Gracias Samuel

Los periodistas y los aficionados a la prensa deportiva a veces soñamos con que los futbolistas recorran menos al tópico fácil y cuenten lo que realmente sienten o piensan, pero hay jugadores cuyo nivel de inteligencia es tan bajo, que lo mejor que pueden hacer es expresarse únicamente con estas frases hechas. Es el caso de Samuel Eto’o, a quién ayer, en vísperas del partido más importante del año y tras una nueva decepción en el Nou Camp, no se le ocurrió otra cosa que decir que «yo lo que quiero es ganar títulos, y si el año que viene no lo hago aquí, lo haré en otro sitio«. Un rápido vistazo a la prensa de hoy me ha confirmado lo que ya esperaba: los medios ‘afines’ han publicado la noticia lo más disimuladamente posible y el resto han evitado hacer más sangre en una situación general azulgrana que es tan deprimente que ya esto no es casi noticia.

Mucha gente me ha preguntado y se pregunta cómo ha podido llegar Ronaldinho a dejarse ir de esta manera y cómo el vestuario del FC Barcelona ha podido llegar a esta situación. Obviamente, no se puede culpar únicamente a Samuel Eto’o, pero hay una fecha, la de su ‘rajada’ en Vilafranca, que deberíamos tener todos marcada en rojo en el calendario. Lo grave entonces no fue lo que dijo el camerunés, que tenía su parte de razón, sino como lo hizo y lo que pasó luego. Eto’o vulneró un código no escrito del vestuario y aireó sus problemas fuera, imbuído, además, por una rabia y una envidia evidentes hacia quienes criticaba. Lo hizo escudado en el soporte que tiene de Joan Laporta, con quién tiene línea directa de comunicación y quién frenó cualquier intento de castigo al delantero. Algo que sentó fatal en el vestuario.

A estas alturas de la película ya ha quedado claro quién ha ganado el pulso entre Eto’o y el ‘clan brasileño’ del vestuario que formaban Motta, Deco y Ronaldinho, pero también quién ha salido perdedor. De hecho, casi todo el mundo ha salido perdiendo. El equipo se ha quedado sin líderes dentro del vestuario, los brasileños acabarán probablemente fuera del Barça y Eto’o, sin las asistencias de Deco, Messi o Ronaldinho se ha revelado como lo que es: un buen delantero con velocidad, sacrifico, un notable físico y buen disparo, pero poca cosa más. Cuando más se le necesitaba, ha quedado patente su escasa o nula capacidad para decidir un partido, su poca técnica individual y la dependencia de los grandes pasadores que ha tenido y tiene el FC Barcelona.

Los grandes males del vestuario, verbalizados

Las declaraciones del delantero camerunés son un fiel reflejo de los grandes males que aquejan actualmente al vestuario azulgrana: falta de compromiso (si no gano títulos me voy), individualismo (yo lo que quiero…) y autocomplacencia (en España ya he tocado techo). Acaso, si no se ganan títulos, no será una parte de la culpa suya? A mi me parece que sí. Dónde está ese carácter luchador y guerrero que muchos le atribuyen? A mi me parece muy cobarde hablar de irse a las primeras de cambio, cuando las cosas van mal dadas. Y qué entiende él por tocar techo? Ganar dos Ligas y una Champions? Entonces, los integrantes del Dream Tam (cuatro Ligas y una Champions) qué hicieron? Y Paolo Maldini? Y Michael Jordan?

etttto.jpgEs evidente, no os puedo engañar, que nunca me ha caído bien Samuel Eto’o. Y es precisamente por cosas como éstas y porque, básicamente, es una persona muy poco inteligente y movida casi exclusivamente por el egoísmo. Un egoísmo que se le notó cuando luchaba por ser pichichi y acabó perdiendo el título ridículamente ante Diego Forlán, o el año pasado, criticando a sus compañeros de vestuario; o este año, marchándose a la Copa de África y arriesgando a jugar hasta el final lesionado, pese a que sabía lo mucho que lo necesitaba el Barça; o ahora, con estas declaraciones, en el peor momento del barcelonismo en bastante tiempo. Muchos le defiende que se deja la piel en el campo. Donde ellos ven sacrificio yo veo egoísmo, porque Samuel Eto’o juega para él y para los suyos, tal como ha declarado alguna vez. Y lo triste es que en el Nou Camp a veces se valora más al jugador que se marca un esprint de 20 metros para ‘luchar’ por un balón que está perdido que a otro que deja sentado a un defensa con una ‘elástica’. Y es triste, porque los que jugamos o hemos jugado alguna vez a fútbol sabemos que correr como un loco no es difícil, todos lo podemos hacer; pero desbordar a tres defensas y marcar con un disparo cruzado en el Bernabéu, por poner un ejemplo, está al alcance de muy pocos. Y es que, como dijo Johan Cruyff una vez: «mis delanteros sólo deben correr 15 metros, a menos que sean estúpidos o estén durmiendo«. Gracias Samuel por tus declaraciones.

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La clave será no encajar goles en casa

Aún faltan cinco días y un descafeinado derbi de por medio y ya son numerosas las cosas que se han dicho desde los medios tradicionales sobre el FC Barcelona-Manchester United. Según el prisma con el que se mire, hay posturas que van desde que los ingleses son un equipazo y van a arrollar a los azulgrana hasta otras en las que postulan que los catalanes van a pasar precisamente porque no son favoritos. Yo, por mi parte, he intentado esperar al máximo para pronunciarme para tratar de aislarme de algunas de las insensateces que se han escrito y tratar de formarme una opinión lo más neutra e imparcial posible.

En primer lugar quisiera recordar que el Manchester United estuvo bastante cerca de la eliminación en los octavos de final ante el Olympique de Lyon. Un gol de Tévez casi de rebote en el minuto 87 evitó un 1-0 que había marcado Benzema con un soberbio gol y que en mi opinión hubiera dejado a los ingleses al borde del KO. Es decir, que no es un equipo invencible, pese a que con el permiso del Chelsea, con el que se está disputando la Premier, sí que es el conjunto más completo del continente. Ahí radica su verdadera fuerza: tiene buenos defensas y encaja pocos goles, buenos lanzadores en largo (Scholes y Carrick), buenos tiradores de faltas (Cristiano, Carrick y Hargreaves), extremos incisivos (Cristiano y Giggs), delanteros con pegada (Rooney), jugadores que se mueven bien entrre líneas (Tévez y Anderson), buenos suplentes, un entrenador veterano…

Todo esto, por si mismo, no le garantiza nada, aunque es evidente que le da muchas más opciones de pasar. En partidos tan igualados como éstos de la Champions, el United no precisa jugar bien para ganar, como quedó demostrado ante el Arsenal la semana pasada. Perdía por 0-1 y un penalti y una falta magistral de Hargreaves le dieron la vuelta al marcador. Ése es el gran peligro del Manchester: no necesita jugar realmente bien para marcarte un gol, ya que te lo puede hacer en una acción individual de Cristiano Ronaldo, en un tiro de falta o en un córner. Y, además, tiene capacidad para jugar la pelota, algo que no tenían por ejemplo el Schalke o el Celtic a los que se ha medido ya el Barça.

Objetivo: Quitarle el balón a los ingleses

Dónde deja todo esto a los azulgrana? Más o menos en una pista de hielo. Pasarán 180 minutos sabiendo que el más mínimo despiste les va a costar caro, pero dispondrán de sus opciones si son listos. Y eso pasa por tener el balón y moverlo con velocidad. La única ‘ventaja’ de jugar contra el Manchester es que no es un equipo que se encuentre cómodo si le arrebatas la pelota por completo, como puede ser un Liverpool o un Chelsea. Si el Barça gana en esta partida puede acabar poniendo nerviosos a los de Alex Ferguson, que seguramente buscará una fuerte presión sobre los centrocampistas azulgrana para tratar de robar a media salida y lanzar rápido hacia sus puntas. Además, intentará de dificultar la salida desde atrás, tapando especialmente a Milito, para que Deco (si juega), Xavi e Iniesta no puedan entrar en contacto con el balón.

En esta tesitura, para mi es clave que el Barcelona no encaje goles en el partido de ida. No hablo de plantear un partido especulativo y defensivo, sino de ser listos y pensar que un 0-0 puede ser un buen resultado para viajar a Manchester, donde los ‘red devils’ deberán abrirse y llevar la iniciativa. En cuartos de final la Roma quiso ‘matar’ al Manchester en la ida y se encontró con un 0-2 que le dejó sin opciones para la vuelta. Un ejemplo de lo que no debe hacer nunca el FC Barcelona lo tuvo el año pasado ante el Liverpool: tras el 1-0 (un resultado buenísimo en Europa) siguió atacando, se descuidó a balón parado, encajó el 1-1, se volvió loco y acabó recibiendo un 1-2 que fue fatal en el partido de vuelta.

Por lógica, equipo y temporada, está claro que los ingleses son algo más favoritos de cara a la eliminatoria, algo que puede que incomode a muchos seguidores azulgrana. Sin embargo, con Messi recuperado y Deco al 100 por 100 las fuerzas se equilibran un poco y no es descabellado en pensar en una final ante el Chelsea. Porque el Chelsea eliminará al Liverpool. Yo lo tengo claro… y vosotros?

La opción Josep Guardiola

La indefinición de cara a tomar medidas para la temporada que viene de la junta directiva, que sigue esperando ‘el milagro de la Champions’ ha provocado lo que era de prever: que se vayan agotando todas las opciones disponibles cuanto a técnico y que uno de los que más sonaban, José Mourinho, esté ya trabajando para un Inter en el que seguramente la temporada que viene se reencontrará con Deco. De cara al FC Barcelona esto deja un escenario que es bastante fácil de dibujar: nadie se atreverá a echar a Frank Rijkaard si gana la Champions y, si hay que llegar a este extremo, el relevo consistirá en darle la alternativa a Josep Guardiola, actual entrenador del Barça B, tal como adelantó hace unos días TV3.

Hablar del de Santpedor implica el peligro de caer en la reacción fácil y acusarlo de no tener experiencia como entrenador y menospreciarlo por ser catalán y ‘de pueblo’, pero de entrada son dos razones que no lo invalidan para dirigir al primer equipo azulgrana. Frank Rijkaard tampoco había ganado nada cuando se hizo cargo del equipo en el 2003 y luego se reveló como un técnico excelente. Su único bagaje era haber sido una gran estrella como futbolista a nivel mundial y el prestigio y la experiencia que esto comporta. Sin llegar a sus extremos, Guardiola también goza de este prestigio en el mundo del fútbol europeo, tiene el respeto de la gran masa de aficionados azulgranas (aunque también había muchos críticos hacia su manera de ser y jugar), conoce hasta el cuartito del material del Nou Camp y, por su condición de catalán, canterano y capitán del Dream Team puede considerarse como un símbolo del club.

Como Frank Rijkaard, Guardiola tiene un carácter más bien pausado, reflexivo y es una persona inteligente, que suele leer algo más que periódicos deportivos, y que encaja con el perfil de entrenador que quiere Joan Laporta para el primer equipo del FC Barcelona. Se ha empezado a foguear esta temporada como entrenador con una perita en dulce, un Barça B que está muy por encima del resto de sus rivales en Tercera División, con permiso de un Sant Andreu al que le disputa el liderato. Las características de este grupo han hecho que esta temporada el filial no haya tenido en ningún momento la presión por entrar en las eliminatorias de ascenso, ya que estos dos equipos y el Reus se han escapado desde el primer momento en la tabla. La única presión real llegará en el momento de afrontar dichas eliminatorias, dentro de un mes, puesto que cualquier error le deja fuera y sin ascenso. Veremos cómo reacciona el técnico.

De momento, Josep Guardiola ha convertido a su equipo en un calco del de Frank Rijkaard, para lo bueno y para lo malo. Los azulgrana se han mostrado intratables en el Mini, donde los espacios y la calidad de sus jugadores le han permitido ganar 16 partidos y empatar uno. Sin embargo, fuera de casa el bagaje es muy pobre: cinco victorias, seis empates y cinco derrotas en campos con rivales agresivos, mucho público y en los que los jóvenes y talentosos jugadores azulgrana muchas veces se han arrugado. Como el primer equipo, el B ha marcado bastantes goles (60 en 33 partidos), pero ha encajado muchísimos (36 en 33 partidos), sólo uno menos que un Balaguer, por ejemplo, que está rozando la zona de descenso. La fragilidad en las jugadas a balón parado y la irregularidad de Oier bajo palos han sido claves en este sentido. También hay que reconocer que el técnico ha afinado mucho este problema en los últimos encuentros, ya que en los últimos seis partidos, el filial ha acabado cinco veces con la portería a cero. Curiosamente, también está marcando menos goles.

Un probable cambio táctico hace el modelo del ‘Dream Team’

Tácticamente, Guardiola se ha visto obligado a supeditar su juego al 4-3-3 que utiliza el primer equipo, pero le ha introducido variantes interesantes y más propias del Dream Team, como el buscar la polivalencia de sus jugadores. Esta temporada ha sido frecuente ver a extremos jugando en el centro del campo, centrales como pivotes (y viceversa) y interiores como laterales ofensivos. Dentro de sus aportaciones positivas hay de la tratar de hacer piña y premiar a la plantilla con una comida cada vez que logra un número determinado de victorias consecutivas o la de no temblarle el pulso a la hora de prescindir de jugadores que, como Marc Valiente, se rebelaron al principio de temporada por no querer jugar en Tercera División.

En resúmen, a mi Josep Guardiola no me parecería de entrada una mala solución para el primer equipo: es de la casa, tiene presitigio futbolístico como jugador y ha tenido un año para poder experimentar y jugar sin mucha presión. Me parece una persona inteligente, cultivada y que supongo que sabría adaptarse con flexibilidad al trago que supone verse sometido a la primera línea mediática que comporta el banquillo del FC Barcelona. Ahora bién, decantarse por él supone una línea demasiado continuista con Frank Rijkaard y creo que el Barcelona ahora mismo necesita un cambio, un nuevo modelo, sin llegar a extremos opuestos como el de Rafa Benítez, por citar alguno. Supongo que el cambio de Guardiola vendría dado por un giro hacia el sistema de juego y la disposición sobre el campo del Dream Team, la que él vivió más de cerca y que por supuesto contaría con un beneplácito de Johan Cruyff que parece imprescindible para cualquier decisión que se toma hoy en día en Can Barça. De cara a la directiva, su elección se puede presentar como un cambio y el prestigio del de Santpedor les dará un respiro de unos meses, hasta ver si la cosa va por buen o mal camino. Su condición de entrenador de perfil bajo, en comparación con Mourinho, por ejemplo, también les daría mayor margen a la hora de tratar con exigencias a nivel de fichajes. En definitiva un decisión muy de acuerdo con el seny catalán, menos arriesgada que la de Mourinho o Benítez, pero quizás menos efectiva de lo que requiere actualmente el primer equipo.

La profecía de Rosell sobre Ronnie

En el año 2006 tuve la suerte de coincidir en una cena con Sandro Rosell. Entre muchos otros temas, tenía ganas de preguntarle por el nuevo contrato de Ronaldinho, cuya cláusula de rescisión iba bajando unos 20 millones de euros al año a partir de los 120 en los que se había estipulado. Tenía fresco en el recuerdo la fuga traumática de grandes cracks previo pago de la cláusula, como Ronaldo o Luis Figo, y me parecía absurdo que una junta que aparentemente entendía tanto de fútbol pudiera repetir el mismo error con el que entonces era considerado sin discusión alguna el mejor jugador del mundo. La respuesta de Rosell fue tan pragmática como sorprendente: «Ahora no queremos venderle, pero sí provocar que dentro de dos o tres años alguien se anime a pagar los 60 millones en los que estará fijada su cláusula«.

«Estás hablando de vender a Ronaldinho?«, le pregunté. «Mira, Ronaldinho es amigo mío, pero la experiencia me dice que nunca un jugador brasileño ha rendido al máximo nivel más de cuatro años en un mismo equipo. Así pues, por el bien del Barça habría que venderlo en un par de años (eso hubiera sido en el verano pasado) y con ese dinero ya tener fichado al ‘nuevo Ronaldinho’«. Pese a que ahora parece evidente que tenía toda la razón del mundo, en aquél momento, en el apogeo del ‘show de Ronnie’, yo me quedé estupefacto ante un razonamiento tan claro y desprovisto de segundas intenciones, tan imbuido por el sentido común y tan beneficioso para todo el club.

Porque ahora, y aunque Johan Cruyff diga que el traspaso de Ronaldinho es la mejor solución para todos, se equivoca. Es decir, es la solución menos mala llegados a este punto de no retorno surrealista que se ha alcanzado en pocos meses, pero no es un buen negocio para casi nadie. Para el jugador, porque ha tirado a la basura un año de su carrera en una de las edades (27 años) que suelen ser más prolíficas para un futbolista. Para el FC Barcelona, porque se queda (ya lleva ocho meses) sin el mejor jugador del mundo y, lo que es peor, sin un líder claro para el equipo. Leo Messi lo intentó al principio de la temporada, pero las lesiones lo han frenado; Thierry Henry ni tan siquiera lo ha intentado y Samuel Eto’o lo ha probado, pero no le ha alcanzado la calidad. Así las cosas, los únicos que van a salir ganando con la marcha del brasileño al Milan son su hermano, porque sin mover un músculo ni recibir ninguna patada va a ver aumentada su cuenta corriente gracias a las comisiones del traspaso, y Silvio Berlusconi, que acaba de ganar las elecciones italianas gracias, en parte, a las insinuaciones sobre el más que probable fichaje de Ronaldinho por el Milan. Un tío que puede fichar en un suspiro al que para muchos aún es el mejor jugador del mundo, bien merece ser presidente de la República, no?

Cuidado con ir a fichar con la cartera llena y con urgencias

Y el Barça? Teóricamente sale ganando porque se saca un problema de encima y además contará con dinero para fichar, pero los que tenemos un poco de memoria sabemos lo que tradicionalmente ha pasado en este club cuando se ha ido al mercado con la cartera llena y con urgencias. Además, tenemos que ver de cuanto dinero hablamos, porque si por Henry (dos años mayor y con mucha menos calidad) el club pagó 24 millones de euros, por Ronaldinho mínimo se deben ingresar 30 y aún me parece justo, teniendo en cuenta lo que pide Del Nido por Dani Alves. Sea como sea, lo que está claro es que los azulgrana ahora no tienen margen de error: deben ir a buscar jugadores contrastados y rezar para que no salgan rana. Qué envidia leer hoy a Sir Álex Ferguson diciendo que la temporada que viene sólo va a incorporar jugadores jóvenes y con proyección. Lógico, tiene un señor equipo ya hecho y puede permitirse errores en los fichajes. Más o menos lo que pasó en Barcelona tras ganar la Champions en el 2006. Lo que pasa es que entonces los directivos estaban muy ocupados recogiendo premios y asistiendo a otro tipo de actos y no se trabajó mucho en el tema fichajes. Bueno sí, se fichó a Gudjohnsen…

(Actualización: A raíz de una pregunta de Jesuslestat he recordado que no hace mucho publiqué un post sobre la trayectoria en el Barça de Ronaldinho que podéis ver aquí de una manera gráfica y amena, ya que hay fotos, goles y regates espectaculares)

El bisturí de Joan Laporta

Joan Laporta vivió el domingo su primera pañolada en el Nou Camp por parte de unos socios y aficionados que expresaron así su desacuerdo con la manera como está gestionando la junta directiva el club en los últimos meses. Porque ésta es la única lectura válida que se puede hacer de semejante reacción espontánea, espoleada en gran medida por las declaraciones que esa misma mañana había hecho el presidente en L’Hospitalet ante las peñas del Barça. Fue, sin duda, la ‘versión 2008’ de la Vilafrancada de Eto’o, una serie de expresiones y declaraciones histriónicas que pasarán a la historia del imaginario más cutre, más cómico, de los directivos del FC Barcelona. Porque sólo así se puede definir el contenido de lo que dijo el presidente, que resulta tan burdo y tan absurdo que casi no merece la pena comentarlo.

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Acusar a algunos periodistas de no ser del Barça me resulta cómico, puesto que es totalmente cierto que hay algunos que no lo son… y tampoco lo esconden! Eso, por si mismo, no les invalida para ser buenos periodistas, puesto que incluso les permite analizar las situaciones con menos atisbos de pasión o con una mayor imparcialidad, del mismo modo que hay periodistas por los que puedo poner la mano en el fuego y asegurar que son mucho más del Barça y sufren el doble que cualquiera de los directivos. El otro apunte que quería hacer sobre su discurso es que me indigna que se quiera confundir la crítica a determinadas situaciones, acciones o personas en ir contra los intereses del club. Ser del Barça no implica reirle las gracias a los directivos y los jugadores, que es poco menos lo que pasó la temporada pasada, en parte porque el equipo había ganado un crédito descomunal, y así nos fue. Ser del Barça es denunciar las cosas que no van bien y dejar que la gente juzgue, aunque también es verdad que la crítica se puede hacer desde un punto de vista constructivo o de una manera incendiaria. Ahí no entro y cada periodista sabe por dónde van sus tiros.

Lo que me sorprende sobremanera es la tendencia megalómana que tienen muchos líderes, de cualquier ámbito, de confundirse a si mismos con la entidad en el paroxismo de su poder. Joan Laporta representa y dirige al Barça, pero no es el Barça, y criticarle a él, o a Rijkaard o a Ronaldinho por hechos concretos y argumentados no es querer hacer daño al club. Al contrario. Si repasamos sus declaraciones van en consonancia con las Josep Lluís Núñez, en las épocas más crispadas de su mandato, de Joan Gaspart, que ya sabemos todos como es, o incluso de grandes dirigentes dictactoriales de la historia que han llegado a confundirse a si mismos con el país al que eventualmente estaban gobernando y, quizás, llevando a la ruina o a guerras fratricidas. Y con esto no quiero establecer comparaciones directas globales, sinó que quiero señalar sólo actitudes concretas.

Porque, lo que sorprendió del discurso de Joan Laporta no fue el contenido, que roza el absurdo y va en radicalmente contra precisamente de lo que él hacía en su época del Elefant Blau, sino su tono, la crispación del mensaje, que denotan el enorme nerviosismo que sufre el presidente. Hay quién postula que el mandatario ha sido siempre así y que se ha sacado la careta. Yo creo sinceramente que no, pese a algunos deslices como lo del aeropuerto o el enfrentamiento con Juanjo Castillo a la salida de un restaurante. En este sentido, os contaré una anécdota. En el primer año de su presidencia, la junta directiva montó un torneo interno de fútbol con medios de comunicación y en el que había un equipo de directivos, uno del cuerpo técnico, otro del fútbol base… El día en que nos tocó jugar a Mundo Deportivo contra los directivos, Jan Laporta fue sonriente a cada jugador del nuestro equipo antes de empezar dándonos la mano y diciendo «Hola, sóc en Joan«. Yo no soy una persona fácilmente impresionable, pero me dejó sin plabaras de todo un presidente del Barça hicera gala de esta humildad y apenas pude balbucear un ridículo «hola, sóc l’Albert«. Cómo si no lo conociéramos!

Puede que os parezca una historieta estúpida o banal, pero para mi es reveladora de una junta directiva que entonces era jóven, fresca, emprendedora, y que ahora parece cansada, bloqueada y desgastada. Me imagino que no debe ser fácil ser presidente del Barça. Lógicamente tiene muchas cosas buenas, pero a su vez debe resultar cansado estar siempre en el punto de mira de los medios de comunicación y cuestionado por cada pequeña decisión que tomes. Semejante infusión de poder y presión pueden poner a prueba el carácter más fuerte. Creo que la imagen que más se asemeja a lo que debe ser estar sentado en esa silla es el anillo único que forjó el maestro J.R.R. Tolkien y que dota de un poder casi ilimitado a quién lo posee, pero que a su vez conlleva el peligro de absorberlo, cambiarle la personalidad y consumirlo.

Las tres fases del mandato de Joan Laporta

Visto en perspectiva, su mandato al frente del Barça consta de una primera fase de reconstrucción (trabajo incansable, muchas iniciativas, ilusión, buenas maneras…), una segunda de recogida de frutos (títulos, jogo bonito, algo de prepotencia…) y una tercera de autcomplacencia (dolce vita, ausencia de código interno y de decisiones traumáticas o comprometidas, nervios…). De la misma manera que su trabajo honrado, árduo y comprometido se acabó filtrando al primer equipo y llegaron los resultados, los nervios de ahora, la autocomplacencia y la indefinición han acabado llegando a una plantilla que transita por el campeonato sumida en una crisis de identidad y de confianza, preguntándose una y otra vez quiénes son sus referentes.

Es evidente que Joan Laporta está nervioso, pero yo creo que está más nervioso por el futuro que por un presente que, visto fríamente y como él defiende, no está TAN mal. El Barcelona quedará seguramente segundo en la Liga, ha caído en semifinales de Copa y tiene opciones en la Champions League, un panorama que no es desolador para un club que, no hace tanto, encadenó 18 temporadas sin ganar una Liga o que ha ganado dos Copas de Europa en su historia. El problema no es tan presente sinó futuro, puesto que ha llegado el momento de tomar decisiones valientes y que no admiten margen de error. Ha llegado el momento de decidir si se confía en Frank Rijkaard o en un proyecto continuista (Pep Guardiola) o se produce un cambio en el modelo de juego y la dirección del equipo. Ha llegado el momento de intervenir quirúrgicamente a una plantilla en la que no se pueden poner vendas, como la temporada pasada. Hay que coger el bisturí y decidir hasta qué punto debe ser agresiva este intervención. Si cambias a Larsson por Gudjohnsen te puedes equivocar, porque la columna vertebral del equipo sigue intacta. Pero si vendes a Ronaldinho y Deco, que han sido los dos jugadores más determinantes de tu mandato, debes acertar plenamente en sus sustitutos, porque si no el equipo queda huérfano de referentes, como ha pasado esta temporada. Y el gran problema, la fuente de todo este nerviosismo, es que creo firmemente que Joan Laporta no tiene ni idea de qué hacer y que está esperando al ‘milagro de la Champions’ para no tener que tomar decisiones drásticas y arriesgadas que ya deberían estar más que asumidas. Lo grave y él lo sabe, es que aunque se gane la orejona la situación es complicada y requiere la intervención del mejor cirujano. Ya no vale escorrer el bulto y dejar al enfermo en manos de los practicantes o esperar a que se cure solo.

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Un embudo monumental

El Real Madrid salió vivo (o con un punto) de la carnicería a la que le sometió el Mallorca y el Villarreal demostró en Sevilla que le falta un paso para poder aspirar al título de Liga, por lo que ayer era una ocasión genial para que el Barcelona se diera un poco de oxígeno y moral ganando a un Getafe que había perdido en sus cinco visitas anteriores al Nou Camp. Sin embargo, la historia reciente se repitió de nuevo y el equipo dejó escapar dos puntos, que le complican una Liga en la que muy pocos o casi nadie ya cree. El problema no son los resultados y empiezo a creer que ni el físico ni las ganas. Justo en el día en el que Joan Laporta se destapó con unas contundentes declaraciones para venir a decir que «el equipo no está tan mal como lo quieren pintar», los jugadores de Frank Rijkaard acabaron demostrando lo contrario.

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Nadie podrá acusar al Barça de no dejarse ayer la piel en el campo o de no tener mentalidad ganadora en un partido que, siendo justos, mereció llevarse por ocasiones y por palos. Y quizás eso es lo peor de todo. La sensación de impotencia, de ‘esto es lo que hay‘, de que sin Ronaldinho, Deco y Messi, este conjunto es un buen equipo… y punto. Lo siento por los que idolatran a Eto’o o por los que tienen a Puyol e Iniesta como ídolos, dos jugadores que por cierto ayer hicieron un gran partido. Son grandes jugadores, sí, pero no son decisivos como el gaucho, como un Deco que hacía jugar al equipo como los ángeles cuando estaba bien o como un Messi que vuelve locas a las defensas con su velocidad. El Barcelona ha acusado sobremanera estas ausencias, que han evidenciado un claro déficit estructural de esta plantilla que ya he apuntado en algún post anterior: no tiene extremos ni carrileros.

Todo el juego, por el centro

El FC Barcelona actual es un equipo diseñado para jugar por el centro, con tres delanteros centros, tres medios que se agrupan alrededor del círculo central y con laterales que, a excepción de Silvinho, son más bien defensivos y no saben llegar hasta la línea de fondo y centrar con garantías o desbordar en el uno contra uno. Ayer esta carencia de un jugador del perfil de Cristiano Ronaldo, Jesús Navas o Diego Capel se hizo sangrante. Los de Frank Rijkaard provocaron ellos mismos un monumental embudo por el centro ante el que el Getafe, pese a sus bajas y lesiones, le bastó con acumular gente y mantener el orden en esa parcela. A partir de ahí, las ansias azulgranas hicieron el resto y el partido terminó convertido en una monumental trampa en la que únicamente la mala selección de opciones en las contras y el cansancio físico de los visitantes acabó evitando que se convirtiera en mortal con un 0-1. Eto’o, apartado del centro, pierde pegada y Bojan, de delantero centro, es como una seta en un bosque de pinos si es él quien debe rematar el bombardeo de centros al que sometieron los azulgrana al Getafe. Un recurso al que el Barça no está acostumbrado y que se convierte en menos efectivo aún si los centros llegan desde el pico del área, y no desde la línea de fondo, ya que los centrales contrarios siempre tienen ventaja y ven venir la pelota de cara.

El gran problema del Barça ahora mismo es que nadie desborda en las bandas y por eso es tan necesario de cara a la temporada que viene fichar laterales con profundidad y recorrido, como Daniel Alves, o algún extremo bueno en el desborde, que juegue pegado a la línea, como Mancini (Roma), Diego Capel o Jesús Navas. Como única solución temporal, hasta la vuelta de Messi, se me ocurre que Rijkaard podría hacer entrar a Gudjohnsen en el centro del campo y situar a Iniesta en el flanco izquierdo, en el que ayer también demostró capacidad de desequilibrio. Pese a todo, el Barça es el gran favorito para pasar ante el Schalke 04 y tiene opciones en semifinales, pero pase lo que pase en la Champions, aunque se gane, este equipo necesita una remodelación en profundidad.

Anécdotas: La charla táctica de Vic Buckingham

Temporada 1969-70 antes de un partido del FC Barcelona contra el Betis. El técnico inglés Vic Buckingham coge una tiza y un borrador y empieza a dar vueltas por el vestuario sin decir nada. Al cabo de un par de minutos, los jugadores empiezan a revolverse inquietos, esperando algún gesto de su entrenador, y preguntándose «a ver qué dice éste ahora?».

Finalmente, Buckingham de dirige a la pizarra del vestuario y escribe ‘BETIS’ con letras grandes. Acto seguido, va andando hasta detrás de dónde estaban sentados los jugadores, lanza con fuerza el borrador a la pizarra y grita ‘FUCKING BETIS!’. Y así da por concluída su charla.

El Barcelona acabó cuarto aquella temporada, por delante del Real Madrid, que fue quinto (!) y a siete puntos del campeón, que fue el Atlético de Madrid. Una clasificación bastante impensable hoy en día. Vic Buckingham entrenó al FC Barcelona dos temporadas, hasta el año 1971.

(Fuente, Charly Rexach, en su libro Ara parlo jo)

Físico y ausencia de complejos, las claves

Arsenal y Liverpool, especialmente los segundos, enseñaron ayer al mundo que a estas alturas de la película hacen falta dos cosas para sobrevivir en la Champions: fuerza física y no tener complejos. Lo primero, para ser capaz de sobrevivir al choque de trenes que supone enfrentarte a un equipo inglés, que no te da ningún segundo de respiro y pelea cada córner, balón y falta como si fuera el último minuto de la final. Y lo segundo, para poder salir vivo de partidos y situaciones en los que prima más el resultado que el estilo.

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Ayer pudimos presenciar un enfrentamiento apasionante entre dos maneras diametralmente opuestas de concebir el fútbol. El Arsenal, lo más parecido al estilo del Barça que hay en Europa, con un 4-4-2 y apostando por tener el balón, por crear juego, por usar las bandas, las combinaciones en cotro… El Liverpool, pertrechado atrás con su 4-2-3-1, con un Carragher siempre dispuesto a echar una mano donde hace falta; con dos medios centros que son un compendio de fuerza física, despliegue y buen movimiento de balón; con dos extremos de largo recorrido, que tanto cometen un penalti como marcan el gol del empate; con Gerrard dispuesto a aparecer para romper un partido en una acción puntual y Torres como temible y afilada punta de lanza. Y el resultado fue un partido eléctrico, en el que el Arsenal mereció bastante más y el Liverpool sacó un resultado bueno, porque obliga a los de Wénger a marcar en la vuelta.

Reconozco que soy del Arsenal y, por lo tanto, poco imparcial, pero también me identifico más con su manera de jugar, más creativa, que con la del Liverpool. Los de Rafa Benítez se pasaron toda la segunda mitad encerrados en su campo y no chutaron a puerta, pero se llevaron un buen resultado y lo celebraron por todo lo alto. No lo critico, porque también es una manera de jugar a fútbol, pero no me gusta, aunque me fascine ver lo bién trabajado que está tácticamente el equipo del entrenador español. Me encantó, eso sí, Javier Mascherano, un jugador impresionante, que siempre está donde debe estar y tiene una gran capacidad de movimiento de balón. Creo que sería un fichaje ideal para el Barça, para apoortar solidez a la medular, como también lo sería Cesc. Es una delicia ver como el de Arenys mueve a su alrededor a un elenco de jugadores jóvenes, descarados y talentosos, como Hleb, Walcott, Adebayor o Flamini, también impresionante ayer en su despliegue físico. Para los que dicen que con Iniesta y Xavi ya hay suficiente en el Barça, dos apuntes: Cesc fue el segundo jugador que más kilómetros corrió ayer en su equipo y posee un espectacular desplazamiento en largo, algo de lo que carece actualmente el FC Barcelona.

Hará falta otra gesta del Arsenal

La mala suerte, la torpeza de Bendtner salvando un gol de su compañero Cesc sobre la línea y un penalti escandaloso no pitado sobre Hleb dejan al Arsenal a expensas de un nuevo milagro, como el que ya obró en San Siro, si quiere estar en semifinales. Allí se encontrará probablemente con el Chelsea, pero ojo al Fenerbahce. Los turcos se sobrepusieron a un autogol en frío y ya han demostrado que son un equipo imprevisible, que juega con la misma frescura, imaginación y desparpajo con la que se movía sobre los terrenos de juego su entrenador, Zico. La derrota del Chelsea en Estambul y la segunda parte del Liverpool en Londres, donde no tuvo ningún complejo en defender un resultado que era bueno, dan aún más valor añadido a la victoria del Barça en Gelsenkirchen. Normalmente no gana la Champions el que juega mejor, si no el que sabe combinar rachas de buen juego con otros momentos de más especulación de saber controlar el partido y las eliminatorias.

El Liverpool tiene mucho menos fútbol que el Arsenal o que el Barça la temporada pasada, pero posee dos características que le hacen temible en la competición continental: poderío físico y ningún complejo para defender determinados resultados, aunque sea jugando feo.