no se acaba nunca y que consta de muchos pequeños pasos.

Uno de estos pasos es, evidentemente, el entreno. Si has entrenado bien tienes muchas más opciones de salir airoso de determinados retos. Otro, el hacer las cosas con lógica. Si en mi vida apenas he corrido una carrera de 10 quilómetros y una de 21 y salto directamente a una de 114, seguramente estaré como un flan y los nervios me comerán por dentro. Ahora bien, si voy dando pasos paulatinos y hago antes una de 85, cuando afronte la de 114 lo haré con respeto, pero con la confianza de estar preparado.

Otro punto muy importante es conocerse a uno mismo. La experiencia. Si algo debo agradecerle a los ultratrails es que me ha permitido conocerme como pocos otros procesos pueden hacerlo en la vida. Cuando estás haciendo una carrera de más de 10 horas, solo en la montaña, sin nadie que te ayude, el nivel de introspección es brutal. Te pones a ti mismo ante el espejo de manera cruel y afloran todas tus debilidades, que debes combatir con tus virtudes. Cuando hice el Ultra Mític el año pasado en Andorra (112 quilómetros en 28h30′) una de mis mayores curiosidades y motivaciones era saber cómo me comportaría, cómo reaccionaría ante los momentos malos, si me hundiría, si me dormiría la segunda noche… No tenía la más remota idea y hacerlo, acabarlo, me hizo descubrir o me confirmó muchas cosas sobre mi mismo.

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En una carrera tan larga hay, evidentemente, muchos momentos en los que divagas, piensas en tus cosas o dejas volar tu cabeza imaginando qué hace tu hijo en ese momento o si se sentirá orgulloso de mi cuando crezca, por ejemplo, pero también hay una serie de ‘ejercicios mentales’ que suelo hacer durante la carrera:

  • Concentración. No desconectarte nunca por completo de la carrera, mirar las marcas del recorrido, intentar no cometer errores…
  • Parcelación. Dividir la carrera en trozos. Normalmente partirla por tres y, dentro de estos tramos, concentrarte solo en los próximos cinco quilómetros, el próximo avituallamiento… Pequeños objetivos.
  • Autoconfianza. Siempre comento que una ultra es como una montaña rusa: en el quilómetro 40 puedes estar hundido físicamente y en el 110 corriendo eufórico como un loco. Afrontar los momentos malos con confianza, no agobiarse.
  • Pensamiento positivo. Para mi esto es vital, el punto más importante de todo. Se rige por la máxima de ‘si algo puede salir bien, va a salir bien’. Ante un problema, pensar en que se va a solucionar y no va a empeorar. No sirve de nada agobiarse a priori. La última experiencia la tuve en la Transvulcania, cuando me torcí el tobillo fuertemente en el quilómetro 20 (de 83) y tuve que hacer grandes esfuerzos mentales para mantenerme positivo y no agobiarme.
  • Imágenes positivas. En los momentos malos o muy duros, un buen ejercicio a hacer consiste en pensar en imágenes agradables o positivas: la llegada a la meta, tu hijo o familia abrazándote, la alegría de tus amigos o, incluso, el pedazo de entrecot o hamburguesa del McDonalds que te vas a comer a la llegada 🙂
  • Paso a paso. La gente suele agobiarse mucho ante una gran subida, larga y dura, pero una lección que aprendí en Andorra y otras carreras de alta montaña es que, incluso el coloso más grande, se puede superar paso a paso. Hay momentos en los que te parece que vas a paso de tortuga o que estás hundido, pero es importante no pararse. Cada paso, por pequeño que sea, nos acerca a la meta. Y miles de estos pequeños pasos nos pueden permitir completar las gestas más impensables.
  • Certeza absoluta. Soy una persona que duda de muchas cosas, sobretodo de mi mismo, y creo que es una postura inteligente o, como mínimo, ante la que no puedo hacer nada. Sin embargo, cuando entro en una carrera tengo clara una cosa: no me voy a retirar. Pase lo que pase. He corrido con todos los pies llagados, con un esguince de tobillo, con fiebre y gastroenteritis, he tenido momentos de debilidad absoluta después de 18 horas y aún con 10 por delante… Pero la retirada nunca ha sido una opción. Ese resquicio mental nunca lo he abierto. Sé que algún día llegará, pero tendrá que ser algo muy grave para que pase.
  • Disfruta. Hay momentos duros, de sufrimiento, de frío, de incomodidad, de preguntarse qué narices haces ahí y porqué te sometes a esa tortura… Pero nunca debes olvidar una cosa: hacemos esto porque nos gusta y en el fondo somos unos privilegiados por poder hacer algo que la mayoría de los mortales no pueden. Por eso y por la gente que conoces, los paisajes, las sensaciones, por todo… Hay que disfrutar en la medida de lo posible de las carreras, porque esos momentos son únicos, irrepetibles y formarán parte de tu vida, más allá de un tiempo, una marca o una posición.

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Entreno: La volta a Montserrat

Tengo que reconocer que empecé a correr con las carreras como meta y que los entrenos eran una obligación más bien tediosa hasta llegar a ese premio o objetivo. Con el tiempo, le he ido dando la vuelta a esta situación, hasta el punto de disfrutar tanto o más entrenando que compitiendo. Pocas cosas producen tanto placer como correr sin prisas de ningún tipo (aunque sin pausa) ni ir al límite por un entorno además que no tienes muy trillado y es espectacular. Esto es justo lo que hicimos con Sergi Montes hace unos días: nuestra particular Volta a Montserrat.

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Básicamente, un viernes que teníamos fiesta nos levantamos a las 5 de la mañana, quedamos a las 5,45 y a las 6,30 nos plantamos en Monistrol. Desde allí subimos por el camino que yo ya había hecho tres veces de noche en la Matagalls-Montserrat hasta el santuario. Continuamos subiendo hacia la izquierda, dirección Collbató y luego nos acercamos hasta el Bruc por un tramo de pista bastante largo. De nuevo volvimos a girar por la base de la montaña para dar una vuelta por una zona de senderos espectacular, tremendamente bonita, hasta iniciar una larga bajada cruzando la carretera, pero siempre por pista o sendero, hasta Monistrol.

Según el track de mi Garmin Fenix, fueron 33,5 kilómetros en poco más de 4 horas, pero la verdad es que se me pasaron volando. Nunca había corrido por Montserrat, salvo el corto tramo final de la Matagalls, y me pareció una paraíso para entrenar. Y eso que no buscamos tramos excesivamente técnicos o con mucho desnivel, sino una combinación de kilómetros + altura (al final salieron unos 1.600 positivos). La parte final de vuelta a Monistrol, por un estrecho sendero bordeando la montaña, me pareció espectacular y, además, pillamos un día excepcionalmente limpio y claro y pudimos disfrutar de unas vistas maravillosas que llegaban hasta el Cadí.

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Yo ese día tenía que hacer luego dos clases de spinning en el gimnasio como monitor, pero disfruté tanto corriendo, que apenas me cansé. Poca gente entiende lo que para ellos son sacrificios, pero las sensaciones de ver amanecer en Montserrat, correr con tu amigo por esos paisajes y no estar pendiente del reloj no tienen precio y son difíciles de explicar para quien no las ha vivido. Yo, por mi parte, disfruto tanto con esto como con la mejor de las carreras. Y al fin y al cabo, de eso se trata, no?