Salomon Sense mantra: una grata sorpresa

A principios de mayo recibí una grata sorpresa: estaba seleccionado en el equipo de Salomon Field Testers. Eso significaba que podría probar algunos de los productos de mi marca preferida, pero no los que yo eligiera, sino los que ellos me mandaran. Pocas semanas después recibía un paquete con unas bambas dentro. Tengo que confesar que esperaba unas S-Lab Sense Mantra o algo por el estilo, pero lo que vi me dejó claramente desconcertado.

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Ante mi tenía las Salomon Sense Mantra, un nuevo concepto de la marca francesa que se enmarca dentro de su filosofía ‘door to trail’. Es decir, unas zapatillas que no sean exclusivas de la alta montaña, sino que se comporten bien durante todo el entrenamiento, incluyendo las partes de asfalto. A la vez, tienen un diseño muy minimalista, para lo que estamos acostumbrados, y una ligereza notable. Por todo ello, y porque yo soy muy especial con el calzado, debo confesar que estaba algo reticente, pero no tenía más remedio que probarlas (y a fondo), así que dejé de lado todos mis prejuicios y traté de aproximarme a ellas con la máxima neutralidad posible. Como todo buen periodista 🙂

Diseño espectacular

En primer lugar debo confesar que me encanta su diseño. Especialmente del modelo azul, negro y blanco. Es una bamba muy elegante, nada llamativa y que incluso te puedes poner para ir al gimnasio o combinar con unos tejanos. Pero no estamos aquí para eso, no? Más sensaciones: son ligeras, muy ligeras. Apenas 270 gramos los modelos más pequeños. Y luego, no tiene una suela muy alta, apenas 16 milímetros en la parte alta y 10 en la más baja. Eso me gustaba visualmente, ya que no me atraen los ‘armatostes’, pero me provocaba ciertas reservas en cuanto a la amortiguación que podía tener sobre el terreno.

Gran comodidad

Vale, ya las hemos visto y son bonitas, pero ¿qué tal sientan? Pues la verdad es que son comodísimas. Este es, para mi, su punto más fuerte y bueno. La más grata sorpresa de este modelo es el sistema Endofit, una especia de ‘escarpín’ interior que te abraza el pie sin oprimirlo y evita sensaciones desagradables en otras zapatillas, como es el desplazamiento lateral. Ello, unido al clásico sistema Quicklace de las Salomon (los cordones que no se atan, sino que se estiran), permiten una perfecta sujeción al pie, de las mejores que he sentido en ningunas bambas de trail.

Unas todoterreno

Una vez revisadas y calzadas llegaba el momento de ponerlas a prueba o, dicho de otra manera: darles caña. Personalmente, lo que más me preocupa de unas zapatillas cuando entreno es que tengan buen amortiguación y un agarre óptimo al terreno. No soy muy alto ni pesado, pero tampoco muy liviano como mis otros compañeros, así que amortiguar mis 72 quilos de peso durante entrenos de más de 3 horas por un terreno pedregoso no es fácil y no lo soportan todas la zapatillas. Debo decir que las Salomon Sense Mantra han pasado el test, para mi sorpresa, con notable alto. No son, evidentemente, unas bambas muy duras y rígidas que te protejan en entornos muy pedregosos, pero en contrapartida hacen realidad la intención del sistema Propriotection, que pretende combinar propiocepción y protección. En otras palabras, sientes mucho el terreno por el que estás corriendo, pero no de una manera lesiva o desagradable. Al contrario. Además, y eso es importante para los que no tenemos la suerte de vivir en alta montaña y debemos hacer asfalto antes de llegar a la montaña, su comportamiento en este medio es excelente.

Un buen agarre

Cuando vi la suela de las Sense Mantra no pude menos que arrugar la nariz. Dudaba mucho que aquello se agarrara bien en terrenos como los que yo entreno y era algo que quería testar muy bien. De hecho, he tardado un poco en hacer este análisis porque quería ver el comportamiento de las bambas en un día lluvioso y el suelo resbaladizo. La verdad es que me he llevado una sorpresa. El sistema Non marking contagrip promete agarre óptimo en variedad de superficies y lo cumple. En seco no he tenido ningún resbalón o torcedura y en mojado no falló ni más ni menos que otras zapatillas de prestaciones o precio incluso superiores.

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Durabilidad

Vale, tenemos unas bambas, cómodas, bonitas, versátiles y ligeras, pero ¿qué tal andan de protección y duración? En cuanto a la protección, es buena. En la parte superior tiene una malla abierta transpirable que deja respirar muy buen el pie y evacua el agua cuando entra. Lógicamente, al ser unas zapatillas minimalistas y ligeras no van muy protegidas de la parte superior, pero tras más de 400 quilómetros por terrenos muy ariscos (secos y con mucha piedra) no he recibido golpes sustanciales ni se ha roto de la parte superior. En cuanto a la durabilidad, quizás es su punto lógicamente más débil, por diseño y características. Debo reconocer que después de estos tres meses y 400 quilómetros, el aspecto de la suela sigue siendo muy bueno, sin grandes desgastes, pero ya no siento las mismas sensaciones que tenía al principio, especialmente en la protección de la suela del pie. He hecho entrenos de 36 quilómetros sin problemas y el gran Iker Karrera ha corrido con ellas carreras más largas, pero ahora empiezo a notar molestias en la planta del pie en entrenos más largos, así que las he relegado a salidas más cortas, de 15-16 quilómetros máximo.

Conclusiones

Para mi, las Salomon Sense Mantra han sido una grata sorpresa. Son unas zapatillas bonitas y con un concepto más minimalista, pero que cubren perfectamente las necesidades de cualquier trailrunner bregado. Al ser cómodas y ligeras, me parecen ideales para principiantes, personas que no sean muy pesadas o que entrenan por terrenos no excesivamente técnicos o de alta montaña, en los que yo iría con algo más de suela y protección. Cumple con lo que promete, especialmente con el concepto ‘door to trail’ (aptas para varios terrenos) y con la Propriotection (sentirte conectado con el terreno, pero a la vez protegido). El tema de la durabilidad es el que es, pero es muy superior a otros modelos de su ‘familia’, como la S-Lab Sense Mantra. Por contra, tienen un precio mucho más asequible (entre 120 y 130 euros), por lo que a mi entender se convierten en una alternativa buenísima para todo tipo de entrenos y carreras de trail por senderos, para luego combinarlas con otras más ‘potentes’ para ultratrails y carreras más largas.

Entreno para la Cavalls del Vent

Ya hace meses que veníamos comentando la idea de hacer la travesia Cavalls del Vent como un entreno de calidad y para reconocer el terreno de cara a la carrera que haremos el 21 de septiembre, por bien que este año la prueba organizada por Salomon le añade un tramo de unos 16 quilómetros que no hicimos y que comenté en este post. Después de posponerlo en mayo por problemas logísticos y porque había una cantidad exagerada de nieve, finalmente lo programamos para los días 5 y 6 de julio. Lamentablemente, Jesús no pudo venir por temas laborales, y lo acabé haciendo con Sergi, que había montado la ruta y que llevó el timing con una precisión suiza. Se trata de una travesía de unos 84 km. con 5.500 metros de desnivel positivo por refugios de la zona del Parque Natural del Cadí Moixeró. La idea era hacer la mayor parte el primer día (unos 55) y dejar 30 para el segundo y llegar a la hora de comer.

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El viernes nos levantamos a las 5, salimos a las 5,45 hacia Saldes y llegamos al pie del Pedraforca a las 7,45. Un cuarto de hora de preparación y comprobarlo todo y nos pusimos en marcha desde el refugio Lluis Estasen hacia el Gresolet. La verdad es que la ruta estaba montada de manera ideal para lo que queríamos hacer: dos entrenos de calidad y a ritmo, pero sin ir agobiados de tiempo y haciendo la mayor parte del tute el viernes, para acabar el sábado al mediodía. Saliendo así, además, los primeros quilómetros son muy agradables en bajada y permiten calentar bien. Llegamos rápidamente al primer refugio y ya fuimos viendo que el día sería espectacular, pero que íbamos a pasar calor.

Personalmente, gratamente sorprendido porque el camino está muy bien marcado con puntos de color naranja y porque el terreno es muy variado, con tramos de pista, pequeños senderos, zonas boscosas… Del Gresolet enfilamos hacia el Sant Jordi, donde aún vamos muy muy frescos, sensación que aumenta el hecho de encontrar numerosos ríos y fuentes de agua fresquísima. Hemos hecho unos 20 quilómetros con 1.000 metros positivos y negativos, pero bastante cómodos y fáciles de correr. Bebemos agua de una fuente casi clandestina (font del faig) algo apartada del refugio y enfilamos un tramo de ligera bajada, pero que rápidamente se convierte en una árdua subida hacia els Empedrats, un tramo por el que pasan diversos ríos que cruzamos con agua hasta la rodilla. Tras una larga bajada, nos acercamos hacia el refugio de El Rebost, pero en la parte final nos encontramos con 4-5 quilómetros de subida de unos 700 metros, los últimos dos de los cuales son durísimos y se nos hacen eternos.

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En el refugio paramos unos 20-25 minutos a comer y yo me bebo tres latas de Aquarius y mucha agua. He cometido el error de estrenar el Camelbak de mi mochila Salomon S-Lab sin limpiarlo y el agua que llevo tiene un gusto muy químico. Me deja la boca muy pastosa y empieza a hacer calor, por lo que procuro beber Aquarius, para reponer sales, y no descuido los geles ni el magnesio que suelo tomar en carrera. Tras reponer fuerzas toca la ascensión al Niu de l’Àliga, punto más alto de la carrera, de más de 1.000 metros positivos en 6 quilómetros. Es dura, no lo voy a negar, pero la hago relativamente bien y a ritmo, en hora y media, disfrutando de unas vistas espectaculares. El problema sigue siendo la sed y ahora no hay fuentes para refrescarse, porque estamos muy arriba. Llegamos al refugio que forma parte de la estación de esquí de La Molina y vuelvo a beber tres latas y compramos agua embotellada.

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Me repongo momentáneamente para afrontar el último tramos de la jornada: 16 quilómetros de bajada hasta el Serrat de les Esposes. Un tramo de poca ascensión, pero muy largo. Los tres primeros quilómetros son de bajada y voy mas o menos bien, pero pronto veo que la cosa no chuta. Vuelvo a tener una sed terrible y los tragos del camel, aunque ya no saben tanto a producto químico, apenas me sacian. Los siguientes tres quilómetros son una subida de unos 300 metros arriba de la cual llego completamente exhausto y me detengo un momento a reponer fuerzas, admirar el paisaje y hablar con unos chicos extranjeros que van un poco perdidos. Desde esta parte se ve toda la Cerdanya y es sencillamente sobrecogedor quedarte ahí parado admirando las vistas y no escuchando ningún ruido de civilización. Nos quedan unos 9 quilómetros que hago con malas sensaciones, bastante dolor de piernas, amagos de rampa… Toda la pinta de una deshidratación pese a haber bebido litros y litros de agua y latas. La bajada final hasta el Serrat es criminal, la hago completamente andando y cuando llego al refugio voy directamente a la fuente y bebo un litro y medio de golpe.

La verdad es que en esos momentos te pasan muchas cosas por la cabeza y sobretodo te cuestionas si estás preparado para afrontar la carrera y ya no hablemos el Ultratrail del Montblanc. La ecuación mental es fácil: si estoy muerto habiendo hecho unos 55 km, cómo voy a aguantar 100 seguidos? O 160? Ahora bien, también es verdad que hemos hecho los 55 con unos 4.000 de desnivel en 10 horas, contando las paradas, y que una hora después de haber llegado, bebido un par de latas más y descansado un rato, ya estoy muy muy recuperado. Ducha caliente, cena copiosa, todo el refugio para dormir nosotros solos, una noche y unas vistas espectaculares y levantarse a las 7 de la mañana y encontrarte con una vaca enorme delante de la puerta y unas cuantas más merodeando. Esto no tiene precio.

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Tras desayunar copiosamente, a las 8,45 ya volvemos a estar en marcha para afrontar el último tramo, de unos 30 km con 1.500 positivos de desnivel. Pese a estar algo cargado de piernas, he recuperado muy bien y puedo seguir el ritmo de Sergi, que es vivo, pero tampoco demencial. El tramo hasta Cortals de l’Ingla, de unos 4,5 quilómetros, es ideal para calentar, pese a tener una ligera subida, y transcurre por parajes boscosos y muy bonitos. Una vez ahí, bebemos y para arriba, una fuerte subida en la que adelantamos a varios grupos que han pasado mientras desayunábamos por nuestro refugio. La bajada es sostenida y permite correr bastante hasta llegar al refugio de Prats d’Aguiló. Tras cargar agua y refrescarnos, enfilamos la subida del Pas dels Gosolans, que en apenas dos quilómetros te lleva hasta 2.400 metros y que es muy dura, pero que permite disfrutar de unas vistas espectaculares. De ahí hasta el final, una bajada muy bonita por prados, primero, y los últimos 4 quilómetros de pista cómoda hasta llegar al coche en 4h28′ desde que salimos del Serrat de les Esposes.

Un entreno espectacular de pura montaña en un entorno privilegiado que he disfrutado mucho, pese a los problemas finales por la calor del primer día, en el que acabé muy cansado. La rápida recuperación el mismo día y la respuesta de las piernas del sábado, con 55 km. a cuestas, me animaron bastante, aunque también me hizo ver que hacer los 100 del tirón el día de la carrera va a ser durísimo.