Final de temporada: experiencias y amigos que me acompañarán toda la vida

Ya está, se acabó. Mi temporada 2013 de ultras ha llegado a su fin. Después de un primer año un tanto experimental, ésta era la primera en la que me dedicaba en serio a este deporte y afrontaba algunas de las mejores carreras del panorama internacional que no había hecho nunca. El objetivo era acabarlas con un tiempo y posiciones dignas y creo que en todas lo he conseguido. No me siento nada del otro mundo, hay mucha gente amateur como yo que es mucho mejor, pero personalmente sí que he cumplido algunos sueños, como acabar el Ultratrail del Mont Blanc. Además, he vivido sensaciones y momentos (buenos, increíbles y también malos) que sé que me acompañarán toda mi vida. Por otro lado, gracias a las redes sociales y a este blog he podido conocer a mucha gente apasionada por este deporte, algunos de los cuales con los que incluso he hecho amistad. Y eso, creo, es lo más importante. Junto a las experiencias, es lo que me va a quedar, más allá de marcas, posiciones o camisetas de finisher.

dorsals

La temporada arrancó en marzo con varias carreras de 50, como la Marxa dels Castells, muy popular, y la Half Trail Muntanyes Costa Daurada. Allí tuve una buena posición (9º) y un buen tiempo (6h20′ para 46 km y 2.850 de desnivel positivo). Una semana después de hacer la Marxa dels Castells (55 km.) corrí la Maratón de Barcelona en la que iba a salir tranquilo, me acabé animando y sufrí como un animal para bajar mi marca en un espectacular… minuto! Jajaja (de 3h11′ a 3h10′). Hablando en serio, he decidido que, por lo menos de momento, no voy a volver a hacer maratones de asfalto (llevo tres), porque no me motivan. No digo que no sean duras y que no puedan ser ilusionantes para otras personas, pero a mi no me dicen nada. Al final se trata de correr como un loco para bajar 3-4 minutos y tampoco entreno bien para eso.

friki2

A finales de abril empezaba la chicha: la Ultratrail Barcelona de 114 km. Ya la había hecho un año y esta vez la iba a correr con Jesús, con quien entreno. El objetivo era acabar ambos y bajar un poco mi tiempo del año pasado (casi 14 horas). La carrera fue infernal por algunos problemas de organización, los tapones al principio, la lluvia y el frío inesperados en esas fechas en el Garraf, pero al final nos salió muy bien: misma posición que el año pasado (14), media hora menos, Jesús acabó conmigo y encima fue segundo veterano de Catalunya (yo octavo de la absoluta). Lo mejor fueron las sensaciones, el acabar más de 100 kilómetros corriendo fuerte y bien de piernas. Eso me animó a ir a la Transvulcania.

165474_10151373314051254_916393190_n

Llevaba un año apuntado a la carrera de la Isla de La Palma. Había visto paisajes y vídeos y me parecía espectacular. No tenía muy claro si estaría recuperado tras la UTBCN y me tocaba ir solo, pero al final me lié la manta a la cabeza y creo que ha sido la mejor carrera de mi vida. Allí conocí a Kilian Jornet y Núria Picas y les propuse hacer la entrevista que más tarde acabaría publicando en Mundo Deportivo y GQ Italia. También conocí a Anthon Krupicka o Timothy Allen Olson y la carrera me fue genial: me había planteado hacer unas 12 horas y llegué en 10h17′ y entre los 100 primeros, en una carrera con 50 profesionales! En la meta casi no me lo creía. Además, la gente de la isla y la Transvulcania son espectaculares,  una prueba que creo que hay que hacer por lo menos una vez en la vida.

paso-por-el-roque-de-los-muchachos-159

La primera parte de la temporada se cerraba con la Volta a la Cerdanya. La carrera me apetecía porque entré en el Projecte Summit de Emma Roca que estudiaba los efectos de los ultratrails en corredores de distinto nivel. Ahí conocí a mucha gente, muy buena, aunque la prueba fue (otra vez) pasada por agua. Cuando acabó de llover la cortaron por el peligro de tormenta y nos quedamos sin subir a La Molina, la parte más interesante a priori del recorrido. Al final fueron 6h31′ para 57 kilómetros y una 19ª posición en la general que no está nada mal, teniendo en cuenta el nivel que había. Pese a que fue un poco engorroso ir directo al hospital sin tiempo de comer, beber, ni ducharme, para hacer las pruebas, la organización y la gente del Summit estuvieron a una grandísima altura.

foto còpia

La segunda parte de la temporada giraba alrededor de un macizo y de una carrera mítica, pese a que apenas lleva 10 ediciones y las tres últimas habían estado marcadas por el mal tiempo y problemas organizativos:  el Ultratrail del Mont Blanc. De hecho, casi todo lo que he hecho en montaña había estado enfocado de reojo a pillar experiencia para lo que era uno de los grandes retos de mi vida. En su momento hice una crónica muy extensa y sincera de lo que llegué a sufrir, vivir y sentir durante esos 170 kilómetros y más de 33 horas, pero creo que refleja un 10 por 100 de lo que pasó. Solo puedo decir que lo logré, que fui uno de los 1.600 afortunados de los 2.500 que lo intentaron que cruzó esa meta de Chamonix de noche y con una gran sonrisa en los labios.

arribada meva

El Ultratrail del Mont Blanc me pasó factura. Si bien a nivel muscular no acabé muy roto, el hecho de trabajar también dando clases de spinning en un gimnasio y que el lunes siguiente al domingo de la carrera ya estuviera dale que te pego no ayuda. No es excusa, me encanta mi faena, pero está claro que cuando haces cosas incorrectas y no descansas, lo acabas pagando. Lo peor fueron los pies, que me hicieron sufrir muchísimo durante la carrera y luego se me quedaron inflamados dolorosamente casi una semana. Estuve prácticamente parado porque apenas tres semanas después hacía la Cavalls del Vent. Esa era otra idea que a priori no podía ser buena, pero iba con Sergi y Jesús, con los que entreno siempre, llevaba años intentando apuntarme y me parece un recorrido espectacular. Creo que es una ultra preciosa, que hay que hacer una vez en la vida aunque sea por etapas, ya que su paisaje y variedad son excepcionales. El hecho de ampliarla este año a 100 kilómetros aumentaba su dificultad y personalmente no me fue nada bien. Arrastré dolor de pies desde el kilómetro 25, llegué al 58 muy tocado y, tras rehacerme un poco, el tramo final fue un calvario. Pese a todo, disfruté con una carrera preciosa y bien organizada, que acabé con un tiempo digno de 16h21′ y la posición 119 de más de 1.000. Lo mejor, sin embargo, es que este año me han hecho Salomon Field Tester, una comunidad de blogueros y corredores que prueban material de la que ya era mi marca preferida, y allí en Cavalls pude conocer a gente como Mauri, Eva o Edu. Son jóvenes y espectaculares como personas, apasionados del deporte y del trail, y que trasladan esa ilusión a lo que hacen. Eso y el orgullo de formar parte, aunque sea indirectamente, de Salomon es lo que me llevo de Bagà.

IMG_3667

La última carrera del calendario no la teníamos prevista, pero la vimos, nos cuadraba por fechas y era un escenario en el que nunca hemos corrido. La Ultratrail Collserola celebraba su primera edición, tenía un precio razonable, estaba al lado de casa y Sergi, Jesús y yo decidimos cerrar la temporada ahí. Las sensaciones fueron raras: me fui encontrando bien y mal, alternativamente; me perdí un buen trozo, cosa que no me suele pasar, pasé frío, llegué casi deshidratado a un avituallamiento, salimos un tanto rápidos… pero al final regulé un poco y acabé con buenas sensaciones. El tiempo era más o menos lo que me esperaba, 8h39′, y la posición, la 48, un indicativo que hay que ser humilde, tener claro que hay mucha gente buena y una motivación más para seguir entrenando y mejorar.

La verdad es que miro atrás y me parece increíble lo que he vivido en tan poco tiempo. Lo apasionante que es este deporte, tan aparentemente sencillo y en el que el sufrimiento y la alegría desbordada están separados por una línea muy fina. Un año en el que solo en carreras he hecho 650 kilómetros y unos 34.200 metros de desnivel positivo. No sé qué me deparará el 2014, pero espero que sea por lo menos tan positivo y lleno de experiencias como este 2013.

15998446

Cavalls del Vent 2013: finisher en 16h21′ y puesto 119

Yo no tenía que hacer la Cavalls del Vent este año. Estando seleccionado para el Ultratrail del Mont Blanc la última semana de agosto, era evidente que tres semanas era demasiado poco margen de recuperación entre ambas carreras. Sin embargo, justo antes de acabar el plazo de inscripción, mi amigo Sergi Montes nos escribió a Jesús y a mi diciendo que nos apuntáramos en grupo, que no nos tocaría, pero que ya tendríamos puntos para el año que viene. Y tocó, claro.

foto còpia

El Mont Blanc me dejó más desgastado de lo que pensaba. Las dos primeras semanas iba agotado, pero lo peor fue el dolor de pies. Y días antes de Cavalls persistía. Los últimos días la mejora fue rápida, pero sabía que no llegaba a la prueba en perfectas condiciones. Aún así, tenía muchas ganas de hacerla porque íbamos los tres juntos, porque llevaba dos años intentando apuntarme y no me había tocado y porque este verano habíamos hecho dos veces el recorrido y es precioso, trail running en estado puro. Eso sí, iba a afrontar la carrera siendo un poco conservador y muy a la expectativa de como iba físicamente y, sobretodo, de pies. Lo que no quería bajo ningún concepto era sufrir alguna lesión grave.

Pese a todo esto, en la salida estaba muy tranquilo. Me encanta ese momento en el que miras a tu alrededor y ves las reacciones de la gente: hablando con el compañero, aullando como un animal, con la mirada completamente perdida, sonriendo como un niño… Suena la música de El Último Mohicano y el subidón es espectacular. De repente te ves corriendo entre una riada de gente por callejones estrechos, aunque la mayoría es educada y no hay empujones ni cosas raras. Los primeros 14 kilómetros son básicamente una subida hasta los 2.500 metros del Niu del Áliga, el techo de la prueba. Como hemos salido bastante atrás, apretamos un poco para enfilar bien la ascensión y vamos haciendo. Para mi gusto vamos un tanto rápido, pero como subo bien y no quiero perder a Sergi, aprieto para seguirle. Jesús se queda un poco rezagado atrás.

La subida es dura, pero incluso se me hace un poco corta hasta el Niu, donde saludo a Joan Solà, el director de Salomon en España, y veo que Sergi, que se había marchado un poco, está esperando. Miramos si vemos a Jesús y, como no viene, iniciamos la bajada que tiene unas vistas espectaculares. Allí voy muy conservador y me pasa bastante gente, algunos bajando como búfalos. La subida ha ido bien, pero al bajar empiezo a notar un leve dolor en la planta de los pies. Eso, unido a un terreno muy técnico, hace que tense mucho la musculatura y se me empiezan a agarrotar los cuádriceps. Vamos bien… Cada vez me cuesta más seguir a Sergi y llego al refugio del Serrat de les Esposes mal, bastante mal. Apenas llevamos 28 kilómetros y voy sin piernas y con los pies doloridos. No quiero que eso me sirva de excusa y, ni mucho menos, quiero abandonar, pero está claro que así no puedo afrontar más 70 kilómetros. Eso sí, le explico la situación a Sergi y le digo que tire, que él va mucho mejor, y que yo quiero ir a mi ritmo. Me dice que no hay problema, que no quiere ir solo y que tampoco quiere forzar. Eso me alivia, ya que no quiero retrasarle y a la vez es una gran ayuda moral ir con alguien.

P1030526

Trato de ser positivo y pensar que la cosa también puede ir a mejor. Me tomo un ibuprofeno, como un poco (hasta ahora no lo había hecho), bebo bien (hace mucha calor) y salimos. En ese punto de pájara mental, me encuentro a un chico con síndrome de Down al inicio de la subida. Está saludando a los corredores y cuando me acerco para chocarle la mano me dice con claridad alucinante ‘vinga, anima aquesta cara, ets una màquina!’. Su familia y y nos miramos y empezamos a reir a carcajadas a la vez que trato de contener alguna lagrimilla de emoción que se me escapa. Son esos pequeños-grandes detalles de una carrera que te hacen sentir especial y que te dan fuerzas para seguir adelante. Hay muchísima gente que no para de animarte por todo el recorrido, el ambiente es espectacular, y solo por eso vale la pena seguir. Entre esto, el ibuprofeno, la comida y lo que sea, empiezo a recuperarme y a bajar mejor. El último tramo de pista hasta Bellver, con un terreno más agradable, me permite correr bastante y rápido, lo que acaba de animarme. Allí hay la gran parada y mucha gente esperando, entre ellos Ricard Belaskoain, de Vilanova, que nos ayuda a coger la comida y a cambiar de mochila, ya que a partir de las cinco de la tarde el material obligatorio aumenta y nosotros habíamos salido con lo mínimo.

Mientras comemos aparece Jesús, así que salimos de Bellver reagrupados. Estamos en el kilómetro 40 y nos viene una subida suave, pero larga, hacia Cortals y luego un tramo que me da mucho respeto hacia Prats de Aguiló. Yo voy bien y hago la subida a ritmo e incluso corriendo detrás de Sergi, pero Jesús va con rampas y vuelve a quedarse. Hasta el primer refugio todo va perfecto, pero al salir hay una subida muy dura en la que me vengo abajo. De golpe me siento vacío y tengo que parar un par de veces de subir de puro agotamiento. No lo entiendo, eso no me pasó ni en los peores momentos del Mont Blanc. Este tramo de 12 kilómetros, además, es muy largo y estamos al mediodía, con un sol de justicia. Me quedo sin agua pese a ir racionando y Sergi tiene que esperarme bastante rato un par de veces. Trato de pasar el mal trago e ir corriendo cuando encuentro fuerzas, pero voy muy muy justo, incluso con sueño. Finalmente aparece el refugio y le digo a Sergi que yo allí tengo que parar un buen rato, sentarme, comer mucho, beber mucho y rehacerme, o no puedo seguir.

P1030538

La sensación es rara. No quiero retirarme, pero está claro que en esas condiciones no puedo seguir 40 km. Decido hacer como antes: comer y ver qué pasa. Tomo de todo: otro ibuprofeno, magnesio líquido, un gel de cafeína, muchísima fruta, incluso gominolas… Y lo cierto es que cuando arranco, me encuentro con fuerzas otra vez y los pies han mejorado. Viene el temido pas dels Gosolans, una subida de casi 1.000 metros positivos, que hago a buen ritmo y animado, porque sé que una vez arriba, llanearemos unos kilómetros y luego bajaremos por pistas hasta el refugio Lluís Estassen, ya en el kilómetro 70. No fue mi mejor subida y Sergi me tuvo que esperar un poco, pero la superé bien y empezamos a bajar juntos a un ritmo cada vez mejor. Veo que de piernas voy muy bien, de pies aceptable y cuando llegamos a la pista empezamos a apretar y adelantar a bastante gente. La sensación es brutal, corriendo de esta manera en el km. 70. Me siento corredor otra vez.

Llegamos a Estassen bien y aún de día, uno de nuestros objetivos al inicio de la carrera. Allí vuelve a estar Ricard, que me dice que coma, pero voy lleno del refugio anterior, así que casi no paramos y enfilamos hacia el Gresolet. La bajada al principio es un poco complicada con raíces y piedras, pero luego se puede hacer bien y voy siguiendo a Sergi sin problemas. Llegamos rápidamente al refugio. Ya estamos en el quilómetro 75, sigue habiendo luz y ahora sé positivamente que no me voy a retirar, que mejor o peor, pero voy a acabar. El siguiente tramo hasta Sant Martí también baja bastante, aunque es más largo, y nos lanzamos a una bajada que disfruto bastante porque vamos a ritmo, pero que me castiga mucho la planta de los pies. En los últimos 2-3 kilómetros se está haciendo de noche y apretamos para llegar al refugio con luz, lo cual supone un golpeteo brutal para las articulaciones, pero conseguimos llegar al límite de que se nos acabe la luz.

P1030548

Allí paramos un poco, comemos algo, nos tapamos porque empieza a hacer frío y salimos… sin los frontales! Le digo a Sergi que me de el mío que está en la bolsa y él se da cuenta que tampoco lleva puesto el suyo, que lo tiene en la mochila. Vaya empanada colectiva! Toca una subida de cinco kilómetros que empieza por els Empedrats, un tramo precioso de día que cruza varios trozos con mucha agua, pero algo complicado y resbaladizo de noche. Aún así, hacemos el primer trozo a muy buen ritmo. Yo me siento con fuerzas, aunque el tramo es larguísimo y en los últimos dos kilómetros se hace interminable. Llego al refugio bastante cansado y con gran dolor de pies. Me tomo un ibuprofeno, pero sé que ya no me va a servir de nada, y sin parar demasiado afrontamos los últimos 12 quilómetros. El primer tramo de bajada es muy pedregoso y supone un suplicio para mis pies. Me da rabia, porque de piernas voy muy bien, pero los apoyos son terribles. Con todo, esta vez no me quejo o me cabreo como en el Mont Blanc, porque ya sabía que venía aquí tocado y esto podía pasar. Es una especie de estoica resignación. Cuando encuentro un tramo limpio de camino puedo correr muy bien y disfruto. La sensación de estar corriendo de noche y tras 94 kilómetros te hace sentir realmente bien, pese a todo el cansancio y dolor acumulado. Otra vez la típica montaña rusa de sensaciones.

La lástima son los pies, los dichosos pies. De apoyar mal se me ha hecho una gran llaga en la planta izquierda, pero prefiero ese dolor al otro, al de las ‘almohadillas’ en las que parece que tenga clavada dos espinas cada vez que impacto con el suelo. Finalmente llegamos a la carretera, a un 5 kilómetros de Bagà, en la que me espera Sergi. Le digo que voy fatal e incluso correr por asfalto ya me resulta muy doloroso, pero a la vez pienso que el hecho de tenerle y que en tantos momentos hayamos ido juntos ha hecho la carrera muchísimo más llevadera mentalmente. Para colmo de males, tras dos kilómetros nos vuelve a meter con un caminito: no, más piedras no, por favor! Pero sigo. Qué remedio. Sigo resoplando y gritando como un animal por momentos, aunque a la vez estoy saboreando la carrera y que ya lo tenemos. Es de locos. Finalmente entramos en Bagà. Son las 11 y poco de la noche y aún hay mucha gente que nos anima y aplaude. Cruzamos la meta juntos y nos abrazamos. No es una explosión de alegría, pero estoy satisfecho y contento: hemos hecho el tiempo previsto (16h21′), una posición digna (133 al llegar, 119 en las clasificaciones porque hay gente a la que parece ser que han descalificado) y he acabado una carrera que por momentos no vi muy clara.

IMG_3668

Saludo a Mauri, Edu, Biel de Salomon, gente magnífica que me han animado durante la carrera, y nos hacemos la foto de finishers mientras esperamos a Jesús, que llegará una hora y media después de nosotros. Por mi parte, sensaciones ambivalentes. Un poco triste por el tema pies y no haber podido hacerlo algo mejor, pero muy contento por lo vivido, por hacer la carrera con un amigo de la infancia, por el ambientazo, por los paisajes y por haber acabado otra de las carreras más duras del mundo. Y ahora qué, me pregunta mucha gente. Ahora, a descansar un poco 😉

Prèvia Cavalls del Vent 2013

Apenas tres semanas después de acabar el Ultratrail del Mont Blanc el sábado afrontaré el último gran reto de la temporada: la Ultra Cavalls del Vent. Es una carrera que nunca he hecho y que me hace especial ilusión, pero que encaro con ciertas reticencias. De hecho, a principios de año no tenía pensado hacerla por estar demasiado cerca de la prueba francesa, pero mi amigo Sergi nos convenció a mi y a Jesús de hacer la preinscripción argumentando que no nos iba a tocar y así tendríamos puntos para el año que viene. ¿Qué pasó? Pues que tras dos años intentándolo y quedándome fuera de la carrera, este año sí que nos tocó. Ley de Murphy. Soy consciente que afrontar 100 kilómetros apenas tres semanas después del Mont Blanc no es nada recomendable y de hecho aún no me noto ni mucho menos al 100 por 100. Muscularmente me he recuperado bien, pero sigo teniendo dolores en la planta de los pies y eso me preocupa. Ahora bien, tengo muchas ganas de hacer la carrera por ambiente, por el sitio, por el recorrido y por ir con ellos dos. Espero poder seguirlos, pero si no me lo tomaré con calma y trataré de disfrutar de la prueba e ir a mi ritmo.

cavalls2

La Ultra Cavalls del Vent-Salomon Nature Trails afronta este sábado una de sus ediciones más especiales. Tras lo vivido en 2012, cuando centenares de participantes tuvieron que ser evacuados por el mal tiempo e incluso uno llegó a fallecer, la prueba afrontará una pequeña reválida, pero nadie duda que seguirá estando entre las más emblemáticas de Catalunya. Un recorrido variado por el precioso Parc Natural del Cadí-Moixeró y la presencia de algunos de los mejores corredores de ultras del Estado son activos más que suficientes para atraer a 1.050 participantes, que desde las 7 de la mañana buscarán completar un círculo de 100 quilómetros con inicio y final en Bagà y 6.600 metros de desnivel positivo.

Y es que la Ultra Cavalls del Vent vivirá en esta edición uno de los cambios más significativos de su historia: el paso de los 85 kilómetros de la travesía original entre refugios a 100, provocados por un ‘escape’ en el primer tercio de la prueba hacia Bellver de Cerdanya. «Queríamos llegar a los 100 kilómetros, era una cifra que nos gustaba mucho y las razones són principalmente deportivas y competitivas», asegura el director de la carrera, David Prieto. Ahora bien, a nadie se le escapa que hay otro motivos para el cambio y Prieto reconoce que «antes, logísticamente, solo teníamos un centro de control y estaba en Bagà, en el Berguedà. Con todo, el año pasado pudimos sacar a 700 de los 1.000 participantes de la carrera, pero la experiencia nos dijo que era más seguro tener otro centro logístico, que estará en Bellver». De esta manera, la organización se asegura un punto de escape, posible evacuación o retirada hacia el kilómetro 40, pero también ha recibido algunas críticas por desvirtuar el espíritu inicial de la carrera. «A los más puristas quizás no les guste», afirma Prieto, «pero prácticamente no vamos a pisar asfalto y poca pista. No entramos bien bien en el pueblo, sinó que nos quedamos en el pabellón y en una distancia de una maratón, donde el que corredor vaya justo puede decidir quedarse».

UltraCavalls_Kilian#1D28846

Sea como sea, la Cavalls del Vent es una de las carreras importantes del calendario nacional y estatal. Integrada junto a la Transvulcania en el circuito Salomon Nature Trails y con ganadores del renombre de Kilian Jornet, que el año anterior marcó el récord de la prueba, atrae a algunos de los mejores corredores catalanes y españoles del momento. No estará el vigente campeón, inmerso en su particular Summits of my life, pero sí Miguel Heras, segundo en el Ultratrail del Mont Blanc tras superar las lesiones de la primera mitad de año; el gerundense Toti Bes, reciente ganador de la CCC; Tòfol Castanyer o Luis Alberto Hernando, segundo en pruebas como Zegama o Transvulcania tras el mismo Kilian y flamante campeón de España de Carreras de Montaña. De entre estos cuatro nombres debería salir el ganador masculino, sin olvidar a los pocos profesionales extranjeros de renombre, como Terry Conway o Nuno Da Silva.

Arribada_noies_1_LR

En el capítulo femenino, todas las miradas estarán puestas en Núria Picas. La corredora del Buff juega en casa (vive en Berga) y defiende título que ganó el año pasado con la moral alta tras su reciente segundo lugar en el Ultratrail del Mont Blanc. Laia Andreu, Teresa Nimes o la portuguesa Natercia Martins son sus principales oponentes en una carrera que es una gran fiesta deportiva, pero también económica: Pangea Attitude, la empresa organizadora, calcula que el año pasado dejó unos 750.000 euros en el Berguedà y en este 2013, con la ampliación a la Cerdanya, se podría «sobrepasar el millón de euros». Y, como en esta vida no todo es el dinero, la Cavalls del Vent también tendrá espacio para la solidaridad con la edición XS, una carrera benéfica en colaboración con UNICEF destinada a niños de entre los tres y los 20 años que tendrá lugar el sábado en Bagà. Todo preparado, pues, para una edición a la que acompañará la lluna llena y, con toda seguridad, una buena climatología, la obsesión de la mayoría de organizadores y corredores tras el mal trago del 2012.

Entreno para la Cavalls del Vent

Ya hace meses que veníamos comentando la idea de hacer la travesia Cavalls del Vent como un entreno de calidad y para reconocer el terreno de cara a la carrera que haremos el 21 de septiembre, por bien que este año la prueba organizada por Salomon le añade un tramo de unos 16 quilómetros que no hicimos y que comenté en este post. Después de posponerlo en mayo por problemas logísticos y porque había una cantidad exagerada de nieve, finalmente lo programamos para los días 5 y 6 de julio. Lamentablemente, Jesús no pudo venir por temas laborales, y lo acabé haciendo con Sergi, que había montado la ruta y que llevó el timing con una precisión suiza. Se trata de una travesía de unos 84 km. con 5.500 metros de desnivel positivo por refugios de la zona del Parque Natural del Cadí Moixeró. La idea era hacer la mayor parte el primer día (unos 55) y dejar 30 para el segundo y llegar a la hora de comer.

mapa-iti-copia

El viernes nos levantamos a las 5, salimos a las 5,45 hacia Saldes y llegamos al pie del Pedraforca a las 7,45. Un cuarto de hora de preparación y comprobarlo todo y nos pusimos en marcha desde el refugio Lluis Estasen hacia el Gresolet. La verdad es que la ruta estaba montada de manera ideal para lo que queríamos hacer: dos entrenos de calidad y a ritmo, pero sin ir agobiados de tiempo y haciendo la mayor parte del tute el viernes, para acabar el sábado al mediodía. Saliendo así, además, los primeros quilómetros son muy agradables en bajada y permiten calentar bien. Llegamos rápidamente al primer refugio y ya fuimos viendo que el día sería espectacular, pero que íbamos a pasar calor.

Personalmente, gratamente sorprendido porque el camino está muy bien marcado con puntos de color naranja y porque el terreno es muy variado, con tramos de pista, pequeños senderos, zonas boscosas… Del Gresolet enfilamos hacia el Sant Jordi, donde aún vamos muy muy frescos, sensación que aumenta el hecho de encontrar numerosos ríos y fuentes de agua fresquísima. Hemos hecho unos 20 quilómetros con 1.000 metros positivos y negativos, pero bastante cómodos y fáciles de correr. Bebemos agua de una fuente casi clandestina (font del faig) algo apartada del refugio y enfilamos un tramo de ligera bajada, pero que rápidamente se convierte en una árdua subida hacia els Empedrats, un tramo por el que pasan diversos ríos que cruzamos con agua hasta la rodilla. Tras una larga bajada, nos acercamos hacia el refugio de El Rebost, pero en la parte final nos encontramos con 4-5 quilómetros de subida de unos 700 metros, los últimos dos de los cuales son durísimos y se nos hacen eternos.

cavalls

En el refugio paramos unos 20-25 minutos a comer y yo me bebo tres latas de Aquarius y mucha agua. He cometido el error de estrenar el Camelbak de mi mochila Salomon S-Lab sin limpiarlo y el agua que llevo tiene un gusto muy químico. Me deja la boca muy pastosa y empieza a hacer calor, por lo que procuro beber Aquarius, para reponer sales, y no descuido los geles ni el magnesio que suelo tomar en carrera. Tras reponer fuerzas toca la ascensión al Niu de l’Àliga, punto más alto de la carrera, de más de 1.000 metros positivos en 6 quilómetros. Es dura, no lo voy a negar, pero la hago relativamente bien y a ritmo, en hora y media, disfrutando de unas vistas espectaculares. El problema sigue siendo la sed y ahora no hay fuentes para refrescarse, porque estamos muy arriba. Llegamos al refugio que forma parte de la estación de esquí de La Molina y vuelvo a beber tres latas y compramos agua embotellada.

cavalls2

Me repongo momentáneamente para afrontar el último tramos de la jornada: 16 quilómetros de bajada hasta el Serrat de les Esposes. Un tramo de poca ascensión, pero muy largo. Los tres primeros quilómetros son de bajada y voy mas o menos bien, pero pronto veo que la cosa no chuta. Vuelvo a tener una sed terrible y los tragos del camel, aunque ya no saben tanto a producto químico, apenas me sacian. Los siguientes tres quilómetros son una subida de unos 300 metros arriba de la cual llego completamente exhausto y me detengo un momento a reponer fuerzas, admirar el paisaje y hablar con unos chicos extranjeros que van un poco perdidos. Desde esta parte se ve toda la Cerdanya y es sencillamente sobrecogedor quedarte ahí parado admirando las vistas y no escuchando ningún ruido de civilización. Nos quedan unos 9 quilómetros que hago con malas sensaciones, bastante dolor de piernas, amagos de rampa… Toda la pinta de una deshidratación pese a haber bebido litros y litros de agua y latas. La bajada final hasta el Serrat es criminal, la hago completamente andando y cuando llego al refugio voy directamente a la fuente y bebo un litro y medio de golpe.

La verdad es que en esos momentos te pasan muchas cosas por la cabeza y sobretodo te cuestionas si estás preparado para afrontar la carrera y ya no hablemos el Ultratrail del Montblanc. La ecuación mental es fácil: si estoy muerto habiendo hecho unos 55 km, cómo voy a aguantar 100 seguidos? O 160? Ahora bien, también es verdad que hemos hecho los 55 con unos 4.000 de desnivel en 10 horas, contando las paradas, y que una hora después de haber llegado, bebido un par de latas más y descansado un rato, ya estoy muy muy recuperado. Ducha caliente, cena copiosa, todo el refugio para dormir nosotros solos, una noche y unas vistas espectaculares y levantarse a las 7 de la mañana y encontrarte con una vaca enorme delante de la puerta y unas cuantas más merodeando. Esto no tiene precio.

foto

Tras desayunar copiosamente, a las 8,45 ya volvemos a estar en marcha para afrontar el último tramo, de unos 30 km con 1.500 positivos de desnivel. Pese a estar algo cargado de piernas, he recuperado muy bien y puedo seguir el ritmo de Sergi, que es vivo, pero tampoco demencial. El tramo hasta Cortals de l’Ingla, de unos 4,5 quilómetros, es ideal para calentar, pese a tener una ligera subida, y transcurre por parajes boscosos y muy bonitos. Una vez ahí, bebemos y para arriba, una fuerte subida en la que adelantamos a varios grupos que han pasado mientras desayunábamos por nuestro refugio. La bajada es sostenida y permite correr bastante hasta llegar al refugio de Prats d’Aguiló. Tras cargar agua y refrescarnos, enfilamos la subida del Pas dels Gosolans, que en apenas dos quilómetros te lleva hasta 2.400 metros y que es muy dura, pero que permite disfrutar de unas vistas espectaculares. De ahí hasta el final, una bajada muy bonita por prados, primero, y los últimos 4 quilómetros de pista cómoda hasta llegar al coche en 4h28′ desde que salimos del Serrat de les Esposes.

Un entreno espectacular de pura montaña en un entorno privilegiado que he disfrutado mucho, pese a los problemas finales por la calor del primer día, en el que acabé muy cansado. La rápida recuperación el mismo día y la respuesta de las piernas del sábado, con 55 km. a cuestas, me animaron bastante, aunque también me hizo ver que hacer los 100 del tirón el día de la carrera va a ser durísimo.