Las carreras de montaña: ¿impacto medioambiental o demagogia?

La Vanguardia, un periódico que siempre se ha destacado por tratar el trailrunning y las carreras de montaña con mucha seriedad, publicó el lunes 13 de enero un artículo que en cierta medida me sorprendió. Bajo el llamativo titular de «Carreras de montaña: al filo de lo insostenible» analiza la situación de un sector en el que evidentemente hay un boom y, por lo tanto, cierto peligro de desmadrarse y provocar daños medioambientales. Formalmente, el artículo (que podéis leer aquí) está bien realizado, ya que va a buscar muchas y diversas fuentes, pero tiene cierta trampa: parte de la premisa que las carreras perjudican el medio ambiente y trata de reforzar esta tesis, porque si no, sencillamente no habría artículo. Por todo ello, tiene una parte negativa y una positiva. La mala es que una persona que no sabe de qué va esto, leyendo el titular y las opiniones preponderantes en el artículo se va a hacer irremediablemente a la idea que las carreras de montaña son un negocio masificado de gente a la que no le importa hacer daño al medio natural. La buena, que pone el foco y saca a relucir ciertos problemas a los que se va a enfrentar el trailrunning y las carreras de montaña en los próximos años y sobre los que debe haber un debate realista y serio.

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En primer lugar es innegable que estamos llegando a niveles alarmantes de saturación de carreras. En el 2014 se han creado un mínimo de cuatro ultratrails nuevas en Catalunya, que se suman a la amplia oferta ya existente. A ojos de muchos, la situación empieza a ser peligrosa, pero en primer lugar nadie puede prohibir organizar una carrera a un grupo de gente que obtiene todos los permisos. En segundo, la demanda y el número de inscripciones continúa creciendo, con lo que estimula inevitablemente la oferta. En tercero, en caso de saturación real, las carreras mal organizadas o que busquen únicamente el rendimiento económico caerán por su propio peso. Así pues, yo creo que no se puede limitar el número de carreras que se crean, pero sí que tiene que haber una limitación del número de participantes en ellas. O, como mínimo, intentar que el crecimiento sea sostenible. El problema es, ¿quién lo regula? Algunas carreras están bajo el auspicio de la Federación Española (FEDME), otras de las autonómicas, la mayoría dependen de los permisos de cada zona concreta o parque natural, pero no hay una entidad que esté por encima de todas ellas y haga homogéneos los requisitos necesarios para tirarlas adelante.

Una de las carreras que cita el artículo de La Vanguardia es el Gran Trail Aneto-Posets, que este verano metió a 3.000 personas en el parque Natural Aneto-Posets y en el que hubo serios problemas debido al mal tiempo. La carrera había cambiado esta edición de organizadores y creo que hay que estar muy preparado y tener una gran experiencia para dar servicio a este número tan elevado de participantes. Personalmente, prefiero no ir a una carrera de nueva creación que empieza con tanta gente. Es previsible que haya problemas y, en la alta montaña y hablando de ultras, estos se pueden multiplicar y llegar a ser muy serios. De hecho, no hace falta ser organizadores ‘novatos’ para tener problemas derivados de un crecimiento desmedido. La Ultratrail Barcelona ha pasado en apenas tres años de unos 400 participantes a 2.000. En el 2013 decidió crear una carrera más, aumentando su número hasta cuatro (21, 42, 70 y 114 km.), y concentrar hasta a 2.000 participantes en una única salida que encima se vio afectada por la lluvia. El resultado fueron unos serios problemas organizativos en la entrega de dorsales, gente que llegó tarde a la salida, tapones monumentales en los primeros kilómetros… Uno de los problemas principales es que la mayoría de ultras, que suelen tener unos 400-500 corredores, han visto el filón creando carreras más cortas, que atraen a más gente, generan más dinero y en algunos casos no tienen límites de participación. Con ello, se acaba metiendo a 2.000 o 3.000 personas en un mismo espacio natural. En principio esto no es malo, pero requiere una organización suficientemente potente, numerosa y experta para dar servicio a este volumen de gente y prever y controlar los posibles problemas e impacto sobre el medio que puedan generar.

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Personalmente creo que es imprescindible frenar este crecimiento desmedido, aunque luego soy el primero que me cabreo cuando me quedo sin inscripción en algunas carreras porque están limitadas. La icónica y mítica Western States, por ejemplo, tiene el número de participantes reducido a 400 por mucho que sea una de las carreras más importantes del mundo. Las autoridades norteamericanas son muy estrictas al respecto, llegando a modificar, por ejemplo, el recorrido de la Badwater Ultramarathon, que originalmente subía al Monte Whitney. De hecho, este año ha suspendido temporalmente la carrera a pie y las de bicicleta que se hacían por el Death Valley hasta que no haya «un análisis de los riesgos», según se puede leer en este artículo de Los Angeles Times. A parte de la Badwater, había previstas seis pruebas de resistencia por la zona a lo largo de este año. En otras carreras, como el Ultratrail del Mount Fuji, los organizadores advierten que hay zonas del recorrido en las que no se puede ni tan siquiera entrenar «a riesgo de que nos retiren el permiso» y otras que se abren especialmente para la cprueba. En su momento, la organización tuvo que vencer las fuertes reticencias de las autoridades de la zona y las convenció a base de ser escrupulosamente respetuosa con el entorno. De hecho, en 2011 la Ultratrail Mount Fuji se suspendió por el tsunami de Fukushima y en su lugar se realizaron dos jornadas de limpieza del recorrido, acciones que se siguen haciendo anualmente y que son comunes entre excorredores de muchas carreras norteamericanas.

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Personalmente, lo que me molesta del artículo de La Vanguardia es la acusación velada hacia los organizadores y los corredores de no preocuparse por el medio ambiente. Está claro que puede haber algún caso aislado, pero la mayoría de las personas que se dedican a esto son gente que vive en la zona, que la quiere, que la cuida y que es la principal interesada en que haya el mínimo desgaste e impacto sobre el medio natural. Es ya casi un tema de prestigio personal. En la mayoría de las carreras en las que he participado ya no se dan vasos, se prohibe salir del recorrido y está gravemente penado tirar basura. En algunos casos se dan unos recipientes para los envases de geles y barritas y en otros, como la Ultratrail Collserola, se llegó a obligar a los participantes a rotular todos sus geles y barritas con su dorsal y a castigar con la descalificación a todo aquél que lanzara algo. No hace falta decir que todas estas medidas me parecen muy bien y lo que sí hay que exigir a los organizadores es que después de la carrera realicen una limpieza exhaustiva del recorrido, algo que si no se cumple debería conllevar la suspensión de los permisos para volver a realizarla.

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Ahora bien, puestos a analizar el impacto que tienen las carreras de montaña, ¿porqué no analizamos el de los centenares de cazadores que van campo a través y dejan el monte lleno de cascotes y restos de metralla? ¿Y el paso de determinados vehículos de motor? ¿O el de los centenares o miles de personas que van cada fin de semana a la montaña y tiran todo tipo de basura sin ningún control ni limpieza posterior? ¿Y las prácticas de desforestación que realizan algunas empresas o particulares? ¿Realmente una carrera con 1.000 personas pasando por un recorrido definido y que luego se limpia a conciencia hacen más daño ambientalmente que estas otras prácticas? Nunca me ha gustado el argumento del ‘y tú más’, pero tampoco las discusiones demagógicas que ya parten de una premisa indemostrable. Está claro que el sector del trailrunning y las carreras de montaña necesita una regulación y unos controles estrictos, pero lo más importante es una educación y concienciación constante de sus practicantes, especialmente los noveles. Ahora bien, también me gustaría dejar claro que el 99% de las personas que estamos en este sector amamos la montaña, la respetamos y la cuidamos hasta el punto de recoger a mitad de un entreno deshechos o envoltorios de otros que nos encontramos por el camino. ¿Queremos un debate para proteger la naturaleza y la montaña? Perfecto, pero tratémoslo todo y sin demagogias.

12 pensamientos en “Las carreras de montaña: ¿impacto medioambiental o demagogia?

  1. Buenas Albert,

    Totalmente de acuerdo con la posición que planteas y la tendenciosidad del artículo de La Vanguardia -que reconozco que algunas verdades suelta y que no está redactado desde la más absoluta ignorancia como suele ocurrir- en cuanto que ya declara culpables a organizadores y corredores sin apenas consultarles (curiosamente justo cuando sale a relucir esa idea de una Ley de Montes). El porcentaje de gente que puede perjudicar la montaña es inmensamente inferior al que tiene cuidado de mantenerla intacta, y es semejante al de cualquier otra actividad que se practique por la misma zona.

    Un saludo.

  2. Interesante artículo Albert. Tan sólo añadiría q toda carrera de montaña hoy día ya pide permiso oficial a los funcionarios de medioambiente de las zonas protegidas q desea cruzar. Y ellos, q saben más q nadie, dan o rechazan permisos e imponen condiciones.

    Y las carreras, todas, intentan ejecutar a rajatabla lo q esos profesionales les han dicho. Así pues, si hay riesgo para el monte hoy, antes vendrá de actividades descontroladas q de las muy muy controladas, desde dentro y desde fuera, carreras de montaña.

  3. Molt bon article, en la línea del que ens tens acostumats.
    Ara aprofitant el que has escrit donaré la meva opinió en relació aquest debat.
    Penso que per practicar trailrunning el principal és el respecte a l’entorn. Dit això, i fruit de la meva curta i limitada experència en el mundillo de les curses de muntanya, he observat que hi ha molta gent que córrer per la muntanya sense cap mena de escrúpol pels voluntaris, organitzadors i l’entorn. És un clàssic trobar ple de gels i de més punyetes tot el recorregut d’una cursa, quan si realment gaudeixes i t’agrada la muntanya ja no hauria sortir de tu fer aquest gest que degrada allò que estimes.
    Com a conseqüencia de tot això, crec que també caldria fer una diferenciació entre aquells que fan una cursa de muntanya perquè durant tota la seva vida han gaudit practicant diferents activitats a la muntanya (trekking,alpinisme, excursions, vies ferratas, etc) i tenen l’objectiu de gaudir de l’entorn, l’experència, de l’ambient, etc ; i aquells que hi van a l’objectiu d’afegir-la al seu llistat de «postureo», per vacilar amb els amics , companys de feina, veïns, etc.
    Dit això fins aviat i una forta abraçada Albert.
    Salut i kms.

  4. Molt d’acord amb en @Ruzaken. Al nostre blog vaig fer un post similar amb el tema de l’esquí alpí, animant als muntanyencs a buscar altres activitats de neu si volen gaudir de la muntanya a l’hivern (nòrdic, raquetes). El problema no és aquesta o aquella pràctica, sinó les persones que la fan. És una qüestió estadística, com més gent hi ha, més possibilitats de que hi hagi persones poc respectuoses. Ho hem vist els que som boletaries «pre-caçadors de bolets», ho veiem els que fem alpinisme,… La muntanya ha deixat de ser un espai de «cumbas» i s’ha democratitzat: bé. Però això no va acompanyat tant com voldríem dels valors de respecte a l’entorn.

    Jo llegeixo l’augment de l’esport a la muntanya molt vinculat a l’augment de l’edonisme contemporani que vivim. La muntanya és dura i és un lloc molt bo per superar els propis límits, per tant, molta gent hi va per batre les seves marques personals i els seus reptes, però que sigui un entorn natural és circumstancial i no té perquè anar acompanyat del respecte que es mereix la muntanya. No es busca estar en un entorn natural, sinó difondre a les xarxes socials que has estat finisher en una Ultra. Si les proves més dures fossin en un entorn urbà, caldria veure si el trail tindria tants adeptes…

    Felicitats per l’article

    • Gran reflexió Andreu. M’ha semblat interessant, sobretot el tema de l’edonisme. Hi ha gent per tot, suposo. Però als qui arriben així hem de fer l’esforç de conscienciar-los. Gràcies

  5. Solamente comentar que en el Gran Trail Aneto Posets 2013 hubo cerca de 2000 corredores, no 3000 como citan en La Vanguardia.

  6. Molt d’acord en que en general els corredors de muntanya cuidem molt la muntanya però si crec que com a la Ultra trail del Collserola les curses haurien de restringir els abusos mediambiental i no deixar-ho tot al bon esperit dels corredors.

    Un altre dubte que em va entrar amb l’article és si realment sabia fet un estudi riguros i científic sobre l’efecte humà dels corredors de muntanya als parcs naturals. No em val una suposició o una correlació barata. Parcs com Aneto, Cavalls del Vent que tenen els mitjans per fer-ho ho haurien de confirmar amb un estudi acurat.

  7. Hola, magnífico artículo Albert, no lo había leído hasta ahora. Agradezco sobre todo el tono educado y constructivo. Como corredor de montaña y consultor de medio ambiente, creo que la clave del tema está por un lado en: educar, respetar y sensibilizar (por parte de organizadores, patrocinadores y corredores); y por otro, en regular (por parte de federaciones, organizadores y administraciones).
    Como bien indica Albert, en Estados Unidos, estas cuestiones están cada vez más reguladas, y cabe destacar los bajísimos cupos de participación que la U.S. Forest Service autoriza en sus carreras más emblemáticas: además de las 400 plazas en la Western States 100 mile Endurance Run que apunta Albert; 140 plazas en la Hardrock 100 Endurance Run; y 75 plazas en la inaugural de Telluride Mountain Run.
    Respecto al comentario de Jorge, las plazas que ofertaba el Gran Trail del Aneto el año pasado eran las siguientes (que no completaran cupos es otra cuestión):
    Maratón (42 km): 1500 plazas
    Vuelta al Aneto (67 km): 1000 plazas.
    Gran Trail Aneto-Posets (120 km): 500 plazas.
    En la edición de 2014 del GTAP, ha reducido participaciones en las 3 carreras más grandes. Pero en las dos carreras menores, no existe límite de participantes. Como ya he comentado a Jorge en mi blog, a pesar de que es una carrera muy bonita (en la que he participado dos veces) y a la que le deseo que le vaya muy bien, creo que este no es el camino a seguir. Creo que el “boom” de las carreras de montaña puede ser una gran oportunidad para que corredores, patrocinadores, organizadores y administraciones hagamos las cosas bien desde el principio.
    Como parte implicada en este asunto, os dejo mi opinión sobre el artículo de «La Vanguardia» (Albert, gracias por el RT)
    http://manuelmedioambiente.wordpress.com/2014/01/14/en-la-vanguardia-carreras-de-montana-al-filo-de-lo-insostenible/

    • Gracias a ti Manuel por el comentario y por tu artículo. Me ha parecido sensato y realista. Esto es lo que hace falta. Al final creo que casi todos queremos lo mismo, no? Un deporte que, aunque crezca, sea respetuoso con el medio ambiente. Y para ello, como dices, hace mucha falta la concienciación de todo el mundo. Si el artículo de La Vanguardia ha servido para eso, bienvenido sea, pero su enfoque creo que no hace justicia a la gran realidad del trail

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