Un Kilian Jornet de leyenda gana la Hardrock 100 y pulveriza su récord en 42′

¿Se imaginan una competición que Leo Messi quisiera jugar y no pudiera hacerlo porque no entra en el sorteo? Pues justo eso es lo que le había pasado a Kilian Jornet en los dos años anteriores con la Hardrock 100, una de las carreras más duras y emblemáticas de los Estados Unidos con sus 160 killómetros, 10.000 metros de desnivel positivo y una cima de 4.280. Por eso, la prueba que tiene lugar en Silverton (Colorado) aún no figuraba en el extenso palmarés del que ya es el mejor corredor de ultradistancia de la historia… hasta hoy. El corredor del Salomon International Team se ha impuesto con una autoridad insultante con un tiempo de 22h41′, con más de 2h30’ de ventaja sobre el segundo y, no contento con ello, ha batido en 42’ el récord de la prueba.

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Los que conocen a Jornet sabían que la Hardrock le hacía especial ilusión porque no la había corrido nunca y porque es mucho más ‘alpina’ que la mayoría de citas americanas, habitualmente más pisteras y planas. Sin embargo, su actuación a vuelto a asombrar a propios y extraños, liderando la carrera desde el principio y manejándola a su antojo. Desde ayer viernes a las dos del mediodía lo hemos podido ver sentado tranquilamente cambiándose los calcetines tras cruzar un río o asegurando que llevaba un ritmo “muy muy cómodo» en el primer cuarto del recorrido. Por entonces ya iba líder con algunos minutos de ventaja sobre Julien Chorier, seguido de Seb Chaigneau, que acabaría abandonando con una severa hipotermia. El catalán, avituallado por toda una campeona del mundo como Anna Frost, se lo pasó en grande con las tradiciones de la carrera, bebiendo incluso un poco de tequila y un sandwich en uno de los avituallamientos. Chorier seguía a su caza, varios minutos detrás, con la ayuda de un ‘pacer’ (un compañero que puede acompañarte y marcarte el ritmo), mientras Kilian cargaba con unos palos para superar el tremendo ascenso al Engineer’s Pass.

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La sorpresa relativa llegaba cuando Jornet y Chorier aparecían juntos en la milla 54 y parecía que había carrera, aunque uno de los responsables del avituallamiento del catalán explicaba que había esperado a Chorier porque “estaba cansado de ir solo”. A partir de ahí, sin embargo, empezó la verdadera carrera del corredor del Salomon. Su compañero de equipo Rickey Gates empezó a hacerle de liebre, pero pese a ir mucho más fresco, no pudo seguir su altísimo ritmo y lo acabó dejando. En el siguiente punto de control, en la milla 63, Jornet ya tenía 12 minutos sobre Chorier. A partir de ahí la diferencia se fue alargando de forma abismal y en la milla 72 ya estaba en 33’. A partir de ahí aumentó todavía más su ritmo con lo que sus tiempos se iban situando por debajo del récord de la prueba, pese a que él bromeaba en algunos puntos de control diciendo que “estoy corriendo rápido para mantenerme en calor, no para batir el récord”.

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Pero lo hizo. Batió el récord en 42’ minutos e inscribió su nombre en el selecto palmarés de la Hardrock 100, una de las pocas pruebas largas del mundo que aún no había ganado. Una gesta más para un corredor que está batiendo todos los registros con una aparente facilidad que resulta asombrosa.

(Fotos via @iRunFar)

Las carreras de montaña: ¿impacto medioambiental o demagogia?

La Vanguardia, un periódico que siempre se ha destacado por tratar el trailrunning y las carreras de montaña con mucha seriedad, publicó el lunes 13 de enero un artículo que en cierta medida me sorprendió. Bajo el llamativo titular de «Carreras de montaña: al filo de lo insostenible» analiza la situación de un sector en el que evidentemente hay un boom y, por lo tanto, cierto peligro de desmadrarse y provocar daños medioambientales. Formalmente, el artículo (que podéis leer aquí) está bien realizado, ya que va a buscar muchas y diversas fuentes, pero tiene cierta trampa: parte de la premisa que las carreras perjudican el medio ambiente y trata de reforzar esta tesis, porque si no, sencillamente no habría artículo. Por todo ello, tiene una parte negativa y una positiva. La mala es que una persona que no sabe de qué va esto, leyendo el titular y las opiniones preponderantes en el artículo se va a hacer irremediablemente a la idea que las carreras de montaña son un negocio masificado de gente a la que no le importa hacer daño al medio natural. La buena, que pone el foco y saca a relucir ciertos problemas a los que se va a enfrentar el trailrunning y las carreras de montaña en los próximos años y sobre los que debe haber un debate realista y serio.

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En primer lugar es innegable que estamos llegando a niveles alarmantes de saturación de carreras. En el 2014 se han creado un mínimo de cuatro ultratrails nuevas en Catalunya, que se suman a la amplia oferta ya existente. A ojos de muchos, la situación empieza a ser peligrosa, pero en primer lugar nadie puede prohibir organizar una carrera a un grupo de gente que obtiene todos los permisos. En segundo, la demanda y el número de inscripciones continúa creciendo, con lo que estimula inevitablemente la oferta. En tercero, en caso de saturación real, las carreras mal organizadas o que busquen únicamente el rendimiento económico caerán por su propio peso. Así pues, yo creo que no se puede limitar el número de carreras que se crean, pero sí que tiene que haber una limitación del número de participantes en ellas. O, como mínimo, intentar que el crecimiento sea sostenible. El problema es, ¿quién lo regula? Algunas carreras están bajo el auspicio de la Federación Española (FEDME), otras de las autonómicas, la mayoría dependen de los permisos de cada zona concreta o parque natural, pero no hay una entidad que esté por encima de todas ellas y haga homogéneos los requisitos necesarios para tirarlas adelante.

Una de las carreras que cita el artículo de La Vanguardia es el Gran Trail Aneto-Posets, que este verano metió a 3.000 personas en el parque Natural Aneto-Posets y en el que hubo serios problemas debido al mal tiempo. La carrera había cambiado esta edición de organizadores y creo que hay que estar muy preparado y tener una gran experiencia para dar servicio a este número tan elevado de participantes. Personalmente, prefiero no ir a una carrera de nueva creación que empieza con tanta gente. Es previsible que haya problemas y, en la alta montaña y hablando de ultras, estos se pueden multiplicar y llegar a ser muy serios. De hecho, no hace falta ser organizadores ‘novatos’ para tener problemas derivados de un crecimiento desmedido. La Ultratrail Barcelona ha pasado en apenas tres años de unos 400 participantes a 2.000. En el 2013 decidió crear una carrera más, aumentando su número hasta cuatro (21, 42, 70 y 114 km.), y concentrar hasta a 2.000 participantes en una única salida que encima se vio afectada por la lluvia. El resultado fueron unos serios problemas organizativos en la entrega de dorsales, gente que llegó tarde a la salida, tapones monumentales en los primeros kilómetros… Uno de los problemas principales es que la mayoría de ultras, que suelen tener unos 400-500 corredores, han visto el filón creando carreras más cortas, que atraen a más gente, generan más dinero y en algunos casos no tienen límites de participación. Con ello, se acaba metiendo a 2.000 o 3.000 personas en un mismo espacio natural. En principio esto no es malo, pero requiere una organización suficientemente potente, numerosa y experta para dar servicio a este volumen de gente y prever y controlar los posibles problemas e impacto sobre el medio que puedan generar.

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Personalmente creo que es imprescindible frenar este crecimiento desmedido, aunque luego soy el primero que me cabreo cuando me quedo sin inscripción en algunas carreras porque están limitadas. La icónica y mítica Western States, por ejemplo, tiene el número de participantes reducido a 400 por mucho que sea una de las carreras más importantes del mundo. Las autoridades norteamericanas son muy estrictas al respecto, llegando a modificar, por ejemplo, el recorrido de la Badwater Ultramarathon, que originalmente subía al Monte Whitney. De hecho, este año ha suspendido temporalmente la carrera a pie y las de bicicleta que se hacían por el Death Valley hasta que no haya «un análisis de los riesgos», según se puede leer en este artículo de Los Angeles Times. A parte de la Badwater, había previstas seis pruebas de resistencia por la zona a lo largo de este año. En otras carreras, como el Ultratrail del Mount Fuji, los organizadores advierten que hay zonas del recorrido en las que no se puede ni tan siquiera entrenar «a riesgo de que nos retiren el permiso» y otras que se abren especialmente para la cprueba. En su momento, la organización tuvo que vencer las fuertes reticencias de las autoridades de la zona y las convenció a base de ser escrupulosamente respetuosa con el entorno. De hecho, en 2011 la Ultratrail Mount Fuji se suspendió por el tsunami de Fukushima y en su lugar se realizaron dos jornadas de limpieza del recorrido, acciones que se siguen haciendo anualmente y que son comunes entre excorredores de muchas carreras norteamericanas.

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Personalmente, lo que me molesta del artículo de La Vanguardia es la acusación velada hacia los organizadores y los corredores de no preocuparse por el medio ambiente. Está claro que puede haber algún caso aislado, pero la mayoría de las personas que se dedican a esto son gente que vive en la zona, que la quiere, que la cuida y que es la principal interesada en que haya el mínimo desgaste e impacto sobre el medio natural. Es ya casi un tema de prestigio personal. En la mayoría de las carreras en las que he participado ya no se dan vasos, se prohibe salir del recorrido y está gravemente penado tirar basura. En algunos casos se dan unos recipientes para los envases de geles y barritas y en otros, como la Ultratrail Collserola, se llegó a obligar a los participantes a rotular todos sus geles y barritas con su dorsal y a castigar con la descalificación a todo aquél que lanzara algo. No hace falta decir que todas estas medidas me parecen muy bien y lo que sí hay que exigir a los organizadores es que después de la carrera realicen una limpieza exhaustiva del recorrido, algo que si no se cumple debería conllevar la suspensión de los permisos para volver a realizarla.

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Ahora bien, puestos a analizar el impacto que tienen las carreras de montaña, ¿porqué no analizamos el de los centenares de cazadores que van campo a través y dejan el monte lleno de cascotes y restos de metralla? ¿Y el paso de determinados vehículos de motor? ¿O el de los centenares o miles de personas que van cada fin de semana a la montaña y tiran todo tipo de basura sin ningún control ni limpieza posterior? ¿Y las prácticas de desforestación que realizan algunas empresas o particulares? ¿Realmente una carrera con 1.000 personas pasando por un recorrido definido y que luego se limpia a conciencia hacen más daño ambientalmente que estas otras prácticas? Nunca me ha gustado el argumento del ‘y tú más’, pero tampoco las discusiones demagógicas que ya parten de una premisa indemostrable. Está claro que el sector del trailrunning y las carreras de montaña necesita una regulación y unos controles estrictos, pero lo más importante es una educación y concienciación constante de sus practicantes, especialmente los noveles. Ahora bien, también me gustaría dejar claro que el 99% de las personas que estamos en este sector amamos la montaña, la respetamos y la cuidamos hasta el punto de recoger a mitad de un entreno deshechos o envoltorios de otros que nos encontramos por el camino. ¿Queremos un debate para proteger la naturaleza y la montaña? Perfecto, pero tratémoslo todo y sin demagogias.

Entreno para la Cavalls del Vent

Ya hace meses que veníamos comentando la idea de hacer la travesia Cavalls del Vent como un entreno de calidad y para reconocer el terreno de cara a la carrera que haremos el 21 de septiembre, por bien que este año la prueba organizada por Salomon le añade un tramo de unos 16 quilómetros que no hicimos y que comenté en este post. Después de posponerlo en mayo por problemas logísticos y porque había una cantidad exagerada de nieve, finalmente lo programamos para los días 5 y 6 de julio. Lamentablemente, Jesús no pudo venir por temas laborales, y lo acabé haciendo con Sergi, que había montado la ruta y que llevó el timing con una precisión suiza. Se trata de una travesía de unos 84 km. con 5.500 metros de desnivel positivo por refugios de la zona del Parque Natural del Cadí Moixeró. La idea era hacer la mayor parte el primer día (unos 55) y dejar 30 para el segundo y llegar a la hora de comer.

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El viernes nos levantamos a las 5, salimos a las 5,45 hacia Saldes y llegamos al pie del Pedraforca a las 7,45. Un cuarto de hora de preparación y comprobarlo todo y nos pusimos en marcha desde el refugio Lluis Estasen hacia el Gresolet. La verdad es que la ruta estaba montada de manera ideal para lo que queríamos hacer: dos entrenos de calidad y a ritmo, pero sin ir agobiados de tiempo y haciendo la mayor parte del tute el viernes, para acabar el sábado al mediodía. Saliendo así, además, los primeros quilómetros son muy agradables en bajada y permiten calentar bien. Llegamos rápidamente al primer refugio y ya fuimos viendo que el día sería espectacular, pero que íbamos a pasar calor.

Personalmente, gratamente sorprendido porque el camino está muy bien marcado con puntos de color naranja y porque el terreno es muy variado, con tramos de pista, pequeños senderos, zonas boscosas… Del Gresolet enfilamos hacia el Sant Jordi, donde aún vamos muy muy frescos, sensación que aumenta el hecho de encontrar numerosos ríos y fuentes de agua fresquísima. Hemos hecho unos 20 quilómetros con 1.000 metros positivos y negativos, pero bastante cómodos y fáciles de correr. Bebemos agua de una fuente casi clandestina (font del faig) algo apartada del refugio y enfilamos un tramo de ligera bajada, pero que rápidamente se convierte en una árdua subida hacia els Empedrats, un tramo por el que pasan diversos ríos que cruzamos con agua hasta la rodilla. Tras una larga bajada, nos acercamos hacia el refugio de El Rebost, pero en la parte final nos encontramos con 4-5 quilómetros de subida de unos 700 metros, los últimos dos de los cuales son durísimos y se nos hacen eternos.

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En el refugio paramos unos 20-25 minutos a comer y yo me bebo tres latas de Aquarius y mucha agua. He cometido el error de estrenar el Camelbak de mi mochila Salomon S-Lab sin limpiarlo y el agua que llevo tiene un gusto muy químico. Me deja la boca muy pastosa y empieza a hacer calor, por lo que procuro beber Aquarius, para reponer sales, y no descuido los geles ni el magnesio que suelo tomar en carrera. Tras reponer fuerzas toca la ascensión al Niu de l’Àliga, punto más alto de la carrera, de más de 1.000 metros positivos en 6 quilómetros. Es dura, no lo voy a negar, pero la hago relativamente bien y a ritmo, en hora y media, disfrutando de unas vistas espectaculares. El problema sigue siendo la sed y ahora no hay fuentes para refrescarse, porque estamos muy arriba. Llegamos al refugio que forma parte de la estación de esquí de La Molina y vuelvo a beber tres latas y compramos agua embotellada.

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Me repongo momentáneamente para afrontar el último tramos de la jornada: 16 quilómetros de bajada hasta el Serrat de les Esposes. Un tramo de poca ascensión, pero muy largo. Los tres primeros quilómetros son de bajada y voy mas o menos bien, pero pronto veo que la cosa no chuta. Vuelvo a tener una sed terrible y los tragos del camel, aunque ya no saben tanto a producto químico, apenas me sacian. Los siguientes tres quilómetros son una subida de unos 300 metros arriba de la cual llego completamente exhausto y me detengo un momento a reponer fuerzas, admirar el paisaje y hablar con unos chicos extranjeros que van un poco perdidos. Desde esta parte se ve toda la Cerdanya y es sencillamente sobrecogedor quedarte ahí parado admirando las vistas y no escuchando ningún ruido de civilización. Nos quedan unos 9 quilómetros que hago con malas sensaciones, bastante dolor de piernas, amagos de rampa… Toda la pinta de una deshidratación pese a haber bebido litros y litros de agua y latas. La bajada final hasta el Serrat es criminal, la hago completamente andando y cuando llego al refugio voy directamente a la fuente y bebo un litro y medio de golpe.

La verdad es que en esos momentos te pasan muchas cosas por la cabeza y sobretodo te cuestionas si estás preparado para afrontar la carrera y ya no hablemos el Ultratrail del Montblanc. La ecuación mental es fácil: si estoy muerto habiendo hecho unos 55 km, cómo voy a aguantar 100 seguidos? O 160? Ahora bien, también es verdad que hemos hecho los 55 con unos 4.000 de desnivel en 10 horas, contando las paradas, y que una hora después de haber llegado, bebido un par de latas más y descansado un rato, ya estoy muy muy recuperado. Ducha caliente, cena copiosa, todo el refugio para dormir nosotros solos, una noche y unas vistas espectaculares y levantarse a las 7 de la mañana y encontrarte con una vaca enorme delante de la puerta y unas cuantas más merodeando. Esto no tiene precio.

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Tras desayunar copiosamente, a las 8,45 ya volvemos a estar en marcha para afrontar el último tramo, de unos 30 km con 1.500 positivos de desnivel. Pese a estar algo cargado de piernas, he recuperado muy bien y puedo seguir el ritmo de Sergi, que es vivo, pero tampoco demencial. El tramo hasta Cortals de l’Ingla, de unos 4,5 quilómetros, es ideal para calentar, pese a tener una ligera subida, y transcurre por parajes boscosos y muy bonitos. Una vez ahí, bebemos y para arriba, una fuerte subida en la que adelantamos a varios grupos que han pasado mientras desayunábamos por nuestro refugio. La bajada es sostenida y permite correr bastante hasta llegar al refugio de Prats d’Aguiló. Tras cargar agua y refrescarnos, enfilamos la subida del Pas dels Gosolans, que en apenas dos quilómetros te lleva hasta 2.400 metros y que es muy dura, pero que permite disfrutar de unas vistas espectaculares. De ahí hasta el final, una bajada muy bonita por prados, primero, y los últimos 4 quilómetros de pista cómoda hasta llegar al coche en 4h28′ desde que salimos del Serrat de les Esposes.

Un entreno espectacular de pura montaña en un entorno privilegiado que he disfrutado mucho, pese a los problemas finales por la calor del primer día, en el que acabé muy cansado. La rápida recuperación el mismo día y la respuesta de las piernas del sábado, con 55 km. a cuestas, me animaron bastante, aunque también me hizo ver que hacer los 100 del tirón el día de la carrera va a ser durísimo.

Test de material: Pantalones Salomon Exo S-Lab Twinskin

«Ah vale, unos pantalones y unas mallas que valen un dineral solo porque los lleva Kilian Jornet», pensaron algunos la temporada pasada cuando Salomon lanzó los Exo S-Lab Twinskin. Sin embargo, cuando los veías de cerca y, sobretodo, los probabas, te dabas cuenta que era algo más. De hecho, mucho más que eso.

En primer lugar, para los no iniciados, no son unos pantalones más unas mallas, sino que son unos pantalones con mallas integradas o unas mallas con pantalones por encima, como quieras. Esto, que puede parecer una tontería, no lo es ni mucho menos. A mi, por ejemplo, no me gusta la sensación de ir únicamente con mallas, pero reconozco que el efecto compresivo que producen es muy bueno para retener la musculatura de la pierna, y más si la malla es de la gama EXO, en forma de retícula y con una sujeción muy buena, sin llegar a apretar en exceso. El hecho que ayuden a recuperar más rápido o no, eso ya no lo puedo asegurar, pero está claro que mal no debe ir.

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A primera vista, el diseño produce una mezcla de curiosidad y asombro, con la parte interna de los pantalones cosida directamente a la malla. Una vez puestos, sin embargo, el efecto visual es perfecto y no se ve la costura interior, sinó unos pantalones con la pequeña malla que asoma debajo. Vale, estéticamente quedan muy bien y dan aspecto de pro, però qué tal la comodidad? Bueno, la verdad es que es excelente. Llevan incorporado un calzoncillo interior, que permite una mayor sujeción, y la cintura es bastante alta, algo que en principio no me convencía, pero que a la larga no se nota porque la sujeción és muy buena, pero sin llegar a oprimir. La principal función de esta cintura es la de incorporar un gran bolsillo frontal y varios en la parte posterior, los cuales permiten guardar geles, barritas o llaves y los convierten en ideales para entrenos algo largos o para carreras en las que no hay que llevar un exceso de material obligatorio. El único pero que le pondría es que, pese a que estos bolsillos cierran y aprietan bien, echo de menos uno con cremallera para guardar las cosas con plena seguridad. Y os lo digo por experiencia, ya que hace poco tuve un buen susto con unas llaves que acabé recuperando, por suerte.

Foto de Ian Corless (Talkultra.com)

Julien Chorier en la Ronda dels Cims 2013 – Foto de Ian Corless (iancorless.org)

Dicho todo esto, está claro que son unos pantalones cómodos, estéticos y con tres o cuatro detalles espectaculares, ahora bien… son duraderos? Bueno, yo hace un año ya que tengo el modelo anterior y les he pegado caña, tanto en entrenos como en carreras. Al principio no me atrevía a usarlos en un ultra, porque tienen pinta de ser frágiles y temía mucho por las rozaduras que suelo tener en la parte interior de los muslos. Pues bien, este año he hecho ya con ellos dos carreras tan diferentes como la Transvulcania (10h17′), con mucho calor, y la Volta a la Cerdanya (6h31′), con agua a mansalva y algo de frío, y me han ido de coña. Tengo alguna rascada en el pantalón exterior y un pequeño agujero en las mallas interiores, pero me parece poco después del tute que les he pegado.

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Superadas las reticencias iniciales, me decidí por repetir con el modelo de este año, aunque lo busqué en negro y en mi talla (M) fue imposible. Según me han comentado en algunas tiendas, Salomon hizo pocas unidades de este color y volaron en pocos días, así que al final repetí con el gris, que este año es un poco más oscuro. También hay algún pequeño cambio en los bolsillos y el tallaje, que es algo más pequeño y se agradece, ya que en el modelo del año anterior la M me iba algo holgada de las mallas y eso que tengo unas buenas piernas.

Llegados a este punto, la pregunta que mucha gente me ha planteado: vale la pena gastarte entre 135-150 euros en unos pantalones de trail? Bueno, eso es muy muy personal y depende del uso que les des. Ahora bien, en mi caso lo tengo muy claro y es casi indispensable tener unos de estos para combinar con otros modelos más ligeros y frescos en verano. La inversión es alta, pero a la larga queda compensada.

Entreno: La volta a Montserrat

Tengo que reconocer que empecé a correr con las carreras como meta y que los entrenos eran una obligación más bien tediosa hasta llegar a ese premio o objetivo. Con el tiempo, le he ido dando la vuelta a esta situación, hasta el punto de disfrutar tanto o más entrenando que compitiendo. Pocas cosas producen tanto placer como correr sin prisas de ningún tipo (aunque sin pausa) ni ir al límite por un entorno además que no tienes muy trillado y es espectacular. Esto es justo lo que hicimos con Sergi Montes hace unos días: nuestra particular Volta a Montserrat.

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Básicamente, un viernes que teníamos fiesta nos levantamos a las 5 de la mañana, quedamos a las 5,45 y a las 6,30 nos plantamos en Monistrol. Desde allí subimos por el camino que yo ya había hecho tres veces de noche en la Matagalls-Montserrat hasta el santuario. Continuamos subiendo hacia la izquierda, dirección Collbató y luego nos acercamos hasta el Bruc por un tramo de pista bastante largo. De nuevo volvimos a girar por la base de la montaña para dar una vuelta por una zona de senderos espectacular, tremendamente bonita, hasta iniciar una larga bajada cruzando la carretera, pero siempre por pista o sendero, hasta Monistrol.

Según el track de mi Garmin Fenix, fueron 33,5 kilómetros en poco más de 4 horas, pero la verdad es que se me pasaron volando. Nunca había corrido por Montserrat, salvo el corto tramo final de la Matagalls, y me pareció una paraíso para entrenar. Y eso que no buscamos tramos excesivamente técnicos o con mucho desnivel, sino una combinación de kilómetros + altura (al final salieron unos 1.600 positivos). La parte final de vuelta a Monistrol, por un estrecho sendero bordeando la montaña, me pareció espectacular y, además, pillamos un día excepcionalmente limpio y claro y pudimos disfrutar de unas vistas maravillosas que llegaban hasta el Cadí.

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Yo ese día tenía que hacer luego dos clases de spinning en el gimnasio como monitor, pero disfruté tanto corriendo, que apenas me cansé. Poca gente entiende lo que para ellos son sacrificios, pero las sensaciones de ver amanecer en Montserrat, correr con tu amigo por esos paisajes y no estar pendiente del reloj no tienen precio y son difíciles de explicar para quien no las ha vivido. Yo, por mi parte, disfruto tanto con esto como con la mejor de las carreras. Y al fin y al cabo, de eso se trata, no?

La Volta a la Cerdanya Trail del dia 8 de junio, el próximo reto

Hoy lunes se han hecho públicos los dorsales de la Volta a la Cerdanya Trail, la próxima prueba que correré el dia 8 de junio. A mi me ha tocado el 1136 y la peculiaridad de estos dorsales es que están personalizados con el nombre de cada corredor y la tipografia creada por Anna Vives, una chica con sindrome de Down y que debería ser un ejemplo para todos por su vitalidad y creatividad. El mio aún no lo he visto, pero el de Kilian Jornet, que correrá la carrera de 35 quilómetros, me parece precioso.

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Personalmente, me apetece mucho correr esta prueba, puesto que es una zona que conozco, pero por la que nunca he corrido, y porque esta será mi última prueba ya hasta finales de agosto. Además, como formo parte del Projecte Summit, de Emma Roca, me realizarán un montón de pruebas médicas antes y después de la carrera que espero que me sirvan para conocerme algo mejor. De momento ya nos han comunicado que iremos localizados en todo momento con el sistema Tracmove y que cuando lleguemos a meta nos estarán esperando para trasladarnos directamente al Hospital de la Cerdanya para realizarnos pruebas. Ah, y que no podremos comer ni beber… En una hora y media! Madre mía, con el hambre que tengo cuando acabo una prueba de estas! Jajaja

Bueno, no sé como irá, pero de momento la organización me transmite muy buenas sensaciones. Atentos, profesionales, trabajando con mucha previsión… Tiene muy buena pinta esta prueba liderada por el padre de Kilian, Eduard Jornet, con el que tuve la ocasión de charlar durante la pasada Maratón de Barcelona. Eso sí, espero que el tiempo mejore un poco y que se derrita la nieve que, por lo que me han comentado, ha teñido de blanco la Cerdanya. Aquí os dejo un perfil de la prueba de 87 quilómetros con 3.800 metros positivos de desnivel y con unas cuantas subiditas de las que dan miedo.

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Séptimo clasificado en el Campeonato de Catalunya

Ya han salido las clasificaciones del Campionat de Catalunya d’Ultraresistència de la FEEC, que tenía lugar durante la pasada Ultratrail Barcelona, y me he llevado la grata sorpresa de comprobar… que he acabado séptimo!

Quizás para muchos no sea una gran cosa y yo mismo soy consciente que es una clasificación un tanto engañosa, ya que hay muchos grandes corredores en Catalunya, mejores que yo, que no vinieron. Sé que me queda mucho por mejorar y que estoy lejos de la élite, pero para mi ésto era algo impensable hace apenas un año, cuando empecé a correr Ultras un poco en serio. Éste 2013 es el primero en el que estoy federado y, por lo tanto, mi primer Campeonato de Catalunya, y no deja de ser motivador estar entre los 10 primeros.

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